Guarionex Padilla Marty
El cambio climático es una realidad que está ocurriendo y cuyos impactos son significativos en todo el planeta, particularmente en territorios insulares, como Puerto Rico. Los trópicos, hogar de la mayor diversidad de aves, especies marinas y terrestres del planeta, son también las regiones más afectadas por los efectos del cambio climático. Históricamente, las regiones tropicales han sufrido la opresión y violencia del colonialismo y del capitalismo en todas sus manifestaciones. Puerto Rico no ha sido la excepción a esa realidad material. Bajo el capitalismo, guiado por la búsqueda incesante del lucro y la explotación, la relación con la naturaleza parte de una mirada antropocéntrica que es esencialmente depredadora, de dominación y de carácter extractivista. Pero en esa relación no nos entendemos como parte de la naturaleza. La mirada antropocéntrica del capitalismo altera los ecosistemas de manera irreparable, poniendo en riesgo no solo la biodiversidad, sino también la supervivencia de la humanidad misma.
En Puerto Rico, al igual que en otros territorios tropicales del Sur Global, persiste la economía de plantación, que sigue operando bajo un modelo extractivista basado en la explotación y apropiación de los recursos naturales. Este modelo incluye el saqueo de costas, fuentes de agua y biodiversidad; el desplazamiento de comunidades; el acaparamiento de tierras fértiles; la especulación inmobiliaria; el uso del territorio como paraíso fiscal para inversionistas extranjeros y locales; y la extracción de materia prima para sostener las necesidades de producción, lucro y avaricia del Norte Global. Por consiguiente, el capitalismo ha sido responsable del recrudecimiento del calentamiento global y, por lo tanto, del cambio climático y de la actual crisis climática y ecológica.
El hecho de que el cambio climático sea causado por la actividad humana (o, más bien, por el capitalismo) subraya la imposibilidad de desligar la actual emergencia climática del sistema económico capitalista que la perpetúa. La cuestión ambiental, es decir, la relación sociedad-naturaleza viene siendo motivo de aguda reflexión en Puerto Rico al menos desde la década de 1960. El conjunto de organizaciones del independentismo y las izquierdas fueron claves en ese cuestionamiento y convirtieron sus preocupaciones en torno al impacto ecológico del proyecto muñocista de industrialización en movilización y organización política. Surgieron en ese entonces las campañas contra la explotación minera, la privatización de las playas y contra el establecimiento del super puerto en el oeste y suroeste de Puerto Rico.
En la actualidad, el cambio climático y la crisis ecológica son el mayor reto al que nos enfrentamos como sociedad, tal y como pudimos ver con desastres como los huracanes Irma o María en 2017, pero también con episodios cada vez más intensos de marejada o de lluvia que han afectado adversamente a distintas comunidades dentro del territorio puertorriqueño. Sin embargo, en Puerto Rico no hemos visto respuestas contundentes para enfrentar el cambio climático y la crisis ecológica por parte del Estado colonial. El conjunto de la clase política de diferente signo ha tratado de ofrecer diversas respuestas en sus programas electorales, todas insuficientes. Para las pasadas elecciones, la discusión en torno al cambio climático y la crisis ecológica estuvo totalmente ausente en la campaña electoral. Salvo la Alianza País, que incluyó dentro de su programa político y social medidas orientadas a mitigar las consecuencias del cambio climático, el tema fue uno marginal en la discusión político-electoral.
A pesar de las diferencias de matiz, la premisa de las propuestas de la Alianza de País fue una: la valorización del Estado colonial. Para la Alianza País, la estrategia para hacer frente al cambio climático y a la actual crisis ecológica se centró en llegar al gobierno estatal y, desde este, impulsar una transición medioambiental justa. De esta manera, se ignoró que el Estado no es un instrumento neutral, sino la forma política de una sociedad determinada: una sociedad capitalista basada en la reproducción ampliada de capital y, por tanto, en la explotación constante de mano de obra y recursos naturales. Esto significa que desde el gobierno del Estado colonial-capitalista jamás se podrá contradecir de forma sistemática y prolongada en el tiempo la lógica de acumulación del capital, lo que supone a su vez serias dificultades para afrontar la actual emergencia climática.
Una alternativa de ruptura: el Manifiesto Ecosocialista de Democracia Socialista
Puerto Rico es una colonia capitalista. La crisis que vivimos es una capitalista. El ser colonia acentúa la crisis, no la crea. Aún reconociendo las limitaciones que impone el régimen colonial en Puerto Rico y todo su andamiaje legal y violento, las soluciones y propuestas de futuro que tengamos tienen que superar el capitalismo colonial y deben partir de plataformas anticapitalistas y descolonizadoras, como es el caso del ecosocialismo. El ecosocialismo brinda un análisis más acabado acerca de la responsabilidad del capitalismo en la crisis. En Puerto Rico y la catástrofe capitalista: manifiesto ecosocialista, publicación de la organización Democracia Socialista (2024), encontramos una herramienta de trabajo en torno al análisis de la coyuntura actual que nos permite construir hacia un futuro anticapitalista y ecosocialista.
Para la organización Democracia Socialista, el ecosocialismo puede definirse como una corriente de pensamiento y acción política que combina los principios del socialismo democrático y la ecología para proponer un modelo de desarrollo alternativo al capitalismo. Con ello, el ecosocialismo busca superar la explotación tanto de la naturaleza como de las personas, considerando que el sistema capitalista, con su lógica de acumulación y lucro, es incompatible con la sostenibilidad ambiental y la justicia social. El ecosocialismo de Democracia Socialista aboga por una transición hacia una economía democrática, basada en la cooperación y el uso racional de los recursos naturales.
El ecosocialismo, lejos de ser un proyecto completamente definido o consolidado en un movimiento específico, se configura como una línea de pensamiento transdisciplinaria que analiza la crisis actual y propone soluciones transformadoras. Su principal aporte radica en reconocer la intersección de diversas opresiones y en promover una perspectiva integral como respuesta a la crisis climática y ecológica. La profundidad de las causas y efectos de esta crisis exige herramientas transversales capaces de desafiar las lógicas que perpetúan la explotación de la naturaleza, los pueblos del Sur Global, las personas trabajadoras, las mujeres, las comunidades LGBTQ+ y los territorios.
Este enfoque invita al diálogo y al debate sobre cómo transformar el ecosocialismo en acción concreta. ¿Es posible imaginar una “internacional ecosocialista” que incluya la experiencia y las demandas de Puerto Rico? En el caso de Puerto Rico, los retos del cambio climático, como el aumento del nivel del mar, la intensificación de huracanes y la degradación de ecosistemas, requieren soluciones urgentes. Abordar estos problemas desde una perspectiva ecosocialista podría facilitar la articulación de resistencias y movimientos locales, fortaleciendo la lucha por la justicia ambiental y social en el archipiélago sin perder de vista nuestro entorno caribeño y más allá.
El Manifiesto Ecosocialista plantea el actual cambio climático como una crisis inherente al sistema capitalista, una crisis de la capacidad de reproducir su lógica y su relación social, lo que se explica por la contradicción entre una biosfera con recursos finitos y una dinámica productiva demandante sin fin de recursos. Las consecuencias de esta contradicción son bien conocidas en su dimensión natural, pues ya las estamos viviendo en Puerto Rico y el resto del mundo. Sin embargo, la dimensión social del cambio climático casi siempre se pasa por alto porque implica un análisis de clase.
Y es que la crisis ecológica no va a ser experimentada por igual, sino que reforzarán un proceso descompensado de proletarización y descomposición de clases medias. Por no hablar en términos abstractos y hacer patente la magnitud del problema, para evitar superar un punto de no-retorno medioambiental, tendríamos que estar ya debatiendo y llevando a cabo transformaciones como las que se proponen en este fragmento:
“[…] transición a la energía renovable, con énfasis en la generación distribuida bajo responsabilidad pública; la defensa de costas, bosques y el carso y las tierras agrícolas frente a los intereses de desarrolladores irresponsables; el acceso a las tierras agrícolas y la promoción de la agroecología; proyectos de reforestación; el control de alquileres y la protección contra la gentrificación; la reducción del uso de plásticos; la creación de un seguro de salud universal; la defensa de los derechos laborales, el poder de comprar de los salarios y las pensiones y la reducción de la jornada laboral; la disponibilidad de servicios de salud y reproductivos, incluyendo la terminación de embarazos no deseados, entre otras.”
De lo anterior se adscribe la importancia de auspiciar y practicar el decrecimiento. Es decir, transformar el discurso y la práctica del consumerismo como única fuente de placer y criterio de desarrollo y bienestar. Esa transformación de los modelos de consumo existente debe ser una democrática. Hay que desarrollar nuevos discursos donde se (re)defina el placer y la buena vida de maneras cónsonas con la sustentabilidad de las condiciones mínimas para la reproducción de la biosfera. Y ello nos obliga a pensar, diseñar y poner en práctica alternativas no capitalistas de economía y ordenamiento social.
La crisis climática y ecológica sólo podrá ser superada a través de la construcción de una alternativa civilizatoria que camine hacia una sociedad fuera de los márgenes del sistema capitalista, sostenible y basada en la planificación consciente, racional y colectiva de nuestro metabolismo socio-natural. Esto es, el ecosocialismo. Nada que no sea la abolición del capitalismo puede aspirar a abordar adecuadamente esta emergencia climática.
El Manifiesto Ecosocialista y el Proyecto Esencia
Cabo Rojo, con unos 45 kilómetros de costa, es el municipio con mayor extensión costera del archipiélago puertorriqueño. Siendo ese importante ecosistema la economía principal del "pichichero" —entiéndase los obreros del mar, o propiamente dicho las personas oriundas de la costa caborrojeña cuya vida gira en torno a la pesca— su principal esencia. Dentro de la biodiversidad que encontramos en las costas de Cabo Rojo hallamos importantes bancos de arrecifes de coral, cayos, extensas áreas de praderas marinas que sirven de hábitat para el manatí y otras especies marinas —salitrales, manglares, lagunas— entre otros ecosistemas esenciales del litoral costero que nutren al Bosque de Boquerón.
Como parte de los proyectos estratégicos de la Junta de Control Fiscal —entidad de administración gubernamental y fiscal impuesta por el Congreso de los Estados Unidos de América—, y en contubernio con el gobierno colonial de Puerto Rico, en mayo del 2024 fue anunciado públicamente ante el medio estadounidense Bloomberg el proyecto Esencia. Se trata de un enclave residencial-turístico que, con una inversión que sobrepasa los dos mil millones de dólares y orientado al capital ausentista, evoca a las plantaciones y al otrora “company town” de las centrales azucareras que dominaron el paisaje puertorriqueño durante el siglo XX.
Esencia, como se le ha denominado a este proyecto, pretende impactar poco más de 2,000 acres de terreno en la zona de los Peñones de Melones, conocida popularmente como Los Pozos, cuyos suelos están catalogados por el Plan de Uso de Terrenos (PUT, 2015) como Suelo Rústico Especialmente Protegido-Ecológico (SREP-E). Conforme al PUT, el Suelo Rústico Especialmente Protegido, es definido como:
“[..] el que por su especial ubicación, topografía, valor estético, arqueológico o ecológico, valor agrícola y pecuario, actual o potencial; valor natural único; y por los riesgos a la seguridad o la salud pública u otros atributos, se identifican como un terreno que nunca deberá considerarse como suelo urbano (SU) o urbanizable en un plan.”
Además, en el Plan de Ordenamiento Territorial del Municipio Autónomo de Cabo Rojo, vigente desde el 2010, se catalogó a los terrenos donde se pretende desarrollar Esencia como unos de “prioridad de conservación”. Y recientemente, a raíz de la propuesta del proyecto Esencia, el Servicio de Pesca y Vida Silvestre adscrito al Departamento de lo Interior del gobierno estadounidense, levantó una serie de preocupaciones ante el impacto que tendrá el proyecto Esencia en una comunicación escrita a jefes de la Junta de Planificación y del Departamento de Desarrollo Económico y Comercio:
“Nos preocupa que el proyecto tenga el potencial de impactar una costa relativamente poco desarrollada, humedales de manglares, salinas, praderas de pastos marinos poco profundos y otros ecosistemas marinos remanentes de hábitats de bosques secos nativos. La zona también está incluida en el Plan de Manejo para el Área de Planificación Especial del Suroeste Sector Boquerón del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico (DRNA) de 2008.”
El proyecto Esencia pretende desarrollarse en terrenos de alto valor ecológico conforme al Plan de Uso de Terrenos, el Plan de Ordenamiento Territorial del Municipio de Autónomo y al Plan de Manejo para el Área de Planificación Especial del Suroeste Sector Boquerón del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales de Puerto Rico. Sin embargo, bajo la ideología imperante del neoliberalismo criollo, poco parece importarle a los administradores de las distintas agencias gubernamentales llamadas a hacer cumplir las distintas leyes y política pública del gobierno colonial puertorriqueño respecto al territorio. La insistencia de los desarrolladores en mercadear Esencia como un proyecto verde, ecoamigable y autosustentable es parte de un lugar común en desarrollos recientes en Puerto Rico y el mundo, cuyas repercusiones no son en lo absoluto amigables al ecosistema circundante y esconden las formas más brutales de explotación y extractivismo.
Los desarrolladores de Esencia, Reuben Brothers y Three Rules Capital insisten en que solo impactarán el 25 % de los más de dos mil acres, pero el Servicio de Pesca y Vida Silvestre afirma lo siguiente:
“El proyecto afirma que el 75% del terreno está compuesto por zonas verdes e incluye en sus cálculos dos campos de golf propuestos. Es importante destacar que, desde el punto de vista de la conservación, los campos de golf no proporcionan los mismos servicios ecosistémicos que el hábitat de bosque seco autóctono al que sustituirán. Además, los campos de golf son terrenos muy urbanizados que se nivelan, ajardinan y modelan, lo que requiere un elevado mantenimiento en lo que respecta al uso de agua y pesticidas/herbicidas.”
Asimismo, el documento afirma que:
“De los dibujos conceptuales facilitados parece desprenderse que partes de los campos de golf están situadas a lo largo o dentro de las zonas húmedas existentes. Este uso de los humedales es inadecuado y puede dar lugar a un exceso de escorrentía de aguas pluviales que posiblemente contenga contaminantes y nutrientes directamente en estos, lo que podría afectar negativamente a la vegetación terrestre y a las especies silvestres y, en última instancia, al medio marino.”
De lo anterior, podemos comprender la naturaleza ecocida del proyecto Esencia respecto a su entorno en donde se prevé su construcción. Las consecuencias de Esencia no solo se sentirían en la bahía de Boquerón, sino que su impacto será uno regional al afectar adversamente los abastos de agua de Cabo Rojo, Lajas, Guánica, Sabana Grande y Yauco. Pues el agua potable de la parte sur de Cabo Rojo, entiéndase los barrios de Boquerón, Llano Tuna y Llanos Costa se suplen del agua del canal del Distrito de Riego del Valle de Lajas cuya toma se encuentra en los distintos ríos y quebradas que nutren los embalses del municipio de Yauco.
Esencia es una continuación de la economía de plantación y del modelo puertorriqueño de desarrollado que se ha sustentado históricamente en el capital ausentista y en grandes transferencias de incentivos y exenciones contributivas. La Ley 60 es parte de esa tendencia histórica. Proyectos como Esencia hacen más relevante la necesidad de que cualquier salida de la grave crisis climática y ecológica en la que estamos sumergidos esté anclada en la profunda (re)evaluación de nuestro paradigma cultural respecto, fundamentalmente, de la relación sociedad-naturaleza. Pero también sobre nuestra condición colonial y la necesidad de trazar otro rumbo.
Mientras la clase dominante, intermediaria y parasitaria de Puerto Rico aún insiste en modelos de desarrollo extractivistas que descansan en los principios de la economía de plantación y, por consiguiente, en el capitalismo del desastre —como es el Proyecto Esencia—, el colapso ecológico ya es una realidad. Y es que el colapso ecológico está ocurriendo ahora. En tiempo real. Por eso, la verdadera esencia es dejar a un lado la mirada antropocéntrica y devastadora de los recursos. Necesitamos volver a caminar nuestra casa común. Tenemos que alejarnos de la mirada antropocéntrica del capitalismo y transformar radicalmente la manera en que, como sociedad, nos relacionamos con nuestro entorno natural al que pertenecemos. La apuesta debe ser una mirándonos a nosotrxs mismxs, que apueste a romper con las ideas dominantes, que nos pongamos dentro del gran Caribe, y que busquemos nuestras propias condiciones.
¿Y cómo las izquierdas y los independentismos progresistas podemos construir una respuesta que articule a las mayorías sociales en un proyecto de transformación ecosocial como el que propone Democracia Socialista? La esperanza inicia con la naturaleza, pero sobre todo con trabajo. Hay terreno fértil, pero hay que trabajar porque el mundo está en llamas. No hay tiempo que perder. ¡No al proyecto Esencia!
Bibliografía
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Ayala, César J y Rafael Bernabe. Puerto Rico en el siglo americano. San Juan: Ediciones Callejón, 2018.
Colón Rivera, Jorge, Félix Córdova Iturregui y José Córdova Iturregui . El proyecto de explotación minera en Puerto Rico (1962-1968): el nacimiento de la conciencia ambiental. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2014.
Concepción, Carmen. «The Origins of Modern Environmental Activism in Puerto Rico in the 1960s.» International Journal of Urban and Regional Research (1995): 112-128.
Democracia Socialista. Puerto Rico y la catástrofe capitalista: Manifiesto Ecosocialista. San Juan, 2024.
Dietz, James L. Historia económica de Puerto Rico. Río Piedras: Ediciones Huracán, 2007.
Pérez Soler, Ángel. La nueva lucha por la independencia. San Juan: Publicaciones Gaviota, 2021.
Tanuro, Daniel. Cambio climático y alternativa ecosocialista: un análisis marxista de la crisis ecológica global. Barcelona: Editorial Sylone, 2015.
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Guarionex Padilla Marty es historiador y educador especializado en la historia política contemporánea de Puerto Rico y el Caribe, así como en historia económica y social. Forma parte del Plan de Contingencia Podcast.