Por Gilber Achcar
El bombardeo ruso contra un hospital infantil de la capital ucraniana, Kiev, la semana pasada, en el que murieron decenas de personas, provocó naturalmente una oleada masiva de denuncias en las capitales occidentales, sobre todo porque se produjo en vísperas de la cumbre de la OTAN en Washington. La mayoría de los líderes occidentales lo condenaron en los términos más duros, encabezados por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, que lo consideró un "horrendo recordatorio de la brutalidad de Rusia", y el nuevo Primer Ministro británico, Keir Starmer, que lo describió como "la más depravada de las acciones". Dado que estas dos personas se encuentran entre los más destacados partidarios entusiastas de Israel y ambos han justificado ilustremente las atrocidades más horrendas cometidas por el ejército sionista, con un gran número de niños entre las víctimas, a toda persona que anteponga las consideraciones humanitarias a las afiliaciones geopolíticas debe venirle a la mente que esto representa un grado asombroso de hipocresía, con múltiples normas en juego.
De hecho, las organizaciones humanitarias dieron la voz de alarma con respecto a los niños desde el principio de la invasión sionista de la Franja de Gaza. El 30 de octubre de 2023, el Observatorio Euromediterráneo de Derechos Humanos, con sede en Ginebra, emitió un comunicado titulado "El número de niños gazatíes muertos en menos de un mes es 10 veces superior al de niños ucranianos muertos en todo el primer año de la actual guerra de Rusia". En el comunicado se explicaba que "en el transcurso de 24 días de ataques aéreos y bombardeos de artillería israelíes en la Franja de Gaza, se confirmó la muerte de 3.457 niños, y se denunció la desaparición de más de 1.000 bajo los escombros. Según datos de Naciones Unidas, esta cifra es más de 10 veces superior al número de niños muertos en el primer año de la guerra de Rusia contra Ucrania".
Las últimas cifras disponibles de UNICEF (el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) indican que el número de niños muertos en la Franja de Gaza ha superado ya los 14.000, además del número de desaparecidos, heridos, discapacitados para siempre y huérfanos, que es varias veces superior. En cuanto al número de niños víctimas en Ucrania desde el comienzo de la invasión rusa en febrero de 2022, según la misma fuente de la ONU, asciende a más de 600 muertos y 1.350 heridos. Así, el número de niños muertos en nueve meses de invasión israelí de la Franja de Gaza es 23 veces superior al número de niños muertos en treinta meses de invasión rusa de Ucrania. "La brutalidad de Rusia", como la calificó Biden, parece bastante moderada en comparación con la brutalidad del Estado sionista, al que apoya.
Apenas pasa un día sin que un medio de comunicación o una organización humanitaria publique un informe señalando el horror de lo que los sionistas están cometiendo contra los palestinos, no sólo en la Franja de Gaza, donde la intensidad de la matanza y la destrucción supera todo lo presenciado en la historia contemporánea, sino también en Cisjordania, así como en las cárceles israelíes. Los presos palestinos están expuestos a prácticas mucho peores que las cometidas por el ejército de ocupación estadounidense en la prisión de Abu Ghraib, en Irak, que desataron la indignación mundial en 2004.
Hace poco vimos un ejemplo flagrante de la brutalidad del ejército sionista en el ataque dirigido contra el líder militar de Hamás Mohammed Deif en la zona de Al-Mawasi, que los dirigentes israelíes habían designado previamente como zona segura para la población de Gaza. El ataque cobró la vida de más de noventa palestinos. La forma en que se produjo esa masacre indica claramente que las fuerzas sionistas mataron deliberadamente al mayor número de personas sin distinción alguna entre supuestos combatientes y civiles, incluidos niños. Esto se debe a que el ejército sionista disparó un primer misil contra el edificio en el que creía que estaba Deif, luego un segundo contra el mismo edificio para completar su destrucción, luego un tercero en las inmediaciones del edificio dirigido contra quienes trataban de rescatar a cualquiera que quedara vivo entre los escombros, y luego misiles destructores de bunkers adicionales para destruir cualquier túnel que pudiera existir bajo la zona objetivo.
Esta determinación de matar sin preocuparse por la suerte de los civiles —niños, ancianos, mujeres y hombres— ha llevado a que la proporción de civiles respecto a combatientes en la guerra de Israel contra los que llama "terroristas" en Gaza supere con creces su proporción en otras guerras libradas en diversos teatros bajo la bandera de la "Guerra contra el Terror" desde principios del siglo actual. Esto, a su vez, nos lleva a un rasgo ideológico característico del pensamiento sionista, que alcanzó su punto álgido en el presente, tras décadas de deriva de la sociedad israelí hacia la extrema derecha que condujeron al actual gobierno, una colección de neofascistas y neonazis.
Esta característica la comparte el sionismo con todos los tipos de colonialismo de colonos que pretenden apoderarse de una tierra y, por tanto, negar los derechos de los pueblos indígenas, incluido su derecho a la vida. La justificación moral de este proyecto sumamente inmoral se consigue negando la humanidad de los pueblos cuyas tierras se codician, degradándolos a la condición de seres infrahumanos que no merecen vivir. Esta lógica se volvió contra el corazón de Europa en el siglo pasado con los nazis, que clasificaron a ciertas categorías de europeos como seres infrahumanos (Untermenschen), llegando al punto de exterminarlos.
No es improbable que la lógica del colonialismo de colonos regrese de nuevo a los centros europeos tras su declive después de la derrota de los nazis a raíz del genocidio que cometieron en el siglo pasado, especialmente desde que la extrema derecha está de nuevo en auge en todo el Norte Global, este y oeste. Es una de las crueles ironías de la historia que quienes dicen hablar en nombre de las víctimas del genocidio nazi sean los autores de la campaña de exterminio más horrible de la historia del colonialismo de colonos contemporáneo. Su comportamiento es una fuente de inspiración para la extrema derecha del mundo contemporáneo. Han vuelto a banalizar el genocidio, con la complicidad de los "liberales" que han abandonado los valores humanos más básicos ante la guerra genocida en curso en Gaza, a menudo con el pretexto de la compasión por las víctimas del genocidio nazi.
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Gilbert Achcar es profesor de Estudios de Desarrollo y Relaciones Internacionales en SOAS, Universidad de Londres. Entre sus libros se encuentran: El choque de barbaries: la creación del nuevo desorden mundial; Dangerous Power: The Middle East and U.S. Foreign Policy, con Noam Chomsky; Los árabes y el Holocausto: la guerra árabe-israelí de narrativas; El pueblo quiere: una exploración radical de la insurrección árabe; y La nueva Guerra Fría: Estados Unidos, Rusia y China, de Kosovo a Ucrania.
El original árabe fue publicado en Al-Quds al-Arabi el 16 de julio de 2024.
Esta traducción de César Ayala se basa en la versión en inglés publicada en https://gilbert-achcar.net/murder-of-children-and-banality-of-genocide .
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