Por Manuel Rodríguez Banchs y Jorge Lefevre Tavárez
"Solo avanzando se encontrará una salida revolucionaria al proceso, (...) en el estancamiento reside la fuente de la debilidad, (...) el avance del pueblo no puede negociarse con nadie".
―Miguel Enríquez
La Alianza entre el Partido Independentista Puertorriqueño (PIP) y el Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) ha desplazado al Partido Popular Democrático (PPD) en la carrera por la gobernación. La Alianza ofrece un programa abiertamente antineoliberal que defiende los derechos de la clase trabajadora y el servicio público, defiende los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBTTQi+, defiende el medioambiente y los recursos naturales, propone el desarrollo económico para satisfacer nuestras necesidades, plantea enfrentar a la Junta de Control Fiscal, detener el pago de la deuda y reconoce que el estatus es un problema clave de la crisis de Puerto Rico, para cuya solución impulsa, como mecanismo, una asamblea constitucional.
La Alianza, como segunda fuerza, tiene entre sus posibilidades ganar la gobernación y la alcaldía de San Juan. Puede ganar municipios adicionales y lograr el segundo lugar en muchos otros, lo que aumentará su presencia en las legislaturas municipales. Puede también aumentar su delegación legislativa significativamente en la Cámara de Representantes y en el Senado, tanto en los puestos por acumulación como en las contiendas por distrito. Todo este esfuerzo nacional ha permitido que ideas progresistas lleguen a cada hogar como parte de la campaña y del debate electoral.
El crecimiento constante del apoyo a la Alianza confirma que las propuestas de su programa conjunto para cambiar profundamente el país cuentan con gran apoyo entre el electorado. Las campañas contra la Alianza demuestran que los sectores patronales rechazan las reformas, incluso livianas, al sistema político y económico actual.
Contrario al llamado a la moderación de ciertos sectores―conservadores y liberales―la Alianza debe enfatizar en las propuestas que estos sectores critican. Ha habido un desplazamiento hacia la derecha en las líneas editoriales en los medios y en el discurso que impulsan analistas y comentaristas, a tal punto que acusan de radicales a quienes defienden protecciones de la carta de derechos de la constitución de Puerto Rico como la organización sindical y la negociación colectiva. Ha habido también un intento de acercar a ciertas figuras de la Alianza hacia discursos conciliadores en aras de proyectarlas como figuras “capitalistas”, respetables ante la prensa y el establishment, intentando distanciarlas de las candidaturas cuyas posturas son las más consecuentes con el programa de la Alianza y con los cambios que necesita y exige la mayoría del país. Nada mejor para los intereses serviles, inmovilistas, patronales y coloniales que acercar al status quo a las fuerzas que ahora mismo promueven esos cambios.
Dicho esto, pasemos a examinar algunos escenarios posibles en este ciclo electoral. Todos los escenarios requerirán fomentar la autoorganización y la movilización de la clase trabajadora. En este siglo, el país ha visto―aunque de manera esporádica―manifestaciones masivas como muy pocas veces en la historia. El Primero de Mayo de 2017 contó con el impulso de una huelga sistémica en la Universidad de Puerto Rico. Decenas de miles de personas se movilizaron para protestar contra el gobierno neoliberal de Ricardo Rosselló y contra la Junta de Control Fiscal. De ahí en adelante, el Primero de Mayo ha sido una actividad masiva que cuenta con mucha presencia de sectores más allá del movimiento obrero. El Verano de 2019 vio las manifestaciones más grandes en la historia de Puerto Rico y demostró la capacidad que tiene el pueblo.
El potencial de las movilizaciones para cambiar el gobierno―si así lo desea―está presente en la conciencia colectiva del país y puede expresarse electoralmente a favor de la Alianza en las próximas elecciones. La energía del Verano de 2019 está latente en amplios sectores del electorado.
Los sectores socialistas, que son aquellos que mejor entienden los límites y las posibilidades de las instituciones actuales (coloniales, burguesas), deberán tener un espacio de diálogo que propicie acciones unitarias en defensa de los elementos más destacados del programa de la Alianza. A su vez, el movimiento obrero deberá hacer lo mismo para cuando llegue la hora de defender los mejores intereses del pueblo trabajador ante las amenazas de los sectores patronales, colonizadores y del gobierno permanente.
El día de las elecciones y el voto adelantado
Aunque difícil, el mejor escenario posible para la Alianza tendría como resultado la victoria de Juan Dalmau como candidato a la gobernación y el triunfo de Manuel Natal en la alcaldía de San Juan. Otro escenario posible tendría como resultado la victoria de Manuel Natal en la alcaldía de San Juan y el segundo lugar para Juan Dalmau en la gobernación.
Por mejores resultados que tengan las candidaturas de la Alianza, será muy improbable lograr una mayoría en los cuerpos legislativos, aunque los números son suficientes para ganar varios distritos tanto a la Cámara como al Senado. Todo parece indicar que nos enfrentaremos nuevamente a una legislatura plural, pero en esta ocasión puede que ningún partido tenga mayoría como para aprobar legislación sin contar con las demás delegaciones.
El primer esfuerzo en defensa de la Alianza puede ser necesario en la eventualidad de que la Alianza gane la noche del evento y que luego se intente revertir el resultado por la vía del voto adelantado. La tendencia en ambas instancias no debe ser tan distinta como para alterar el resultado de las elecciones, pero sabemos por la experiencia en San Juan, por las instancias de fraude que han salido a la luz hasta el momento y por todo lo que está en juego para las clases dominantes, que el fraude está también dentro de las posibilidades.
En tal caso, la defensa de la voluntad popular a favor de la Alianza solo será posible a través de la movilización (que incluirá la de funcionarios para defender votos y registrar el fraude) y la lucha militante en las calles.
No hay espacio en el PNP que escape a la corrupción. El Código Electoral vigente fue aprobado unilateralmente por el PNP en junio de 2020, a menos de cinco meses de los comicios de ese año. Mediante esa legislación, el PNP se hizo con el control de la Comisión Estatal de Elecciones (CEE)―cuerpo rector electoral―e introdujo cambios antidemocráticos que han sido utilizados para sacar ventajas y manipular el proceso y ciertos resultados. Se destacan dos aspectos: (1) se extendió la posibilidad de recusar electores pasada la fecha de inscripción, lo que imposibilita la rehabilitación de electores recusados ilegalmente como ha sido denunciado ampliamente por cientos de electores, particularmente jóvenes; y (2) la ampliación y flexibilización de los criterios del voto adelantado en sus diversas modalidades, alterando los procedimientos y socavando importantes garantías.
En 2020, el escenario del fraude electoral fue San Juan. La noche de las elecciones Manuel Natal ganó la alcaldía de San Juan. Sin embargo, luego de integrar los votos adelantados de la infame unidad 77, la CEE declaró ganador al candidato del PNP, Miguel Romero. Lo ocurrido en la unidad 77 en San Juan es una imposibilidad estadística. Aún así, fue validado judicialmente.
Este año, son cientos los jóvenes que han sido recusados ilegalmente y las posibilidades de fraude no se limitan a San Juan. También han sido innumerables las denuncias sobre la manipulación del voto adelantado: conjuntos dobles de papeletas; personas fallecidas solicitando el voto adelantado y votando; adultos mayores incapacitados legalmente también votando; violaciones a la secretividad del voto y trámite y manejo de papeletas a granel por terceros, muchos de los cuales son candidatos, empleados municipales y funcionarios del PNP.
Hipótesis de un gobierno de la Alianza
Un gobierno de la Alianza tendrá que superar muchos retos. Entre estos retos podemos anticipar también que enfrentará el sabotaje de las clases patronales y de la burocracia gubernamental atornillada. En un escenario como el segundo, en el que la Alianza gane San Juan y quede segunda en la gobernación, podemos prever también que el gobierno de la Alianza en San Juan deberá estar preparado para enfrentar, además del sabotaje de sectores patronales y de la burocracia atornillada, el bloqueo del mismo gobierno central para entorpecer la gestión del gobierno municipal.
Ante esto, debemos desarrollar estrategias que nos permitan contribuir al fortalecimiento de la resistencia contra el sabotaje, por un lado, y que nos permita aprovechar la coyuntura para adelantar la autoorganización, las luchas y los intereses de la clase trabajadora por otro. La organización, la movilización, la autogestión y el control de las agencias por trabajadoras, trabajadores y consumidores―que son a su vez mayoritariamente trabajadores y trabajadoras asalariadas―debe ser la fórmula que se impulse para enfrentar el sabotaje y el boicot de los sectores cuyos privilegios se ven amenazados por un posible gobierno de la Alianza.
La legislatura plural
La organización y la movilización pueden ser determinantes para lograr la aprobación de legislación en cualquiera de estas posibilidades, además de ser fundamentales para desarrollar resistencias efectivas contra el sabotaje de los sectores patronales.
De igual manera debemos asumir como una tarea prioritaria de las y los socialistas, junto al movimiento obrero, el movimiento estudiantil, el movimiento de mujeres y otros sectores de los movimientos sociales, la organización de asambleas regionales de las cuales puedan surgir espacios democráticos de organización y deliberación como consejos regionales. Será central la participación del movimiento obrero organizado para que puedan constituirse los consejos regionales con participación de trabajadoras, trabajadores y de las personas que reciben los servicios de las agencias públicas. La organización de amplios sectores desde sus comunidades será clave también para resistir el sabotaje de las clases dominantes. Conocemos de primera mano el potencial que tienen la organización y la movilización:la jornada del Verano de 2019 es un buen ejemplo.
La Alianza y la Junta de Control Fiscal
También hemos visto cómo la Junta de Control Fiscal y la corte de PROMESA han tenido que modificar sus posturas frente a la movilización de distintos sectores como las organizaciones de las y los pensionados, organizaciones del magisterio y algunos gremios de camioneros. Por eso, para ser efectivo, un gobierno de la Alianza deberá estimular y contar con la organización y la movilización para enfrentar a la Junta de Control Fiscal.
La Alianza ofrece defender al país frente a la Junta de Control Fiscal. Esto no implica solo cambiar la política pública que la Junta propone, sino su salida total del país. Esta postura provocará intensas ofensivas judiciales de la Junta y de los acreedores. En ciertos casos puede tener como resultado la privación de libertad de líderes de la Alianza que desafíen los dictámenes antidemocráticos de la corte de PROMESA.
Más allá del “buen gobierno” o el “gobierno limpio”
Por último, la experiencia también demuestra los límites de los “progresismos”, o gobiernos progresistas en América Latina, que no cuestionan de fondo el sistema de producción capitalista.
Aunque reconocemos el potencial de un gobierno progresista de la Alianza, sabemos que los cambios profundos que necesita la humanidad no se van a lograr por medio de reformas institucionales en el marco de la democracia liberal. La defensa de una intervención fuerte del gobierno en asuntos sociales, el respeto por la autonomía de las personas para definir su vida, la defensa del derecho al aborto, del matrimonio igualitario, la defensa del medioambiente y el compromiso con estimular la actividad productiva para desarrollar un mercado interno coherente capaz de atender nuestras necesidades son demandas de transición muy importantes. Pero un gobierno de la Alianza enfrentará también la presión de aquellos sectores cuya prioridad sigue siendo la protección del “libre” mercado, aunque favorezcan ciertas regulaciones.
La tensión será entre la moderación que impulsarán estos sectores y la profundización que demandarán los sectores en lucha. La batalla será por convencer a los sectores más amplios posibles sobre la necesidad y la conveniencia de lo segundo. Frente al retroceso que impulsará directamente la oposición a un gobierno de la Alianza desde la derecha y los avances que impulsen la izquierda y los sectores progresistas, los sectores moderados impulsarán la adopción de posiciones intermedias, tibias, en un escenario de polarización política.
En circunstancias como las que se avecinan, adoptar el estancamiento debilitaría terriblemente un gobierno de la Alianza y fortalecería a los sectores patronales y a la nueva derecha. Para sostener el programa de la Alianza, haría falta, precisamente, radicalizar el acercamiento que se tiene a las instituciones actuales y al orden económico existente. Las demandas de transición, articuladas como reformas y defendidas a toda costa frente al sabotaje patronal, exigirán este proceso de radicalización. Solo avanzando se encontrará una salida revolucionaria a la crisis del capitalismo colonial.
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Manuel Rodríguez Banchs es miembro de Democracia Socialista, militante de la Cuarta Internacional, editor de Momento Crítico y miembro del consejo editorial de Sylone.
Jorge Lefevre Tavárez es editor, ensayista y sindicalista. Forma parte de la Junta Nacional de la Asociación Puertorriqueña de Profesores Universitarios (APPU). Es miembro de Democracia Socialista y actualmente forma parte de su Comisión Política.
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