Las luchas sindicales y la necesidad de un frente único en defensa de la UPR.
Por el Caucus Obrero-sindical de Democracia Socialista
[1] Los meses de enero y febrero del 2023 presentaron un panorama insólito de conflictos laborales en la Universidad de Puerto Rico. Luego de meses (en algunos casos, años) de intentar negociar mejores condiciones laborales con la administración universitaria, tres uniones de la UPR se encontraban con voto de huelga: la Federación Laborista de Empleados Universitarios del Recinto Universitario de Mayagüez (FLEURUM), el Sindicato de Trabajadores de la UPR y la Hermandad de Empleados Exentos No Docentes (HEEND). Algunas de estas uniones no solo amenazaron con detener labores a través de su voto de huelga, sino que llevaron a cabo actos de paralización. FLEURUM ha tenido paralizaciones esporádicas los últimos años, mientras que el Sindicato inició una huelga el 15 de febrero que se levantó el 20 de ese mes.
[2] A este contexto, se le añade la campaña de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU) para convertirse en representante exclusivo del cuerpo docente, que cuenta con el apoyo de la Asociación de Profesoras y Profesores del Recinto Universitario de Mayagüez (APRUM). Además, la APPU contó con un voto de huelga aprobado en una Asamblea Extraordinaria en julio del 2022, como protesta al Plan de Movilidad Docente aprobado el año pasado y que entró en vigor, con fuerza, en enero de este año.
[3] Se debe destacar también el desprestigio total de la administración de Luis A. Ferrao ante la comunidad universitaria y la opinión pública. El pueblo puertorriqueño no pudo más que simpatizar con las luchas de las organizaciones sindicales de la UPR, ante el escándalo de que empleados/as recibieran un salario por debajo del mínimo federal. Ferrao fue inefectivo ante la prensa, al hacer argumentos fatulos, como el que tenían que ser cuidadosos en las negociaciones para evitar el cierre de recintos, y el comentario cínico e insensible de que lxs empleadxs no ganaban un salario de $7.25 la hora, sino de $7.26. Además, en todo intento judicial por parte de la administración universitaria de detener las paralizaciones de FLEURUM o del Sindicato resultó en derrotas para el patrono.
[4] El panorama, presentado así en su conjunto, parecería demostrar toda una compleja situación de conflictos obrero-patronales. Parecería augurar, también, el que los sindicatos que representan distintas unidades apropiadas trabajasen en conjunto para, unidos, golpear al patrono y arrebatarle la mayor cantidad de victorias y derechos posibles.
[5] Sin embargo, reinó lo opuesto: una desconexión casi total entre los distintos sectores obreros en lucha en la UPR.
[6] Cada uno de los sindicatos mencionados – FLEURUM, Sindicato, HEEND – levantaron sus votos de huelga con un tono triunfal. Pero al analizar con cuidado los acuerdos a los que se llegaron, vemos que no guardan proporción con la capacidad de paralización con la que contaban los sectores en lucha; las conquistas salariales son, en realidad, escasas. Si bien es cierto que los sindicatos de la UPR han logrado preservar importantes derechos adquiridos que se han perdido en otras ramas del gobierno o incluso en otras corporaciones públicas (como un plan médico sólido y un sistema de retiro de beneficios definidos), también se evidencia una base salarial demasiado precaria para personas representadas por organizaciones obreras con tantos años de tradición de lucha y organización. Este aspecto problemático de las negociaciones de los convenios, a nuestro entender, no se debe a una falta de capacidad de las directivas sindicales en la mesa de negociación, sino al carácter fragmentado y disperso de las luchas que estaban librando.
[7] Con todas las organizaciones obreras en la ofensiva, con la simpatía de grandes sectores del pueblo, con el apoyo del sector estudiantil, se presentó un panorama favorable con respecto a la fuerza de las organizaciones sindicales. Su desconexión, sin embargo, no permitió que los logros en el tema salarial fueran mayores.
[8] Los tres sindicatos en cuestión contaban con empleados/as cuyos salarios se encontraban por debajo del mínimo local y federal. Las negociaciones – separadas – redundaron en acuerdos similares sobre el tema salarial. En todos los casos, se equipararía el salario previo al salario mínimo actual. Además, recibirían una bonificación única de $2,750. Si bien es cierto que la bonificación no es un detalle secundario, también lo es que parece ser la nueva maniobra del gobierno de Puerto Rico: para evitar aumentos salariales fijos, apuestan por una bonificación que pueda calmar, aunque fuese momentáneamente, al agitado movimiento obrero. El que los acuerdos en materia salarial sean idénticos, además, da la impresión de que fueron la propuesta patronal, que llevó a la mesa de negociación en los tres casos aislados.
[9] Por otro lado, sería desacertado pensar que el fin en las negociaciones actuales significa que los sindicatos colgaron sus guantes en esta lucha. Nada impide que se alcen reclamos nuevos para mejorar esta situación salarial. En efecto, no ha pasado un mes y ya, nuevamente, se calienta el ambiente en la UPR.
[10] La administración universitaria rápidamente incumplió con la fecha propuesta de entrega de la bonificación, dado que la Junta de Control Fiscal había aprobado la bonificación pero no había asignado los fondos para esta. La respuesta sindical fue inmediata. La HEEND se había preparado para aprobar un voto de huelga a nivel de Asamblea General. Declaraciones del Sindicato y de FLEURUM demostraron, también, que estaban en pie de lucha ante este incumplimiento contractual. La administración, y la Junta de Control Fiscal, tuvieron que ceder. Se asignaron los fondos y se estableció una nueva fecha para el pago de la bonificación.
[11] A la administración universitaria y a la Junta de Control Fiscal no se les puede confiar. Ambas son fuerzas patronales que buscan restarle derechos a las personas asalariadas, y desmantelar las instituciones públicas existentes. Hay que mantener el ojo avisor con respecto al cumplimiento de otros aspectos del convenio. Además, hay que ir preparándose para las luchas que se librarán de camino al próximo convenio de estas uniones -- en el caso del a HEEND, el convenio recién negociado vence en el 2024. Pero, si se hiciera esta nueva lucha obrera universitaria desde la misma fragmentación que caracterizó la de inicios de este año, los resultados puede que no sean muy distintos.
[12] Por todo lo expuesto, en el Caucus Obrero-sindical de Democracia Socialista entendemos que las organizaciones obreras de la UPR, aunque con matrículas distintas y con particulares y necesidades diversas, deberán trabajar para actuar y luchar de manera coordinada. No se puede volver a desaprovechar una coyuntura favorable como la que se vio en los primeros meses del 2023. La lucha obrera deberá, también, mantener relación estrecha con el estudiantado.
[11] Las organizaciones obreras mencionadas han expresado de manera efectiva que la lucha por mejorar sus condiciones laborales es también la lucha por mejorar la educación universitaria, que las condiciones de trabajo de los sectores asalariados son a la vez las condiciones de estudio en la universidad. En momentos en que la política neoliberal en Puerto Rico se encuentra tan desprestigiada, el vínculo existente entre la lucha por mejores condiciones laborales y la lucha en defensa de los servicios públicos – en este caso, la educación universitaria – solidifica el apoyo a los reclamos obreros. Es posible, incluso, que el mecanismo más efectivo para restituir la fórmula presupuestaria de la UPR sea, también, la lucha obrera y estudiantil: si con el presupuesto actual no se pueden cumplir con los reclamos de los sectores asalariados y estudiantil, la administración universitaria estará obligada a exigir el presupuesto que le corresponde a la UPR. Es decir, lo que puede restituir el presupuesto universitario, lo que puede rescatar al proyecto universitario, es la organización y movilización de la comunidad universitaria.
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