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Observaciones en torno al suministro de agua en Puerto Rico

Por Pablo Segarra


Este escrito no es un análisis sobre la crisis del agua como tal porque nuestros problemas con relación al agua emanan de la incapacidad y el desorden de los que la manejan. Hace varias décadas – 1994 en el periódico Claridad (24 de junio) – publiqué un artículo sobre este problema: "Más sequía de ideas que de agua". Hoy, casi 30 años después, la situación del suministro de agua no ha mejorado. Basta con un período de cinco o seis meses con lluvias bajo lo normal para que nos cierren la pluma de agua con racionamientos que nos mengüan la calidad de vida. Cuando nos estaban empujando el proyecto del ACUEDUCTO NORTE DE PUERTO RICO al costo de cientos de millones de dólares, eufemísticamente llamado el súper tubo, se nos aseguró que la ejecución de este proyecto pondría punto final a nuestras angustias vinculadas a la falta de agua. Fui una de las pocas voces que no se tragó este anzuelo. Repito brevemente mis argumentos en contra de este proyecto y fundamento mi oposición en beneficio de los jóvenes de esta generación que no habían nacido cuando se gestaban estas soluciones mágicas. Traigo el tema porque la falta de agua está en boga, nuevamente.


Un poco de historia


La propuesta del gran ACUEDUCTO DE LA COSTA NORTE traería de 75 a 100 millones de galones de agua diario (MGD) desde los embalses de Río Grande de Arecibo y del embalse de Caonillas, localizado entre Utuado y Arecibo, hasta San Juan, zona metropolitana. ¿El costo económico?, una bagatela, 300 millones de dólares que en nuestro país siempre terminan multiplicándose por dos o tres veces lo presupuestado. En síntesis:


1. Este proyectado acueducto era innecesario, pues la zona metropolitana tiene abastos de sobra. Veamos. El embalse de Loíza, mejor conocido como Carraízo por el barrio donde está ubicado, es suplido por una cuenca hidrográfica (área de captación de agua por el embalse) de 200 millas cuadradas que descargan al embalse: Río Grande de Loiza, el río más grande de Puerto Rico, río Valenciano y río Gurabo. En esta zona, la lluvia anual es cuantiosa, un promedio de 72 pulgadas anuales, con la advertencia de que la precipitación varía de un año para otro. Es por esa razón que los hidrólogos nos hablan de abasto seguro (abasto de agua durante el 99 por ciento del tiempo). El embalse de Loíza tiene un abasto seguro de 100 millones de galones diario y con solo pequeñas modificaciones este abasto puede subir a 125 millones de galones diarios. La relación entre este abasto de agua y el tamaño del embalse es tal que basta con un aguacero de 6 pulgadas de agua para que el lago se desborde. Estudios realizados muestran que de cada 14 unidades de agua que entran al lago, una unidad es procesada por la Autoridad de Acueductos (AAA) y 13 se van por encima del embalse.


El río La Plata suple una cantidad de agua parecida a Carraízo con 80 MGD. Si a esta cantidad le sumamos el agua del río Bayamón y el río Guaynabo, así como agua subterránea que puede suplementar estas fuentes superficiales comprobamos que el Acueducto Norte no era necesario. Todas estas fuentes de agua sumaban 200 millones de agua diariamente, mientras el consumo en ese momento era de 125 MGD.


2. El Súper Acueducto Norte no resuelve el problema. El racionamiento del suplido de agua de este año nos demuestra que el tiempo nos dio la razón, pues tras solo dos o tres meses de escasa precipitación reapareció el pánico. La razón es obvia. La AAA produce 450 MGD a nivel nacional pero solo factura 240 millones; otros 20 millones MGD son usados para limpiar los filtros, y el resto, 180 MGD, desaparecen como por arte de magia. Una parte se va por los salideros ya deteriorados por los años por la red de distribución. Una cantidad de agua se la roban. El resto del agua no se sabe si la producen, pues muchas de sus plantas de filtración carecen de metros para medir el agua procesada.


Por otro lado, los embalses de Caonillas y Dos Bocas están tan sedimentados como Carraízo. Su red de distribución – que incluye Hatillo, Camuy, Arecibo, Manatí, Barceloneta, Vega Baja, Vega Alta, Toa Baja, Toa Alta, Dorado, Bayamón y parte de Carolina – le extraen agua al súper tubo a todo lo largo de la costa Norte. Obviamente, no hay cama pa’ tanta gente. El proyecto contemplaba originalmente dragado rápido a Dos Bocas para aumentar las reservas de agua, labor que nunca se realizó. También contemplaba el dragado de Carraízo, el cual sí se realizó, tras implementarlo de forma disparatada, que elaboraremos más adelante en este escrito. Sobre la planta de filtración Sergio Cuevas a ser rehabilitada, se nos ha informado muy poco, pues la AAA tiene por norma informar mal al pueblo. Es probable que esta actitud proceda de que ellos, los mismos ejecutivos, desconocen mucho de lo que ocurre dentro de la misma AAA y las implicaciones negativas de sus actos. Hago estas afirmaciones sin ambages, pues llevo más de 50 años pendiente al problema del agua. Este abandono ocurre a pesar de que tienen a su disposición asesoría de excelencia. Por ejemplo, su Declaración de Impacto Ambiental Preliminar sobre la construcción del Súper Acueducto de la Costa Norte es sencillamente una joya, extraordinario documento con gran rigurosidad y objetivismo en casi la totalidad de su contenido, que cualquier individuo con alguna preparación académica y no necesariamente hidrólogo o ingeniero ambiental, después de estudiarla detenidamente como este que escribe, hubiese llegado a las mismas conclusiones que he llegado: el Acueducto del Norte no es la solución más adecuada para que no nos racionen el agua. Francamente no creo que en la AAA estudiaron ese documento, ni muchos otros de la autoría de más de 25 compañías especializadas que trabajaron en la guía de Declaración Ambiental.



(Compuertas de Carraízo.

Foto: MtMeléndez)


3. Este proyecto tiene un impacto ambiental negativo. No creo que los que le dieron luz verde a este proyecto se hayan planteado que el agua que traían para la zona metropolitana se la estaban quitando a la delicada región del carso en Arecibo y sus alrededores. El recurso más importante de la costa norte de Puerto Rico es el agua subterránea. La recarga de ese acuífero ocurre en gran medida gracias a afluentes del río Grande de Arecibo y el río Tanamá. Si ese río lo trasvasamos mediante un tubo de 8 pies de diámetro al son de 100 MGD, no veo cómo en un periodo de lluvias escasas se va a recargar ese acuífero. Ese acuífero desde Aguadilla a Loíza se extiende por un área de 600 millas cuadradas, está constituido por agua de excelente calidad, suple 20 por ciento de la demanda de agua en Puerto Rico y es la fuente que utiliza la importante industria farmacéutica, así como el sector ganadero más importante de nuestra isla. Aunque los desarrollistas podrían deducir que no habrá problemas con el trasvase de 100 MGD desde el área del acuífero, no hay certeza.


El otro aspecto ambiental relevante a considerarse en la región costera del carso se relaciona con los diques de arena que se forman en la desembocadura del Río Grande de Arecibo, y subsiguiente retención de agua salada (cuña salina) y el descenso de nivel freático y subsiguiente penetración de agua salada desde el mar hacia el río, con todas las implicaciones que conllevan estas alteraciones ecológicas muy bien descritas en la Declaración de Impacto Ambiental del Acueducto de la costa Norte.


De todas maneras, el Acueducto de la costa Norte ya se construyó. No solo no resolvió el pseudoproblema del agua de entonces, sino que no ha resuelto el problema de ahora, a pesar de que nuestra población ha disminuido considerablemente. El balance final fue el gran incremento de la deuda de la AAA con sus bonos reducidos a chatarra y la pérdida del crédito.


La red distribuidora de agua, con miles de salideros y tubería obstruida, pozos mal manejados y válvulas defectuosas son las que explican las rápidas crisis de “sequías” que experimenta el país actualmente.


Los sedimentos en los embalses y su remoción siguen en compás de espera, temas que vamos a abordar a continuación.


Los sedimentos y aspectos relacionados al dragado de los embalses.


Cuando llueve, sobre todo si esta es copiosa, una parte del agua es captada por la vegetación, siendo el bosque con su espesa alfombra de hojarasca y restos vegetales el retenedor de gran parte del agua, así como reduciendo la erosión y deslizamiento del terreno. Otra parte es filtrada por el terreno y las rocas porosas y va a los acuíferos, una importante fuente de agua que al aflorar a la superficie constituye los manantiales, arroyos, quebradas y ríos o puede depositarse en los humedales. Los humedales son áreas de extraordinaria importancia para la reproducción de flora y fauna silvestre. No quiero pasar por alto el mangle, arbusto emblemático del humedal, que es un excelente secuestrador de dióxido de carbono que es un gas de invernadero importantísimo. El resto del agua se va en escorrentía como agua superficial que arrastra partículas sólidas de distinto tamaño y densidad. Esta escorrentía finalmente llega al embalse donde obviamente pierde velocidad y se deposita selectivamente, según la densidad y el tamaño de las partículas. Primero se deposita la grava, luego la arena, después tierra en partículas finas. Hay partículas mucho más pequeñas dispersas en el agua, llamadas partículas coloidales, que son las que alborotan el agua. El agua llega al mar cuando el embalse desborda creando turbidez en el agua costera y afectando sustancialmente el ecosistema coralino. Afecta además el proceso de fotosíntesis sobre algas y fitoplancton y las cadenas biológicas. Todos estos procesos hacen de la ecología un proceso sumamente complicado y con frecuencia ignorado por tecnócratas, burócratas y los que ven el mundo como una finca para explotarla.


Expusimos en un principio que en Puerto Rico no hay falta de agua. Pero es indispensable almacenar reservas de esta para periodos prolongados de lluvia escasa. Esa función la realizan los embalses y el agua subterránea. Los sedimentos reducen el tamaño de la vasija que es el embalse, reduciendo el agua disponible no sólo en cantidad sino también en calidad pues recargan el contenido de compuestos disueltos como fosfatos y nitratos que incrementan la flora acuática con jacintos y algas. Estas plantas a su vez son ingeridas por bacterias y otros microorganismos que consumen el oxígeno en el agua. Este proceso se conoce como eutrofización. Afectan negativamente el sabor, el olor y la calidad del agua potable, encareciendo su purificación. El aumento en la cantidad de cloro utilizado para potabilizar el agua, produce clorometanos que son probablemente cancerígenos. Nótese que todo este proceso es un laberinto donde todos los caminos se entrecruzan, por lo que no debemos verlo de forma aislada.


Varios años atrás la AAA contrató a una compañía de New Jersey, Week’s Marine, para dragar una parte de los sedimentos de Carraízo. Se contrató para extraer 11 millones de metros cúbicos sedimentos del fondo del lago por la suma de 60 millones de dólares. Las sartas de disparates cometidos en la concepción del proyecto son interminables. Cavaron dos enormes cunetas más arriba del lago, a la orilla del río. En ellas depositaban el babote extraído, 95% agua. La podredumbre y la pestilencia trajo protestas de comunidades aledañas en el sector Santa Bárbara. Al final, apenas removieron un 10% de la cantidad requerida, pero esos son los estilos de la AAA.


Recientemente visité en varias ocasiones la entrada del río al lago Carraízo y le di seguimiento a una inspección que vengo realizando desde hace décadas. Existe allí gran cantidad de cuerdas de terreno llano pegado a la carretera, repleta de arena excelente para la construcción. Con estos materiales se puede pagar una gran parte de los gastos del dragado. La represa del embalse Carraízo fue diseñada en los años 50 por un ingeniero puertorriqueño de primera calidad mundial, Antonio Luchetti. Le construyó tres salidas a diferentes niveles para que escaparan los sedimentos. ¡Las tres salidas están obstruidas! ¡Cosas veredes, Sancho!


Otros aspectos de la sedimentación.


Es evidente que la forma más económica de reducir los sedimentos es no produciéndolos. La cantidad de sedimentos arrastrados por las lluvias dependen de la topografía, estructura del terreno y la forestación, que son factores que a veces están fuera de nuestro alcance. Pero sí hay otros factores que son antropogénicos como urbanización de las cuencas hidrográficas y las carreteras pavimentadas que reducen la absorción de agua y aumentan la escorrentía. La canalización de ríos y quebradas aumentan la velocidad del agua y la erosión. Cuando una quebrada al natural se desborda los sedimentos se depositan en las orillas y a la vez recargan el acuífero. Por supuesto, sería preferible no construir nuevos embalses, pero, de ser necesarios, es oportuno hacerlo fuera del cauce del río como el realizado en Fajardo.

(Ilustración de vector4stock)


Nota final. Este artículo ha sido redactado con la intención de que la mayoría del pueblo adquiera algunos conocimientos básicos sobre el agua. Es decir, no esperen una estricta rigurosidad técnica o científica. Cualquier comentario, observación o señalamiento es bienvenido.


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Pablo E. Segarra es médico, agrónomo y ambientalista.

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