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Radiografía del movimiento obrero (IV)

Por Democracia Socialista


Este escrito pretende ser una contribución a la lucha obrera en Puerto Rico. Es nuestro interés generar una discusión lo más amplia posible con sectores del movimiento sindical y con personas afines a la lucha y que reconocen que la construcción de un mundo mejor debe ser dirigida y organizada colectivamente y desde la perspectiva de quienes producen las riquezas. En ese sentido, es un documento abierto y sujeto a enmendarse y a ser mejorado, producto de esa discusión y debate al interior de la clase. La forma de resolver la crisis del movimiento está por discutirse y desarrollarse. Adelantemos el proceso para que la clase obrera pueda convertirse en una fuerza dirigente de la sociedad justa y democrática a la que aspiramos.


[Nota de la Junta Editorial de momento crítico: por la extensión del documento, dividiremos su publicación en siete partes. Se publicará una parte cada domingo por los próximos meses. En el futuro, se hará una edición del documento descargable como folleto.]


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Aunque esta radiografía se concentra en ofrecer un cuadro o panorama de la clase obrera y el movimiento sindical, para entender la coyuntura actual es de ayuda tener una idea de lo que ha sido la historia del movimiento obrero en Puerto Rico. Para propósitos de este escrito, dividiremos la historia del movimiento obrero desde 1898 en seis (6) grandes etapas, cada una con sus respectivos cambios internos que responden a las transformaciones en la economía y en el movimiento sindical. En la tercera parte de esta serie ("Radiografía del movimiento obrero (III)"), hicimos referencia a la primera de estas etapas, caracterizada por el dominio de la Federación Libre de Trabajadores (FLT).


Segunda etapa dominada por la CGT


A la vez que la FLT se debilitaba y se creaban disidencias internas en el Partido Socialista, se empezó a hacer necesario un sindicalismo distinto en Puerto Rico. La necesidad de renovación sindical viene, entonces, no solo de la creciente burocratización de la FLT, sino también de su manera de acercarse a la organización laboral y la lucha sindical. Intentos de cambio interno, como Afirmación Socialista, una agrupación dentro del Partido Socialista que buscaba retar la burocracia sindical de la FLT y aumentar una política de lucha sindical, concluyeron con la expulsión de sus miembros.


Eventualmente, nace, en el 1940, la Confederación General de Trabajadores, una unión obrera militante que creció con gran rapidez y demostró las fuerzas y posibilidades del movimiento obrero puertorriqueño. Aunque parte del liderato tenía fuertes lazos con el Partido Popular Democrático, la CGT sostenía la necesidad de que el sindicato se mantuviera independiente de la política partidista, para así no replicar el modelo del Partido Socialista y la Federación Libre de Trabajadores [1]. Varios dirigentes importantes de la CGT vendrían de las filas del Partido Comunista.


Sin embargo, la vida de la CGT original fue breve y las consecuencias de su ruptura, duraderas. En palabras de Georg H. Fromm, "El desmembramiento de la CGT marca el comienzo de un período de decadencia y degeneración del sindicalismo puertorriqueño que todavía no ha sido superado definitivamente" [2]. La CGT surgió en un momento en que se creaban agrupaciones nuevas en distintos espacios de la vida social. El Partido Comunista de Puerto Rico se funda en 1934. El Partido Popular Democrático surge en 1938. La CGT en 1940. Por un periodo de tiempo, estas instituciones se fortalecieron mutuamente. Ya en 1940, la CGT tenía unos 80,000 miembros. Para 1942, la CGT reclamaba 150,000 miembros y agrupaba a unos 159 sindicatos. El ascenso del PPD es tan veloz como el de la CGT. El PPD gana con un 65% las elecciones de 1944. Pero el crecimiento eventualmente fue aparejado por un giro en la visión de Luis Muñoz Marín y del partido.


El PPD, bajo la dirección de Muñoz Marín, abandonaba la idea de la independencia para Puerto Rico y comenzó una guerra contra quienes defendían la independencia y la reclamaban al interior y al exterior del partido. Mientras tanto, al interior de la CGT también se producían fuertes divisiones que se vinculaban a dos temas: el del estatus (pues había una tendencia amplia que favorecía que la CGT se declarara a favor de la independencia) y el de la relación que debería haber entre la CGT y el PPD (un sector apoyaba una independencia del sindicato y del partido, mientras otro buscaba una relación más directa entre ambos espacios).


Durante este periodo, el Partido Comunista asumió una postura de alianza con el Partido Popular Democrático, bajo la política del Frente Popular promovida por los distintos Partidos Comunistas del mundo. Esta posición fue tan dramática que el propio partido se disolvió en el 1944.


Eventualmente, la CGT se divide en dos uniones en su tercer Congreso en 1945. La división fue en parte impulsada por los sectores afines al PPD [3]. Así, se constituye la CGT-Auténtica, liberada por dirigentes independentistas, y la CGT Gubernamental, aliada con el PPD, en lo que representó un duro golpe al movimiento sindical en la isla, y así dándole fin a este segundo periodo del movimiento obrero, según nuestro esquema, para iniciar el tercer periodo, que vendrá a ser caracterizado por la creación, expansión y hegemonía del Partido Popular Democrático y sus proyectos económicos, sociales y políticos. Eventualmente la CGT-Auténtica, que se mantenía independiente a las estructuras del PPD, se disuelve.


Tercera etapa: hegemonía del PPD y surgimiento del ELA: la llegada por invitación de los sindicatos internacionales


La hegemonía del PPD en el país tiene como una de sus consecuencias la hegemonía del partido en el movimiento sindical. Ya vimos parte de este resultado en la división de la poderosa CGT y la estrecha colaboración de parte de su liderato con el PPD. El proyecto económico del PPD durante las primeras décadas de su hegemonía política, Operación manos a la obra, tuvo un impacto importante en el desarrollo del movimiento sindical en Puerto Rico.


Uno de los fundamentos de este proyecto era traer al país empresas norteamericanas bajo cláusulas de exención contributiva y bajo la condición de proveerles mano de obra barata. De una manera paralela a la que se buscaba la “industrialización por invitación”, se propició la burocracia sindical por invitación. Muñoz Marín negoció la entrada a Puerto Rico de uniones de la AFL que se comprometían a respetar el concepto de que Puerto Rico se mantuviera como fuente de mano de obra barata para no ahuyentar las empresas norteamericanas [4]. Si bien es cierto que la AFL tenía una presencia importante en Puerto Rico desde inicios del siglo XX a través de la FLT, la diferencia sigue siendo importante: la FLT fue fundada en Puerto RIco y posteriormente se afilió a la AFL; ahora, a las uniones de la AFL se les “importaba” con auspicio del gobierno.


Posteriormente, la AFL y la CIO, previamente centrales rivales, vinieron a fusionarse en 1955, en un momento de declive de lucha para la CIO (acorralada, entre otros elementos, por la Ley Taft Hartley y la Guerra Fría). Por esta política sindical por parte del estado, varias uniones de la AFL-CIO comienzan a organizar trabajadores y trabajadoras en Puerto Rico.


Los intentos de continuar con un sindicalismo fuerte y clasista vinieron a chocar con estas diversas barreras sociales y políticas. La CGT-Auténtica no logró ser un polo duradero de lucha sindical; el intento de Juan Saez Corales de crear la Unión General de Trabajadores para organizar fuera de la Ley Taft Hartley fracasó. Hay que notar, sin embargo, la excepción que representó la llegada de la Unión Internacional de Tronquistas (los “Teamsters”) a Puerto Rico en 1958. Fue recibida con hostilidad por el gobierno. Poco antes, los Tronquistas habían sido expulsados de la AFL-CIO, siendo la organización obrera más grande de los Estados Unidos. La Seafarers International Union, dirigida por Keith Terper, que inicialmente cooperó con los tronquistas, se convirtió en su adversario principal. La batalla entre tronquistas y SIU duró más de una década. Los tronquistas lograron arrebatarle al gobierno y a los patronos conquistas económicas a través de una militancia importante, que hacía caso omiso de los partidos políticos y de las instituciones estatales patronales.


En resumen, las décadas iniciales del dominio del Partido Popular Democrático, del Estado Libre Asociado y de su proyecto económico colonial se caracterizaron, con respecto al movimiento obrero, por la profunda fragmentación del movimiento obrero posterior a la división de la CGT y la entrada de uniones internacionales, en gran medida con el auspicio del gobierno [5].


Cuarta etapa: Nuevo sindicalismo y surgimiento del Movimiento Obrero Unido


En las décadas del 50 y el 60, se dieron varios intentos fallidos de adelantar la unidad del movimiento obrero y sindical. Prevaleció la fragmentación y la división, además de la entrada de las llamadas “uniones internacionales”.


El surgimiento del Movimiento Pro Independencia, y posteriormente del Partido Socialista Puertorriqueño, considerado como un Partido de los Trabajadores, tuvo un impacto importante en la lucha sindical desde finales de los 60 y durante la década del 70. Ambas organizaciones se vincularon directamente a la lucha sindical del país, y varios de sus dirigentes fueron líderes destacados del movimiento obrero. Tuvieron una participación clave en el llamado Nuevo Sindicalismo, como se referían al desarrollo de un sindicalismo clasista, militante, y comprometido con la transformación social del sistema colonial-capitalista.


Con la retirada de Muñoz Marín en la década del 60, y el debilitamiento del PPD, se debilita a su vez el control del PPD sobre las organizaciones sindicales. En 1969 se produjo una importante huelga contra la General Electric en Palmer, Río Grande. La huelga tuvo mucho apoyo del movimiento sindical del país, así como del sector independentista organizado en el Movimiento Pro Independencia (MPI). El MPI comenzaba una campaña de vinculación con las luchas sindicales. El apoyo unitario a esta huelga, encabezada por el Sindicato de Maquinistas, afiliado a la AFL-CIO, fue importante para el surgimiento en el 1970 del Movimiento de Acción Sindical, precursor de lo que posteriormente se conocería en el 1971 como el Movimiento Obrero Unido (MOU) [6].


El MOU fue una organización sindical de gran importancia en diversas luchas importantes que se dieron entre 1971 y 1974, años en el que la tasa de sindicalización se acercaba al 20% de los trabajadores y trabajadoras en Puerto Rico [7]. El MOU llegó a tener una gran influencia y fue un apoyo importante a diversas huelgas que se dieron en este periodo. Muchos de sus dirigentes veían al MOU como un precursor de la construcción de una Central Única de Trabajadores en Puerto Rico.


A pesar de que el MOU tuvo un impacto grande en importantes luchas sindicales en estos años, ya para el 1974 se había dividido y debilitado grandemente. La lucha entre uniones locales y uniones internacionales, promovida por sectores independentistas y del PSP, así como el control que se alegaba pretendía tener el PSP sobre la central obrera, acabó dividiendo al movimiento sindical una vez más. También es necesario destacar la represión que sufrió por agencias federales, como el FBI, y que sin duda fueron factor determinante en su debilitamiento.


Es importante destacar que a pesar de que el MPI, y posteriormente el PSP, tuvieron gran influencia en el MOU, y de que estas organizaciones independentistas tenían posiciones altamente conflictivas con las uniones estadounidenses, la realidad es que entre los fundadores del MOU se destacan organizadores de la AFL-CIO. Entre los dirigentes principales del MOU se encuentra Pedro Grant (también dirigente del PSP), del Sindicato Internacional de Caldereros (Boilermakers), Peter Huegel, del Sindicato Amalgamado de Carniceros y Luis Escribano, de la Unión Gastronómica. Estas tres uniones eran uniones de la AFL-CIO.


Luego del debilitamiento y la división del MOU, se aprecia un aumento en las tasas de sindicalización en el sector público. Esto responde a las transformaciones en la economía colonial: posterior a la crisis económica del 1970, el sector público se expandiría como una respuesta a la debilidad del capital privado. En 1940, la administración pública representaba el 3.7% del empleo total; en el 1950, representaba el 7.7%; en el 1960, el 11.4%; en el 1970, el 15.5% [8]. Las uniones del sector público, en este momento, eran mayoritariamente uniones independientes, no afiliadas a las internacionales [9]. El gobierno se convertirá, por mucho, en el patrono más grande del país, y por tal razón no es extraño entender que una parte importante de la lucha sindical girará en torno a sindicatos de empleados gubernamentales, entre los cuales se destacan la Unión de Trabajadores de la Industria Eléctrica y de Riego (UTIER) y la Federación de Maestros de Puerto Rico (FMPR), en esta época todavía afiliada a la American Federation of Teachers (AFT).


Notas


[1] El trabajo más completo sobre la CGT sigue siendo la tesis de Kenneth Lugo del Toro, Nacimiento y auge de la Confederación General de Trabajadores. 1940-1945, Universidad Interamericana de Puerto Rico, 2013. A este, hay que añadirle la biografía política Francisco Colón Gordiany en la construcción del nuevo sindicalismo puertorriqueño (1928-1954), de Eduardo A. Matos Vidal. Ver también el artículo “La crisis económica y las elecciones de 1940 en Puerto Rico: la búsqueda de trabajadores de nuevas organizaciones para la lucha política y sindical”, Iyari Ríos, Revista Izquierdas, Núm 49, Septiembre 2020, http://www.izquierdas.cl/images/pdf/2020/n49/art219_4689_4714.pdf


[2] César Andreu Iglesias. Aproximación a su vida y obra, Ediciones Huracán, 1977, p. 25.


[3] Escribe Federico Quiñones en un trabajo para el Instituto de Relaciones del Trabajo de la UPR, “Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño” que: “Sáez Corales [uno de los dirigentes y fundadores de la CGT] fue llamado a la casa del Presidente del Senado, don Luis Muñoz Marín, y se le indicó que firmara un documento donde se reconocía a unos líderes políticos del Partido Popular de Muñoz Marín como líderes obreros de la C.G.T.; además se le señaló que podía ser sub-secretario del trabajo… Sáez Corales rechazó todo eso y no firmó.” Luego fue acusado por Muñoz y otros líderes del PPD de comunista y subversivo y enemigo de la industrialización del país. Véase https://sociales.uprrp.edu/relaciones-laborales/wp-content/uploads/sites/6/2016/06/breve-historia-del-mov-obrero-puertorriqueno.pdf


[4] “Los esfuerzos para implantar los planes de industrialización entraban en contradicción con un movimiento sindical unido y fuerte. En realidad, se visualiza como una amenaza para sus intereses. Uno de sus principios fundamentales fue ofrecer una mano de obra barata y estable que posibilitara a los inversionistas estadounidenses derivar buenas ganancias. En estas circunstancias, lo que permitía ese desarrollismo económico del colonialismo dependiente era la existencia de un unionismo economicista que, apenas aspirara a mayores conquistas que no fueran otra cosa que los salarios de subsistencia y los modestos beneficios marginales”. Jorge Ruscalleda Reyes, “El movimiento obrero y la transformación económica en Puerto Rico: sindicalismo y tácticas de control (1940-1964)”. Tesis de Maestría, San Juan: Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras, Facultad de Humanidades, Departamento de Historia, 2002.


Ver, también, el discurso de Luis Muñoz Marín titulado “Función del movimiento obrero en la democracia puertorriqueña”.


[5] “Al principio de los años 60 la fragmentación del movimiento obrero arrojaba el siguiente cuadro: 26 diferentes uniones norteamericanas y 122 uniones puertorriqueñas independientes. Existían además 16 distintas federaciones de uniones, 5 de las cuales estaban afiliadas al AFL-CIO”. Desafío y solidaridad. Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño, Ediciones Huracán, pp. 137-138.


[6] Para una historia del MOU, ver Carlos R. Carrión Crespo, “Hacia una historia del Movimiento Obrero Unido”, Publicado en sección Documentos de la revista Pensamiento Crítico Año XVIII, Núm. 82, Nov.-Dic. 1995.


[7] Según el Departamento de Trabajo de Puerto Rico, en 1970, había 116,000 trabajadores que pertenecían a organizaciones obreras. Constituían el 20% de todos los trabajadores asalariados. En Estados Unidos, un 22.6% del total de la fuerza de trabajo estaba organizada. En Puerto Rico, 30% de la manufactura estaba organizada, 55% de los trabajadores de la caña de azúcar, 61% en transportación, comunicaciones y corporaciones públicas, mientras solamente el 7% de las personas empleadas en la administración pública estaban organizadas. Ver: Miles Galvin, The Organized Labor Movement in Puerto Rico, New Jersey: Associated University Press, Inc., 1979, pp. 166-167.


[8] Los datos provienen del Cuadro 9 de Desafío y solidaridad. Breve historia del movimiento obrero puertorriqueño, Ediciones Huracán, p. 149.


[9] Desafío y solidaridad. Breve historia del movimiento obrero, Ediciones Huracán, pg. 148, 150.


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