Iyari Ríos González
Reseña de: Colón Reyes, Linda. La herencia de la exclusión: desigualdad y pobreza. Puerto Rico, Siglo XXI. San Juan: Publicaciones Gaviota, 2023.
La herencia es una figura jurídica en nuestro ordenamiento legal que representa el conjunto de bienes, derechos y obligaciones que al morir una persona se transmiten a herederos o legatarios. También se puede definir como esos rasgos o circunstancias de índole cultural, social y económica que influyen en un momento histórico procedente de un tiempo anterior (Diccionario de la RAE). Aquellos que tienen haberes a su disposición lo transfieren a la próxima generación permitiendo que sus herederos, usualmente familia, tengan bajo su propiedad recursos de tipos diversos que les facilitará, en mayor o menor grado, su tránsito por la vida y alcanzar unos determinados objetivos. Los hijos de familias ricas heredan el capital suficiente para vivir una vida de lujo, sin necesidades. Los hijos de las familias pobres no reciben bienes materiales. Lo único que heredan es la exclusión.
La pobreza – entendida como la carencia de recursos esenciales para la vida – no es solamente una situación de insuficiencia que afecta personas y familias producto de la desigualdad. En la sociedad donde vivimos, tanto la pobreza como la desigualdad son el resultado de las estructuras económicas y las relaciones sociales que derivan de ellas. Cuando tal privación (material, social y cultural) de recursos limita la participación de un sector de la población en las actividades de la sociedad se produce exclusión social.
En el libro La herencia de la exclusión: desigualdad y pobreza. Puerto Rico, Siglo XXI, la Dra. Linda Colón Reyes estudia cuáles son los factores que han provocado que vivamos en uno de los países más desiguales del mundo (donde poco menos de la mitad de la población vive en pobreza) y por qué esas condiciones han persistido por décadas y no las hemos superado en pleno Siglo XXI. Este trabajo es su más reciente estudio en torno a la pobreza y representa la extensión de una investigación anterior en donde analizó este tema para el siglo pasado y que fue publicada como libro hace casi 20 años bajo el título Pobreza en Puerto Rico: Radiografía del Proyecto Americano.
Colón Reyes es, posiblemente, la principal investigadora sobre la pobreza en Puerto Rico. Tiene como parte de sus haberes la publicación de múltiples artículos y libros en torno al tema. Además, produjo dos documentales con enfoque educativo dirigidos a una audiencia más amplia: Desigualdad y Pobreza y Profesión Esperanza: cinco historias de la pobreza en Puerto Rico. Fue profesora en el Departamento de Ciencias Sociales de la Facultad de Estudios Generales de la Universidad de Puerto Rico – Recinto de Río Piedras. Además, fue la Coordinadora General de la Oficina para el Financiamiento Socioeconómico y la Autogestión que se estableció a través de la “Ley para el Desarrollo Integral de las Comunidades Especiales de Puerto Rico” (Ley 1 del 2001), el proyecto más importante en las pasadas décadas para atender la pobreza en el país, según muchos.
La herencia de la exclusión: desigualdad y pobreza. Puerto Rico, Siglo XXI fue divulgado por Publicaciones Gaviota el año pasado en un contexto de una profunda crisis económica en el país que se aproxima a las dos décadas de duración y que se ha caracterizado por presentar unas elevadas tasas de desempleo, bajas tasas de participación laboral y una emigración masiva. La declaración de quiebra por el Gobierno de Puerto Rico, la Ley PROMESA del Gobierno de EE. UU. y su Junta de Control Fiscal, el azote del Huracán María, los terremotos en la zona suroeste del país y una pandemia de alcance global que tuvo profundos efectos sociales y económicos en el mundo han tornado más grave y compleja la situación al precarizar las condiciones de vida de la población y dando a la discusión de la desigualdad y la pobreza la misma pertinencia de siempre.
El libro se divide en cinco partes. En la primera se lleva a cabo una discusión teórica de la desigualdad y la pobreza así como sus características y factores históricos y socioeconómicos. Se abordan, además, las distintas herramientas que se usan para su medición y se discute la relación de estos fenómenos con el orden económico, el proceso de producción, la acumulación de capital, las dinámicas propias de las clases sociales y sus manifestaciones en los EE. UU. y a nivel global.
En la segunda parte se examina la desigualdad y la pobreza en el contexto colonial de Puerto Rico. Se presta atención a la organización económica y sus vínculos con la metrópoli durante el Siglo XX. Se discute también el auge del neoliberalismo y el mercado como institución rectora de la sociedad y las políticas adoptadas desde estas coordenadas por las diferentes administraciones insulares y la Junta de Control Fiscal junto a sus contradicciones en el Siglo XXI.
En la Parte III se estudia la pobreza y la dependencia en los pasados años en Puerto Rico con el propósito de desmitificar un conjunto de ideas que han imperado con relación a dichos temas. Se examinan las implicaciones que han tenido la desigualdad y la pobreza en términos demográficos, su impacto en la emigración y su relación con el trabajo precario. La autora lleva a cabo una interesante discusión de los vínculos de la pobreza con la salud, la educación y el acceso a vivienda. Además, aborda la feminización de la pobreza y las consecuencias en la niñez. En este análisis toma como referencia los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de las Naciones Unidas.
En la Parte IV se examinan las dimensiones psicosociales de la desigualdad y la pobreza, así como sus efectos en la vida en comunidad en Puerto Rico. También discute aspectos relacionados con la violencia, políticas públicas fallidas contra la actividad delictiva y la criminalización de los pobres.
En la quinta y última parte se discuten diferentes programas gubernamentales dirigidos a atender la pobreza con sus alcances, fortalezas y limitaciones. Algunos retos que identifica son la escasez de fondos y la incorporación limitada del liderato comunitario en la toma de decisiones. Particular atención se presta al Programa de Comunidades Especiales creado por la Ley 1 del 2001. Para la autora, a pesar de que la ley "mantuvo factores característicos de las políticas asistencialistas" (p. 569), "constituyó un adelanto en la lucha contra la pobreza y la desigualdad social en Puerto Rico" (p. 578) debido a que potenció un proyecto de reforma social y económica adoptando modelos de políticas redistributivas que representaba un distanciamiento de la corriente neoliberal que entonces dominaba y continúa todavía dominando la política pública en Puerto Rico.
La Dra. Colón Reyes utilizó para la investigación más de 450 referencias bibliográficas, incluyendo tanto fuentes impresas como digitales publicadas en español e inglés. Entre ellas hay leyes, notas de prensa, columnas de opinión, tesis universitarias, artículos y libros académicos, informes de agencias de gobierno, organizaciones no gubernamentales y entidades internacionales, así como estudios de diversos centros de investigación y centros de producción de ideas.
La autora aborda su objeto de estudio partiendo de condiciones generales a las particulares. Señala la importancia de investigar y acercarse a la desigualdad y la pobreza considerando los “factores estructurales e históricos tales como: la posesión […] del capital, la tierra y las riquezas” (p. 65) que emergen de la organización social, económica y política. Como parte de ese ejercicio vincula dichos factores estructurales con un análisis interseccional que incorpora los temas de clase, raza y género utilizando técnicas de análisis mixtos y una variedad de indicadores de naturaleza social y económica sobre la salud, vivienda, educación, trabajo y ambiente, entre otros. Complementa su análisis con figuras, mapas, imágenes, gráficas y tablas sobre diferentes temas. La Dra. Colón Reyes interpreta las piezas de información que tiene a su disposición de una manera coherente para tejer una explicación muy persuasiva sobre la desigualdad, la pobreza y sus causas.
Su argumento central es que la desigualdad y la pobreza existente en la sociedad tiene su origen en el ordenamiento económico; las relaciones sociales que se constituyen a partir del mismo; y las políticas públicas que colocan al mercado como rector de la producción y la vida en sociedad y que fomenta el individualismo, la desreglamentación y la privatización, mientras que desmantelan todas aquellas instituciones que procuran el bienestar común. De acuerdo con la Dra. Colón Reyes, "[e]l problema de la pobreza está atado indisolublemente a las estructuras económicas-políticas y a los modelos de desarrollo que se siguen" (p.105). Señala, asimismo, que ambos fenómenos "tienen su origen en la existencia de clases sociales y la desigual distribución de la riqueza" (p. 26).
Por lo tanto, para conversar sobre la pobreza es fundamental abordar el proceso de producción y acumulación de riquezas en una economía capitalista intervenida colonialmente, donde la propiedad privada, el trabajo asalariado y la apropiación lícita o ilícita de bienes comunes para el beneficio individual constituyen la espina dorsal que rige nuestro ordenamiento económico. En el sistema capitalista, la riqueza es producida por las personas trabajadoras quienes – por no tener acceso a otros recursos – se ven forzados a vender su fuerza de trabajo a dueños del capital. A cambio, reciben un salario que equivale solamente a una parte de la producción que ellos realizan. El resto se lo apropian los capitalistas. El salario, además, debería ser suficiente para adquirir bienes que les permita satisfacer sus necesidades y no vivir en pobreza. Sin embargo, sabemos que no es así. En tal distribución desigual de recursos y apropiación de ingresos se basa el sistema donde vivimos. La pobreza es el lado inverso de la riqueza producto de la explotación de muchos por unos pocos. La autora señala que en este sistema las transferencias de fondos públicos del Gobierno de EE.UU. tienen como fin "reducir las tensiones sociales mientras fomenta la ideología de la dependencia” y promueve en la sociedad la “hostilidad contra las personas que reciben ayudas" (p. 186).
Con este argumento central, la Dra. Linda Colón Reyes interesa romper con varios mitos. Usualmente, la pobreza se percibe por algunos sectores sociales como un problema individual ligado a la voluntad y esfuerzo personal y desvinculándose de las formas de organización social de la actividad económica donde la relación colonial es un agravante y factor adicional para considerar. Desde esta perspectiva, la pobreza es el resultado de la falta de disciplina y de emprendimiento: "Los pobres son pobres porque quieren. Solo hace falta ganas. ¿Por qué no trabajan? Trabajo hay". Pues, según el censo, 26% de las personas pobres en el 2022 estuvo activa en el mercado laboral. Esto significa que 1 de cada 4 personas quieren y están dispuestas a trabajar por una remuneración. Esto no es cónsono con la vagancia como factor explicativo de la pobreza.
Además, al señalarse que la pobreza se combate con trabajo, se obvian dos elementos. Primero, la incapacidad de la economía — según está organizada — para crear los empleos necesarios. Según el Apéndice Estadístico del Informe Económico al Gobernador de la Junta de Planificación, en Puerto Rico solamente el 40% de la población en edad productiva tuvo un empleo en el 2022. Esto quiere decir que más de la mitad de las personas aptas para trabajar no tenían trabajo formal. El segundo elemento a considerar es que el empleo no garantiza que la persona deje de ser pobre. Según el censo, el 23% de las personas que trabajan no podían satisfacer necesidades básicas. Evidentemente tener trabajo es necesario para superar la pobreza. Sin embargo, no es suficiente. Resulta indispensable un buen empleo. Estos y otros mitos se producen para justificar un sistema con profundas contradicciones que produce grandes riquezas mientras genera mucha pobreza.
En el texto se observan ciertas imprecisiones que estoy seguro de que no fueron deliberadas. Por ejemplo, se afirma en la primera parte que "las políticas neoliberales tienen su origen en los EEUU e Inglaterra en la década de los ochenta con el liderato de Ronald Reagan y Margaret Thatcher" (p. 188). Se obvia que, en la década de 1970, la experiencia chilena bajo la dictadura militar de Augusto Pinochet sirvió de plataforma para el lanzamiento de políticas neoliberales a nivel global. En la Parte II, al abordar la huelga nacional contra la privatización de la Telefónica en 1998, se sostiene que se detuvo las operaciones de diversos sectores de la economía incluyendo, entre ellos, "el Aeropuerto Internacional Luis Muñoz Marín, arrendado a la compañía mexicana Aerostar Airport Holdings" (p. 202). La privatización del aeropuerto se concretó más de una década después. Posteriormente, se señala que el último año de crecimiento económico en Puerto Rico fue el 2006 y "de ahí en adelante, el crecimiento fue cuesta abajo, aún con la inyección billonaria de fondos federales" (p. 215) cuando en realidad hubo un crecimiento de la economía en el 2012, 2021 y 2022, precisamente gracias, entre otros factores, a fondos públicos no-recurrentes asignados por el Gobierno de EE.UU. por los huracanes, los terremotos y la pandemia que golpearon a Puerto Rico. Mientras, en la Parte III se plantea que el sub-salario mínimo de trabajadores que devengan propina es $2.30 en lugar de $2.13 por hora (p. 292). Sugiero que se realice una curación del texto para ediciones futuras que muy probablemente se producirán por las contribuciones fundamentales que hace este libro de la autoría de una reconocida perito del tema de la pobreza en Puerto Rico.
Con el libro La herencia de la exclusión: desigualdad y pobreza. Puerto Rico, Siglo XXI, la Dra. Colón Reyes realiza aportaciones importantes al estudio de tales temas en la coyuntura actual. Tiene la virtud de colocar la pobreza como protagonista relevante y necesario del análisis social mientras apunta a las políticas públicas de corte neoliberal generadoras de austeridad y promotoras de la desreglamentación, la privatización de bienes públicos y el desmantelamiento institucional como las responsables recientes en fomentar la desigualdad y la exclusión social en Puerto Rico.
Aunque la autora señala que no aspira a ofrecer unas respuestas definitivas con este libro sino a "proveer información y análisis que permitan construir explicaciones basadas en datos y en el análisis histórico, a fin de definir mejor las condiciones de dependencia generadas por las desigualdades y la pobreza" (pp. 27-28), sí ofrece una guía bastante clara sobre el camino a seguir. A su juicio, la posibilidad de una sociedad de superar la pobreza depende del nivel de desigualdad. En la medida que se adopten políticas públicas que tienen el resultado de profundizar la desigualdad, mayor será la dificultad de terminar con la pobreza.
Para lograr eso hace falta más Estado y menos Mercado. Las políticas económicas y las políticas sociales de naturaleza progresista resultan fundamentales. La autora señala como retos mayores inmediatos la Junta de Control Fiscal y la deuda. Sin embargo, esto no es suficiente. Maurizio Lazzarato, en el libro Gobernar a través de la deuda, sostiene que en el capitalismo la deuda no es una relación económica sino una relación política de sujeción y servidumbre que tiene las funciones de disciplinar a pueblos, imponer reformas estructurales, justificar ajustes autoritarios e, incluso, suspender la democracia en beneficio de gobiernos técnicos subordinados al capital. Ejercer control sobre la economía es el objetivo fundamental.
Así, se presenta una contradicción entre el orden económico y las aspiraciones Políticas (con mayúscula). En las sociedades capitalistas, minorías sociales asociadas a la tenencia de capital ejercen una influencia significativa en la elaboración de políticas públicas para su beneficio privado.
En las sociedades democráticas, las mayorías sociales orientan los procesos de toma de decisiones en la búsqueda de la adopción de políticas públicas que vayan dirigidas a la satisfacción de las necesidades comunes y colectivas con el interés que ningún sector de la población quede excluido. El capitalismo como sistema económico no es cónsono con la democracia como sistema político. La democracia que se aspira en términos políticos debe trasladarse también al plano económico. Apostar a la libertad económica sin democracia económica conduce una sociedad desigual y pobre. Louis Brandeis, juez del Tribunal Supremo de EE.UU., afirmaba en las primeras décadas del Siglo XX: "podemos tener democracia o podemos tener la riqueza concentrada en pocas manos, pero no podemos tener ambas cosas" (p. 43). Este, a mi juicio, es un argumento de fondo en el libro.
De esta forma, se pone de manifiesto el interés de la autora de construir una sociedad más justa y equitativa donde la producción se oriente a la satisfacción de las necesidades de la mayoría con la aspiración de eliminar la desigualdad y la pobreza, romper con la idea de la dependencia y ejercer nuestros derechos en completa y absoluta libertad.
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Iyari Ríos González es profesor en el Instituto de Estudios del Trabajo de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.
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