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“Las contradicciones vivas de la coyuntura”: Conversación con Francisco Fortuño Bernier

Segunda parte

Por Josean Laguarta Ramírez



Nota editorial de momento crítico:


Compartimos la segunda parte de la entrevista del investigador Josean Laguarta Ramírez al compañero Francisco Fortuño Bernier. Incluimos la nota introductoria del autor.

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Nota del autor:


¿Cómo pensamos la estrategia de izquierda en Puerto Rico ante el momento político actual? Francisco Fortuño Bernier fue militante de la Unión de Juventudes Socialistas (UJS-MST) y de los Comités en Defensa de la Educación Pública (CEDEP) durante la Huelga de Estudiantes de la UPR de 2010-2011. En el 2014, fue una de las personas entrevistadas como parte de mi investigación de tesis doctoral sobre ese proceso. La conversación que aquí se recoge es un producto revisado en colaboración y parte de una discusión que llevamos desarrollado durante más de una década. También es parte de mi investigación en curso sobre la crisis del capitalismo colonial y la tradición radical puertorriqueña.


Josean Laguarta Ramírez: Háblame un poco de tu experiencia al regresar, no solo a Puerto Rico, sino a la UPR, después de diez años fuera.Volver ya no como estudiante, sino como profesor. Me has hablado un poco de eso antes, pero a un nivel un poco más personal, ¿Cómo se siente? ¿Cómo se sienten los espacios? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué no? ¿Cómo te afecta, qué reacción provoca en ti este regreso?  


Francisco Fortuño Bernier: Ahora tengo que remitirme a un campo de acción distinto dentro del sindicato de los profesores y también en la batalla de las ideas, en la batalla cultural. Que va de la mano con que cuando los estudiantes se vayan a la huelga, alguien los va a tener que defender, porque por lo menos en el 2010, cuando los estudiantes nos fuimos a la huelga, hacían falta más intelectuales, más profesores, que nos defendieran. Porque muchísimos nos atacaron. Algunos nos defendieron, ciertamente. Pero siempre van a hacer falta más. Ahora que se lanza a las elecciones la Alianza, etcétera, hace falta gente que dé esa batalla también. Porque la batalla político-cultural-ideológica que viene, la ofensiva, ¡no va a parar! Porque es algo distinto, porque es algo que no ha pasado antes, porque es algo complicado, porque es algo difícil de aceptar. Y porque es una amenaza.


¿A qué nivel es una amenaza, dentro o fuera del sistema? Yo creo que esa es una pregunta que la podemos hacer después, en retrospectiva. Pero en este momento, ahora mismo, tenemos la oportunidad de “halarlo” hacia los proyectos políticos emancipatorios de los que llevamos hablando, y plantear un accionar dentro de la política electoral que es más parecido, en cierto modo, ¡al accionar del movimiento estudiantil! que a cualquier otra cosa. Es más parecido a reproducir la actitud hacia la sociedad que uno encuentra en una huelga, que otra cosa. Incluso, cuando tomas a un grupo como el PIP, que de momento se ve forzado a no actuar simplemente como el repositorio de la vergüenza independentista. ¡Ya eso no sirve! Ellos pueden seguir haciendo eso después de estas elecciones. Pueden volver a eso, está bien. Pero si actúan de esa manera, les va a ir mal en estas elecciones.


¡Y ya sacrificaron el hacer eso! Lo que sacrificaron fue la marginalidad. O es un intento de sacrificar la marginalidad. ¡Y eso está bien! No tenemos que ser simplemente el grupo que atestigua que no todo está bien en esta sociedad. Podemos ser el grupo que intenta dar un golpe. Eso es lo que está ocurriendo ahora mismo. Llevamos cogiendo golpes fuertes por una década. En el 2009, dijimos: este es el inicio de una década de lucha de clases. ¡El balance de la década de lucha de clases es que perdimos! Porque en la lucha de clases, gana una clase, o gana la otra. La nuestra no ganó. ¡Pues hay que buscar algún sitio desde el cual golpear, contraatacar! Y reconstituir. 


JLR: ¿Y cuál es tu mejor pronóstico, por llamarlo de alguna manera, sobre lo que puede pasar en las elecciones del  2024? Para ti, ¿cuál es el mejor escenario posible? Y si ese mejor escenario posible se da, o quizás un segundo escenario que no sea tan favorecedor: ¿cuál sería el “próximo paso a seguir,” por así decirlo?


FFB: El mejor escenario de lo que podría pasar en las elecciones del año que viene, es que la Alianza gane todo. Ese es, objetivamente, el mejor escenario. 


JLR: ¿Por qué? 


FFB: ¡Porque si uno va a unas elecciones, tiene que estar dispuesto y preparado para ganar! Ese tiene que ser el objetivo, uno no puede disputar unas elecciones con otro objetivo que no sea ese, ganarlo todo. Es el escenario que precipitaría un enfrentamiento político monumental dentro de la sociedad puertorriqueña. Un enfrentamiento de voluntades, tanto dentro de la Alianza, como fuera, entre la Alianza y los intereses económicos dominantes del país. No tenemos que llamarnos a engaño: la Alianza tiene diversas facciones dentro de ella, empezando por los dos partidos, y si se uniesen suficientes personas, suficientes grupos, como para llevarla a ganar las elecciones, pues habría un sinnúmero de contradicciones internas.


Eso lo ha planteado medio mundo, todas las columnas del Nuevo Día sobre la Alianza plantean eso: que ahí lo que hay es una tensión entre diversos grupos, etcétera.Eso, de un lado. De otra parte, si ganáramos todo, enfrentaríamos una situación parecida a lo que enfrentó Syriza en Grecia cuando ganaron. Donde toda la institucionalidad estaba puesta en contra para obligarlos a asumir que lo que iban a hacer, no iba a cuestionar el poder político seriamente.


JLR: ¡Y lo lograron! ¡La institucionalidad, en el caso de Grecia, neutralizó por completo cualquier amenaza que Syriza pudiese haber representado! 


FFB: Lo lograron, sí. ¡Exacto! Eso es una posibilidad: la posibilidad de que ganemos, y comoquiera nos derroten. Yo prefiero que nos derroten el día después de las elecciones, si ganamos las elecciones. No quiero que nos derroten el día de las elecciones. Si me dan un día más, lo cojo. Ahora, si el día de las elecciones no pasa eso, no ganamos todo… Eso es relativamente probable. Bueno, ¡pues vamos a ver si ganamos algo!


Si ganamos la legislatura, por ejemplo. O suficiente apoyo dentro de una cámara de la legislatura, como para controlarla. Eso en sí convertiría a la Alianza en la oposición principal de Puerto Rico, desplazando al Partido Popular. Si la Alianza se puede convertir en una fuerza real de oposición, con capacidad parlamentaria para ser un contrapeso diario al poder político del PPD y el PNP, y para ser un contrapeso a la amenaza de la radicalización de la derecha a partir de Proyecto Dignidad, pues la Alianza  habrá  cumplido un papel fundamental.


Incluso si simplemente logramos ganar varios puestos legislativos para constituir un grupo parlamentario de la Alianza, un grupo legislativo de la Alianza que se enfrente diariamente a ellos. También eso es una posibilidad. ¡Que sería buena, que sería positiva! ¿Por qué? Porque nos pone en posición de salir adelante en las próximas elecciones. Si se ganaran alcaldías, desde ahí construir eso. ¡Está claro! O sea, el camino... lo que pasó  cuando se lanzó la Alianza fue crear la posibilidad de una estrategia que no existía anteriormente. Esa estrategia es la creación de un movimiento político en el espacio electoral, que tiene que concebir unos objetivos inmediatos, pero también tiene que entenderse que esos objetivos inmediatos no son los únicos que pueden existir. Si no podemos ahora, pues hay elecciones en cuatro años.  


JLR: Y ante la crítica de algunos sectores de que, por ejemplo, en el MVC hay personas, figuras del sindicalismo, que en la historia reciente, han “traicionado” o han actuado de maneras conducentes a la derrota de diferentes luchas,del movimiento obrero, de la izquierda. Y que si la Alianza ganara unas elecciones, y entonces viene una ofensiva de la derecha y de la clase dominante, pues esos sectores nuevamente van a traicionar, van a entregar… ¿Qué tú responderías?


FFB: Yo me puedo acercar a ese planteamiento de dos formas. Uno, aceptarlo y hacer una profecía auto-cumplida, me salgo, y le entrego el proyecto a la gente que supuestamente son así. O dos, puedo asumirlo como que, “Tú puedes estar ahí, pero entonces, ¡tú también vas a tener que bregar conmigo, que estoy ahí! Porque yo soy incondicional de la clase trabajadora, yo no me voy a rendir”  etc. ¡Pero esto es lo que ocurre en todos los sindicatos!


Y entonces, pretender que eso simplemente es una contradicción del espacio electoral y de los partidos políticos, pues mira... el líder más vocal del MVC, es Manuel Natal. En la huelga de la Universidad de Puerto Rico, Manuel Natal estaba en el portón de Derecho, y yo estaba en el portón de Sociales. En las asambleas, los dos estábamos parados, y apoyábamos, a veces cosas iguales, a veces cosas distintas, éramos parte de un movimiento conjunto. El hecho de que en la universidad en aquel momento, Manuel Natal y la UJS, y los grupos que él representaba, pudiesen participar de ese mismo movimiento, contribuyeron a la fuerza de ese movimiento en ese momento. ¡Eso lo puede reconocer cualquier persona que pueda ver lo que pasó en el 2010 y en el 2011!


Y esto yo lo discutí en la entrevista anterior, ¿no? No que yo tenga un apego excepcional por la terminología vanguardista, pero vamos a decir que yo soy la vanguardia. O que los socialistas y los independentistas somos la vanguardia dentro de un movimiento social, o dentro de la sociedad. ¿Cuál es el objetivo? ¿Depurar nuestro movimiento hasta que quede la vanguardia sola? ¿Para qué? ¿Para que nos echen hacia un lado? ¿Qué es una vanguardia? Nada. ¿En sí? Es un grupo... ¿Si se aísla? Pues no es nada. Claro, yo rechazo en cierto modo el concepto de la vanguardia, no fundamentalmente, sino en el sentido de que nos pone en una posición frente a la sociedad de creernos que tenemos ciertas garantías, de que estamos más adelante, más avanzados, etc. Yo no creo que eso sea así, prefiero la metáfora que estaba usando anteriormente: la metáfora del espacio, del lugar, o del escenario de lucha política.


JLR: Sí, yo creo que hay como cierta reticencia de parte de ciertos espacios organizados de la izquierda en Puerto Rico. Quizás no se admite abiertamente, pero un anti-electoralismo... o tal vez es algo sobre el escenario nacional, que mete algo de miedo, porque ya eso es demasiado, porque ya es un punto que te acerca más al poder político, y ahí sí que no puedes compartirlo con estas personas que, desde cierta perspectiva, pueden estar  alineadas con intereses contrarios.


FFB: Hay una praxis de la paciencia que yo creo que tiene dos vertientes. Una vertiente es la paciencia inactiva del que espera que las cosas le caigan en el plato. Hay otra versión de la paciencia estratégica, que es una paciencia activa, donde se están haciendo cosas directamente. O sea, pararse y decir, “¡Sí, aquí hay un partido que está dispuesto a tomar el poder!”.  Pero eso no ocurre en solitario.


En ese sentido, se trata de esa perspectiva de la coyuntura histórica como algo que tiene que cuajar para que entonces, finalmente, nos llegue “nuestro turno”. ¡Pues quédate, siéntate ahí a esperar, porque no va a llegar tu turno! Tú acabas de mencionar el problema de si la escala asusta, o si la escala nacional parece un espacio que no es propicio para la acción política. Yo creo que cuando comienzas a pensar en este otro espacio, necesariamente cambian las tareas políticas que tienes que enfrentar. Y las tareas que tienes que darte van a tener que ser tareas que estén en congruencia con una coyuntura política más amplia. Y con una escala más amplia. Pues sí, las tareas van a ser distintas, y algunas son retantes, y algunas no son a lo que estamos acostumbrados en la práctica histórica de la izquierda.


Pero el no retar nuestros planteamientos estratégicos, es no tener planteamientos estratégicos. ¡Es el asumir que somos un espectáculo revolucionario! Y yo no quiero ser un espectáculo revolucionario. Tampoco quiero ser un performance de novedad, al margen de lo que es importante, simplemente ¡por su vanguardismo estético! ¡Eso está bien! Eso está bien en la literatura, eso está bien en las artes plásticas, eso está bien en el teatro. En la política, hay momentos en que es necesario hacer eso, y está bien que se haga, incluso si está desconectado del momento. Yo no tengo ningún problema con eso. Si surgiera en Puerto Rico un nuevo situacionismo, yo pienso que eso sería excelente. Si hay alguien que quiere hacer eso, bien, pero a mí, no me interesa. A mí me interesa la política de masas. A mí me interesa la política que está proyectada, que se proyecta, hacia una posibilidad colectiva mucho mayor que el horizonte que tiene la izquierda tradicionalmente en este país.


JLR: Es interesante, porque en la izquierda socialista, durante estas últimas décadas que nos tocó vivir en Puerto Rico, ha habido una crítica muy fuerte a las personas que plantean que no se pueden hacer ciertas cosas porque “las condiciones no están dadas”. La respuesta siempre es que las condiciones nunca van a estar dadas por sí solas. Incluso hay gente que dice que uno tiene que crear las condiciones. Pero entonces, con esta cuestión electoral, ahora que se está planteando seriamente, no solo la participación, sino incluso la posibilidad de una victoria electoral de sectores de izquierda, parece que se revierte en cierto sentido el argumento. 


FFB: Claro. Hay cosas para las cuales uno puede no estar preparado, en mejores condiciones que otras. Una de las objeciones que hacía el MST al accionar, por ejemplo, de la lucha armada a principios de los ‘80s, es que es un accionar que no toma en cuenta la capacidad del independentismo para resistir la reacción y la represión que desata una acción militar. Y que eso hay que tomarlo en cuenta, porque eso no solamente afectaba a quienes llevaban a cabo la acción, sino a toda la izquierda. Eso es algo para lo que tú puedes no estar preparado, que es más nocivo que lo que tú describes. Si no estamos preparados para lo que puede pasar si ganamos las elecciones y nos atacan, ¿qué es aquello para lo que no estamos preparados? Bueno, para lo que no estaríamos preparados si alguien se decidiera a lanzar una campaña militar, es para un tiroteo, o para terminar presos 30 años. Para lo que no estamos preparados si ganamos las elecciones, puede ser que sea perder unas elecciones. O pasar un periodo de crisis institucional, o crisis constitucional, o la utilización de las cortes para atacar... como está ocurriendo ya, con Mariana Nogales, por ejemplo. La movilización de la opinión pública. ¿Nos van a tirar los Marines si gana Juan Dalmau las elecciones?


¡Ha habido más movimientos que victorias! [risas] Y para mí, en cierto modo... yo llevo diciendo, y en mis momentos más optimistas, digo: “Ya ganamos.” ¿Por qué? Porque todo lo que ocurra de aquí en adelante, es ganancia. Para quienes llevamos cogiendo galletas desde 1868... [risas] 


JLR: Desde ciento veinte años antes de haber nacido… ¡Ajá! 


FFB: ¡No podemos perder! ¿Qué significa perder ahora mismo? O sea, no veo cómo lo que se está haciendo ahora mismo, desde el PIP, desde el MVC, e incluso desde fuera de... pueda llevar a que terminemos en el 2025 en una situación peor que la que tenemos en el 2023. Incluso, si hay una debacle en las elecciones, y si se reconstituye el bipartidismo… que es una posibilidad. Los sistemas políticos se reconstituyen. 


JLR: Digo, el peor escenario posible, ¡es una victoria de Proyecto Dignidad! Que no creo que pase por ahora, pero... 


FFB: ¡Claro! Bueno, vamos a mirar a Argentina. Estados Unidos, donde las posibilidades de que en las próximas elecciones gane Trump... 


JLR: Brasil, en el cuatrienio anterior... No, y además, el monstruo de Proyecto Dignidad ya salió de la caja. Eso no hay forma de volver a meterlo, y de hecho, se puede argumentar que la mejor forma de hacerle frente es precisamente con un proyecto de izquierda electoral que esté fuera del bipartidismo. Por lo menos en este momento de la coyuntura. 


FFB: Sí. En este momento, van a las elecciones tres fuerzas reaccionarias: el PPD, el PNP y Proyecto Dignidad. Van, a esas mismas elecciones, una fuerza unida entre dos facciones progresistas, democráticas, populares: el PIP y MVC en la Alianza. Yo creo que a nosotros nos falta otro elemento para enfrentar tres a tres: que es el movimiento en la calle de la Alianza. La Alianza, no como un entendido en una papeleta, sino como movimiento social, como un movimiento de identidad política que supera al PIP y MVC.


Y es necesario, porque en estos momentos, Juan Dalmau tiene que poder decirle a la gente: votar por mí es votar por algo más que el PIP. Es votar por la Alianza, es votar por el pueblo, es votar por el país, es votar por la esperanza, etcétera. Manuel Natal tiene que poder hacer lo mismo en San Juan. Plantear, “yo no soy simplemente el candidato del MVC, yo soy el candidato de algo que va más allá de mí mismo, que va más allá de un grupo”. Eso en sí, esa política—que es una política, en este caso, que está alineada más hacia la izquierda que no (todo el mundo lo puede reconocer)—es una política que implica reproducir, hasta cierto punto, la lógica de un movimiento social dentro del espacio político. La lógica organizativa de un movimiento social dentro de un espacio político, que está tradicionalmente organizado en partidos políticos “catch-all” [atrapa-todo], también en el sentido de su indefinición ideológica y su compromiso con un sistema de alternancia. Porque lo que es el PPD y el PNP, es indistinguible ideológicamente, es simplemente dos facetas distintas para un mismo proyecto. No son dos proyectos distintos.


La existencia de la Alianza plantea dos proyectos distintos. Y plantea la necesidad de la constitución de un movimiento de masas, para que ese proyecto distinto pueda retar y disputar el poder político como está constituido en Puerto Rico. Que está fragmentado, que está en ruinas. En ese sentido, la Alianza es como la identificación de una grieta, y el intento de abrirla lo más posible. Eso es lo que hay. Hay un sistema político fragmentado. Y una parte de ese sistema político está diciendo: “a nosotros nos interesa reventar esto”. ¿Por qué? Porque hay un segmento del pueblo que no puede más. Y ese segmento del pueblo le está diciendo al pueblo, “nosotros somos el pueblo”.  


La Alianza es un hecho populista. En el sentido más claro de la palabra, y en el sentido más positivo de la palabra. Y eso no hay que negarlo. Yo creo que la Alianza es populista. MVC es populista. Juan Dalmau es un líder populista, aunque el PIP no sea un partido populista. Pero opera en estos momentos como un partido populista también. Y lo que está haciendo es instanciar esa diferencia, esta distinción, escindir los caminos en estos momentos. ¡Y eso es algo positivo para la sociedad puertorriqueña! Porque lo que está haciendo es venir a trazar una nueva línea divisoria. 


JLR: Hablamos de Syriza ahorita, fuerzas como Podemos en España... que la Alianza se quedara en lo que se quedaron esos dos proyectos, Syriza y Podemos, sería para ti un avance para la lucha política en Puerto Rico. 


FFB: Si llegamos a la mitad de lo que hicieron esa gente, sería un avance. Porque las cosas no se acaban en el 2024. No es el fin de nuestro accionar político. Ahora se está ensayando algo que no se ha ensayado anteriormente. Después de esto, plantearnos la participación en las elecciones, plantearnos la participación en la política nacional, va a tener que tomar en cuenta lo que se está haciendo ahora mismo. Es, en cierto modo... uno puede decir que la lucha de Vieques transformó las luchas sociales en Puerto Rico. Y después de la lucha de Vieques, todas las luchas sociales hacen referencia a la lucha de Vieques. En 1939-40, la aparición del PPD transformó la política puertorriqueña, y todos estamos haciendo referencia a un gesto político que ocurrió hace casi cien años. Esto es lo que está pasando ahora mismo. Instanciar algo nuevo, dentro de la política puertorriqueña. 


JLR: Sí, que eso pudiera ir en cualquier dirección, pero no importa. Para abrir la mera posibilidad de una u otra dirección, tiene que darse un proceso.


FFB: Para volver a por qué yo cambié de posición sobre la participación electoral: porque la consigna del Partido del Pueblo Trabajador, “Abre paso”, era cierta. Hay que hacer cosas que tienen sus contradicciones y sus límites, pero las tienes que hacer para que haya posibilidades para hacer otras cosas. ¡Es que eso es la lucha social! Lanzarnos a hacer algo que nos va a permitir, o que les va a permitir a otros, hacer algo en el próximo paso. Y si uno quiere ver la independencia, o quiere ver el fin del capitalismo, o quiere ver la igualdad, o lo que fuera, pues hace falta hacer estas cosas. Los balances se pasan cuando pasan las cosas. Y no se puede estar haciendo balances antes de que ocurran. Ahora mismo, se puede hacer un análisis al paso con los eventos.


Y esa es otra de las cosas que a mí me interesan, que es algo que yo creo que era positivo, por lo menos, de mi participación en la UJS, el MST. Que es… en un momento de intensidad en la lucha política—en la Huelga de los Maestros [de 2008], en la Huelga de la Universidad [de 2010-11], y después… es una práctica política bien inmiscuida en el momento. En la tarea presente. En tener que comprender cuales son las contradicciones vivas de la situación, de la coyuntura. Y la participación en las elecciones—¡La participación en las elecciones para tratar de ganarlas! No la participación en las elecciones para tratar de continuar siendo un grupo marginal—te fuerza a hacer eso. Te fuerza a estar en sintonía con una coyuntura. Te fuerza a tener que pensar esa coyuntura, de tener que actuar dentro de ella, incluso antes de pensar dentro de ella, porque en la política hay que estar respondiendo constantemente. Y esa prueba construye capacidad política de transformación aceleradamente. 


Volviendo a la idea del partido de cuadros de combate. ¿Qué es un partido de cuadros? Una organización con la capacidad de incidir dentro de la sociedad, e impulsar unas transformaciones. ¿Qué es un cuadro? Un militante que se vincula directamente a su realidad, de forma tal, que empieza a hacer cosas. A hacer qué cosas pasen. Que empieza a hacer un nexo entre personas descontentas, empieza a organizarlas. Bueno, ¿qué ocurre dentro de un proceso electoral? ¡Eso se da aceleradamente! El desarrollo de la gente que tiene que hacer eso. Militantes que tienen que lanzarse, pueblo por pueblo, a organizar. El partido tiene que proyectar y plantear una concepción de la realidad, y hacerla aceptable a la sociedad. ¡Tiene que ser un intelectual! Tiene que organizar, a partir de eso. ¿Y de qué estamos hablando? Ahí ya tenemos los elementos de la política nacional popular. Ya tenemos a Gramsci contento. Y si partimos de ahí, aprendemos a luchar. Aprendemos cuáles son las tareas, y cómo realizarlas.


***


Francisco J. Fortuño Bernier es profesor de ciencia política en la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Río Piedras.


Josean Laguarta Ramírez es investigador del Centro de Estudios Puertorriqueños en la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY). En la actualidad, está desarrollando un proyecto tentativamente titulado Crisis Projects: Colonial Capitalism and the Puerto Rican Radical Tradition, 1996-2019 (“Proyectos de crisis: El capitalismo colonial y la tradición radical puertorriqueña, 1996-2019”). Esta conversación forma parte del archivo generado por dicha investigación.


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