Por Angela Davis
Foto © Alex Arbuckle
Nota editorial de momento crítico:
Angela Davis es una de las grandes pensadoras y activistas feministas negras estadounidenses. El discurso que compartimos, como parte de la serie dedicada al 8M, lo pronunció en la Marcha de las Mujeres que se llevó a cabo el 21 de enero de 2017, como una respuesta y llamado a la acción al comienzo del mandato de Trump en los Estados Unidos. Sus palabras no han perdido vigencia para nosotras. Su denuncia del racismo heteropatriarcal, del colonialismo y del neoliberalismo sigue siendo igual de poderosa hoy.
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En un momento difícil de nuestra historia, recordemos que los cientos de miles, los millones de mujeres, personas trans, hombres y jóvenes que estamos aquí en la Marcha de las Mujeres, representamos las poderosas fuerzas del cambio que están decididas a impedir que las culturas moribundas del racismo, del heteropatriarcado vuelvan a levantarse.
Reconocemos que somos agentes colectivos de la historia y que esta no puede borrarse como las páginas web. Sabemos que nos reunimos esta tarde en tierra indígena y seguimos el ejemplo de los primeros pueblos que, a pesar de la violencia genocida masiva, nunca han renunciado a la lucha por la tierra, el agua, la cultura, su gente. Hoy saludamos especialmente a los Sioux de Standing Rock.
Las luchas por la libertad de las personas negras, que han conformado la naturaleza misma de la historia de este país, no pueden borrarse de un plumazo. No podemos olvidar que las vidas de las personas negras sí importan. Este es un país anclado en la esclavitud y el colonialismo, lo que significa que, para bien o para mal, la propia historia de Estados Unidos es una historia de inmigración y esclavitud. Difundir la xenofobia, lanzar acusaciones de asesinato y violación y construir muros no borrará la historia.
¡Ningún ser humano es ilegal!
La lucha por salvar el planeta, por detener el cambio climático, por garantizar la accesibilidad al agua desde las tierras de los Sioux de Standing Rock hasta Flint, Michigan, Cisjordania y Gaza; la lucha por salvar nuestra flora y fauna, por salvar el aire: esta es la zona cero de la lucha por la justicia social.
Esta es una marcha de mujeres y esta marcha de mujeres representa la promesa del feminismo frente a los poderes perniciosos de la violencia estatal. Un feminismo inclusivo e interseccional que nos llama a todas a unirnos a la resistencia contra el racismo, la islamofobia, el antisemitismo, la misoginia y la explotación capitalista.
Sí, saludamos la Lucha por los $15 [Fight for $15]. Nos dedicamos a la resistencia colectiva. Resistencia a los multimillonarios especuladores hipotecarios y a los gentrificadores. Resistencia a los privatizadores de los servicios de salud. Resistencia a los ataques a los musulmanes y a los inmigrantes. Resistencia a los ataques a las personas discapacitadas. Resistencia a la violencia estatal perpetrada por la policía y a través del complejo industrial penitenciario. Resistencia a la violencia de género institucional e íntima, especialmente contra las mujeres trans de color.
Los derechos de las mujeres son derechos humanos en todo el planeta y por eso decimos libertad y justicia para Palestina. Celebramos la inminente liberación de Chelsea Manning. Y de Óscar López Rivera. Pero también decimos libertad para Leonard Peltier. Libertad para Mumia Abu-Jamal. Libertad para Assata Shakur.
En los próximos meses y años se nos pedirá que intensifiquemos nuestras demandas de justicia social para ser más militantes en nuestra defensa de las poblaciones vulnerables. Aquellos que todavía defienden la supremacía del heteropatriarcado masculino blanco más vale que tengan cuidado.
Los próximos 1.459 días de la administración Trump serán 1.459 días de resistencia: Resistencia sobre el terreno, resistencia en las aulas, resistencia en el trabajo, resistencia en nuestro arte y en nuestra música.
Esto es solo el principio y, en palabras de la inimitable Ella Baker: “Los que creemos en la libertad no podemos descansar hasta que llegue”. Gracias.
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