Por Pablo Segarra
I. Aspectos políticos y psicológicos sobre el agro puertorriqueño
El obstáculo más difícil que ha confrontado el proceso de descolonización puertorriqueño es el económico. Todo puertorriqueño, independientemente de su ideología, en algún momento se ha cuestionado cómo vamos a sobrevivir económicamente en la independencia. La pregunta es válida, la contestación no es fácil, pero el independentismo de todos los matices ha evadido dar una respuesta clara y correcta. Es una forma tácita de admitir que la independencia conlleva graves riesgos.
En base a este preámbulo, nos proponemos despejar muchas de esas dudas. Vamos a exponer aspectos importantes de ese plan económico dirigido a la descolonización de Puerto Rico, en un área que ha sido virtualmente descartada por casi todos los sectores de nuestro quehacer político-económico, sin excluir al independentismo. Me refiero al agro puertorriqueño. Los mismos periódicos y revistas de orientación independentista con frecuencia ilustran en sus artículos concernientes al agro con la figura del jíbaro enjuto con la azada al hombro y el mocho en el sobaco. Cabe preguntarse, ¿de dónde procede, cuál es el origen de este pesimismo? Entiendo que esta actitud surge mayormente del desconocimiento extremo del enorme potencial productivo del agro puertorriqueño. Y surge del conocimiento que tienen nuestros opresores sobre el impacto liberador intrínseco en una tierra productiva. No existe un área donde el proceso colonizador sobre la consciencia del puertorriqueño que nos empuja a la impotencia total, sea más negativa que esta manipulación informativa sobre nuestros recursos naturales.
Este proceso de adoctrinamiento sistemático a veces escueto, otras solapado, comienza en la misma escuela elemental que describe nuestra nación como una isla de 100 x 35 millas, montañosa, escasa en recursos y expuesta a frecuentes huracanes. La buena nutrición según este esquema es a base de carnes, leche y sus derivados, pan y papas, con peras y manzanas por el lado. Las cadenas de comida rápida (junk food), con abundante grasa y calorías, no dan margen a la presencia de los frutos de nuestra tierra. La asimilación de los hábitos de la dieta estadounidense ha hecho estragos en nuestra salud y hace que nuestra agricultura agonice.
Resumiendo, la situación colonial de Puerto Rico ha propiciado el debilitamiento de la agricultura como un renglón importante en nuestro panorama económico. Además, el impacto de productos importados es desolador y adverso a nuestra imagen. Esto nos impacta negativamente en otras áreas, como veremos.
La agricultura deja de ser una fuente importante de empleo. Renglones alimentarios que podrían ser utilizados en actividades manufactureras, como mieles en ron, azúcar en dulces, piña en jugos, desaparecen. Además, no se propicia un ambiente para eslabonamientos económicos de empresas locales que aprovechen el capital financiero que existe localmente y con frecuencia escapa al exterior.
La importancia de la agricultura como renglón de actividad económica es siempre infravalorada por las estadísticas. El ejemplo de la ganadería nos luce esclarecedor en este aspecto. Una vaquería es algo más que unas vacas pastando en el campo que producen unos litros de leche y nada más. Veamos sus eslabonamientos económicos. Se necesitan pastos que cuidar, abonar, sistemas de riego, cercados, charcas de oxidación, establos, salas de ordeño, alimentos concentrados, tractores, podadoras y henificadoras, sistemas de bombeo, tuberías, para elaborar queso, mantequilla, yogurt, helados, cajas de empaque, envases, computadoras, personal administrativo, agrónomos, personal técnico para inseminación artificial, servicios veterinarios, insumos energéticos y acueductos, teléfonos, personal de contabilidad, publicidad, seguros, servicios financieros, entre otros. Luego hay toda una actividad adicional en la producción de carne y cueros así como sus subproductos. Casi la totalidad de esta actividad económica la contabilizan como no agrícola.
Hay un axioma casi sin excepción: países con agricultura floreciente – Canadá, Estados Unidos, Francia, Alemania, Holanda, entre otros – son países ricos. Países sin agricultura sólida (aunque sean petroleros) – en Medio Oriente, Rusia, Venezuela, Méjico, Haití, toda África – son pobres. De ahí que toda nación protege su agricultura de la competencia exterior. Estados como Israel subvencionan su agricultura fuertemente o de lo contrario se despoblarían.
II. Aspectos económicos de nuestro agro
No viene al caso abrumarnos en este momento con estadísticas agrícolas que de todos modos no son muy confiables. Sostenemos no obstante que nuestro agro:
Es económicamente viable.
Es indispensable para mantener una economía más estable y menos afectada por los ciclos económicos.
Es estable, pues como la tierra y el mercado están aquí, no puede ser trasladado a otros países en caso de recesiones económicas.
Es necesaria como fuente de empleo.
Reduce importaciones.
Es fuente de materias primas industrializables.
Reduce el costo de vida.
Mejora estándares y calidad de nutrición.
Más importante aún, es el medio más eficaz para reducir drásticamente la masacre que se está ejecutando en Puerto Rico con proyectos de “desarrollo” y desparramamiento urbano.
III. ¿Qué tenemos?
Una vez más, las estadísticas no son confiables, pero de acuerdo al Anuario Estadístico del Departamento de Agricultura (2003) Puerto Rico tiene 2,272,000 cuerdas de terreno, de las que 500,000 se clasifican como terrenos agrícolas primarios de excelente calidad gracias a su fertilidad y topografía (vea Gandía, Dávila y Frederique). En los últimos 20 años se han perdido más de 300,000 cuerdas de terrenos agrícolas, de acuerdo al informe del Dr. José Vicente Chandler. Existen además 500,00 cuerdas de terrenos rojizos, profundos, de topografía ondulante apta para cultivos tales como café, frutales, guineos y otros productos.
El valor de la producción actual de acuerdo al informe del año 2006 del Departamento de Agricultura de Puerto Rico es de 805.6 millones de dólares. No menciona el empleo agrícola calculado en 20,000 trabajadores. Por otro lado, el Informe Económico al Gobernador de la Junta de Planificación (2020) apunta que, para el año fiscal 2020, unos 637 millones del Producto Interno Bruto correspondían al sector agrícola. Estos informes no incluyen la producción casera o aquella que no va al mercado. Consignemos además que gran parte del trabajo agrícola lo realiza el propio dueño y que no se reconoce en las estadísticas como empleo agrícola. Mencionaremos aquellos renglones más importantes, en orden aproximado de su valor anual, según el estudio del Departamento de Agricultura (Véase informe “Ingreso Bruto Agrícola, cifra revisada 2004-2005 y preliminar 2005-2006”:
Leche fresca: 331 millones de cuartillos.
Pollos: 120.8 millones de libras.
Carne de res: 21.3 millones de libras.
Carne de cerdo: 19.8 millones de libras.
Huevos: 17 millones de docenas.
Café: 203,500 quintales.
Plátanos: 368 millones.
Guineos: 362.5 millones.
Ñames: 58,537 quintales.
Yautías: 51,635 quintales.
Calabazas: 317,615 quintales.
Pimientos: 73,00 quintales.
Repollos: 6,355 quintales.
Tomates: 414,777 quintales.
Chinas: 139 millones.
Toronjas: 6.7 millones.
Aguacates: 23 millones.
Ornamentales: $47,000,000.
Existen otros renglones, unos de gran importancia y otros de menor, que este informe no menciona, como la producción de semillas híbridas (cifra que de hecho es de valor secreto). En otras palabras, a pesar del escaso interés del gobierno local y escasos incentivos, nuestro agro produce mucho más de lo que podría esperarse bajo condiciones tan adversas. Sobra decir que el respaldo federal a la agricultura es nulo.
¿Cuál es el principal obstáculo de nuestro agro?
Sin duda, el mercadeo. Tanto las cadenas de comida rápida como supermercados, están orientados hacia la importación de alimentos. Competir con Estados Unidos, que es la potencia número uno en el mundo en la producción de alimentos y con excedentes que no encuentran mercado,fuertemente subsidiados por ayudas gubernamentales,créanme, no es tarea fácil. Nuestro camino para romper ese impasse es uno solo…. LA SOBERANÍA.
IV. Bases y fundamentos para la producción agrícola
El proceso de producción agrícola consiste en la integración del suelo, el agua, el trabajo y la tecnología para producir alimentos. Los otros dos factores: el aire y la energía (luz solar) son gratis; y el sol, por cierto, lo tenemos 365 días al año, contrario a otros países donde el sol solo brilla 4 o 5 meses. Contando con esto, se produciría para el mercado local (que debe ser la prioridad): materias primas para otros productos, como las mieles de caña o para exportación como el café gourmet, vegetales y frutas cuando en otras áreas hay invierno. Integrar estos aspectos favorables es muy importante, para restaurar nuestra agricultura a su mayor potencial.
Los eslabonamientos económicos, repetimos, tienen que jugar un papel importante dentro de este programa: mieles de caña en ron, azúcar y frutas en dulces y conservas, el tomate en pastas, salsas y jugos, bosque en madera y esta en muebles, y así sucesivamente. Otros productos, como el tabaco, que jugaban un papel económico importante en el pasado, pueden ser restablecidos, considerando el precio altísimo de los cigarros procedentes de la cuenca caribeña. Debemos poner énfasis en el cultivo de piñas para el mercado local y exportación de mangó, chinas, y otras cítricas, plátanos, guineos, plantas ornamentales y medicinales, frutas exóticas, acuacultura y mucho más. Esto que estamos planteando puede sonarle a muchos incrédulos a utopía, pero no olvidemos que las utopías de ayer son las realidades de hoy.
V. Sobre el potencial de la agricultura puertorriqueña
Cito a continuación al Dr. Vicente Chandler, quien fue Secretario de Agricultura bajo la dirección del PNP, en su magnífico informe y plan agrícola: Conceptos, planes y programas para una agricultura puertorriqueña:
“Puerto Rico cuenta con los recursos naturales de suelo, agua y clima, la infraestructura, el capital, una juventud preparada, el mercado, las técnicas, la capacidad empresarial y el respaldo público necesarios para crear una agricultura moderna capaz de producir eficientemente la gran mayoría de nuestros alimentos en esas 279,000 cuerdas de terrenos mecanizables y en otras 600,000 de suelos profundos con declives moderados; quedando aún unas 300,000 cuerdas que podrían producir toda la madera que hoy importamos y cientos de miles de cuerdas más para vida silvestre y recreo.
Si fuera necesario, podrían producirse en Puerto Rico todos los alimentos que requieren los puertorriqueños. El cuadro dos señala una combinación de empresas, entre muchas otras que podrían suplir todas las necesidades alimenticias de la isla con solo limitados cambios en los hábitos de consumo. Con técnicas aún más modernas y un uso más intensivo de las tierras podrían proveerse las necesidades de algunas generaciones futuras. Para modernizarse, será necesario que nuestra agricultura sufra los cambios más drásticos de su historia”.
VI. El agro puertorriqueño: análisis de una crisis permanente.
Con este título redacté para la revista Pensamiento Crítico una visión crítica a la situación agraria puertorriqueña de aquel momento (Año 7, Núm 39, 1984). Repasándola recientemente me convencí de que a pesar de que en todo el tiempo transcurrido desde su redacción, al día de hoy la situación ha cambiado poco, y, si alguno, ha sido hacia mayor deterioro. Veamos algunos ejemplos.
April Agro, cuyos dueños eran israelitas, fueron invitados por la colonia a explotar los fértiles llanos de Salinas, Santa Isabel y Ponce financiados por el pueblo puertorriqueño (Corporación de Crédito Agrícola) al son de 60 millones de dólares entre principal e intereses. Se marcharon de Puerto Rico no sin antes embrollarnos. Otros terrenos más bien hacia el área de Juana Díaz y Coamo fueron dedicados a la siembra de mangó por otra compañía conocida como Fruit International, y siguieron un curso similar. Los terrenos de April Agro pasaron a manos de Gargiulo, enorme productor de tomates ubicado en el sur de Florida, a su vez sucursal de la gigantesca compañía Monsanto. Por cierto, Monsanto fue adquirida por Bayer recientemente. Es curioso que a pesar de excelentes cosechas, Gargiulo se retiró de Puerto Rico, según informaron, debido a falta de obreros. Gargiulo importa ahora sus tomates de Méjico que paga salarios más bajos que los nuestros. Mientras tanto, los terrenos llanos, profundos y fértiles con acceso a carreteras, dotadas de riego por goteo que costaron al erario millones de dólares. La mayor parte de esos terrenos al día de hoy están dedicados a la producción de semillas transgénicas.
Observe que prevalece un factor común en la operación de todas estas empresas: no han sido establecidas en función de nuestras necesidades nacionales de producir empleos y alimentos. Tan pronto aparecen otras áreas operacionales económicamente más favorables se marchan. Pues esa es la lógica capitalista. Esta política de desarrollo no puede continuar en Puerto Rico si es que pretendemos desarrollar una economía sólida y duradera.
Todas estas empresas eran mayoritariamente extranjeras. Su tecnología era al estilo agribussines: abundante maquinaria pesada que compacta el terreno afectando negativamente su permeabilidad al agua de escorrentía causando considerable erosión. Muchas toneladas de tubos plásticos y cubierta de polietileno sobre los terrenos para suprimir el crecimiento de yerbajos. El uso indiscriminado de avionetas para fumigar con pesticidas traídos de Israel que no solo rociaban las plantaciones sino que las comunidades adyacentes. Estos pesticidas eran importados de Israel, traían toda la información para uso y emergencias en casos de intoxicación en hebreo, lo que traía enorme dificultad para el tratamiento médico ya que, obviamente, los médicos puertorriqueños no sabemos hebreo.
Dado que era el pueblo de Puerto Rico quien sufragaba los gastos, sus estilos eran de despilfarro. Toneladas de tomate eran lanzados en enormes cuevas que producían enorme daño al ambiente con la putrefacción que se producía. Enormes predios eran escasamente cosechados y, para que no fueran recogidos por la gente, eran fumigados con herbicida pero aún así fueron consumidos por los puertorriqueños.
VII. El proyecto arrocero del Norte.
El proyecto arrocero es otro ejemplo de una operación fallida en torno al agro puertorriqueño. Siempre me opuse a este proyecto pues los precios que prevalecían en el mercado mundial lo hacían definitivamente no viable económicamente. En Estados Unidos, de donde procedía todo el arroz de Puerto Rico, este cultivo era viable debido a los grandes incentivos que recibe del gobierno, así como la enorme extensión territorial de las siembras.
La siembra en Puerto Rico consistía de arroz cultivado en el agua (arroz de pantano) para lo que es necesario nivelar perfectamente el terreno, labor que se realizó con la última tecnología de rayos láser y creación de lomos de contención. Tendríamos dos cosechas al año. Se estableció un moderno molino de arroz en Cambalache. Ocurrió lo inevitable; la quiebra, que costó 23 millones de dólares adicionales a nuestros contribuyentes. El gobierno informó como causa de su fracaso el hecho de que los finches se comían el arroz en las espigas. Nunca informaron que el consumo de agua por evapotranspiración requería enormes cantidades de agua por riego subterráneo. Las aguas subterráneas bajaban de nivel y entraba agua del mar contaminando los acuíferos y dañando los cultivos. Este proceso se conoce como intrusión salina. Además, tanto el agua como el terreno eran necesarios para otros usos – urbanización. Tampoco informaron que los costos de producción arrocera en Puerto Rico superaban por mucho el arroz importado. Nos preguntamos, ¿y para la administración gubernamental actual, cuál es su plan de desarrollo agrícola para Puerto Rico? Que yo sepa, ninguno.
VIII. El agro puertorriqueño en el siglo 21, ¿qué hacer?
En un excelente libro editado por Fernando Picó y auspiciado por la Fundación Luis Muñoz Marín, titulado Luis Muñoz Marín. Perfiles de su gobernación (2003), escriben dos autores con trabajos que me parecen excelentes aportaciones que se vinculan a nuestra ya milenaria crisis agraria. El primero; “Pan, casa, libertad: de la reforma agraria a la especulación inmobiliaria” por el Dr. Rubén Nazario Velazco, página 145. En este ensayo el autor responsabiliza a Muñoz como uno de los gestores de la crisis agraria al distribuir miles de parcelas de tierra - 152 mil - para uso de vivienda a expensas de su utilización para producción agraria. En otro lugar el autor señala a Muñoz no solo como antilatifundio sino como antiagrario en su asociación de pobreza y agricultura. También señala: “En definitiva nuestra historia de la tierra alimentada como fue por el discurso anti cañero muñocista se llenó de pelusa de caña, sudor de esclavos y fantasmas de agregados… se nos olvidó asociar la tierra al huerto, a la comida y a la vida. Hubo una gran pérdida no sólo de producción, sino mucho más importante de cultura agraria. Sin una tradición agrícola que lo protegiera el terreno quedó fértil para la especulación”.
Si Muñoz en todo este escenario de cambios sustanciales vinculado a la virtual desaparición de nuestro agro como actividad económica fue objeto o sujeto de la historia es debatible. Hay que reconocer que Estados Unidos era la primera potencia económica mundial y que su producción agrícola era enorme. Nada mejor que aprovechar la mano de obra puertorriqueña en manufactura a salario de hambre, y continuar como consumidores de su producción agrícola.
El segundo artículo sobre Muñoz y su período histórico es de la autoría del magnífico economista Francisco Catalá quien en una sinopsis histórica facilita la interpretación de esa transición de un Puerto Rico agrario a un Puerto Rico urbanizado, parcialmente destruido y sin plan alguno que no sea defender las dádivas federales.
IX. El agro puertorriqueño al día de hoy.
De acuerdo al Informe Económico al Gobernador, la producción agrícola puertorriqueña al año 2020 fue de 637 millones de dólares. Los gastos totales en consumo de alimentos ascendió a 7 mil 473 millones de dólares. La manufactura alimentaria subió a 820 millones de dólares. Del informe se desprende que un subsidio al obrero agrícola de 33 millones de dólares anuales fue eliminado en el 2018. El presupuesto agrícola gubernamental cada día es menor. Un 40% de nuestra población recibe cupones para alimentos. La fuerza laboral agrícola es de 20 mil trabajadores.
X. Las canto como las veo.
Las luchas, para poder ganarlas, hay que darlas. Puerto Rico tiene recursos para producir muchísimo más alimento y otras materias primas derivadas del cultivo del agro que lo que produce en la actualidad. Tenemos excelentes llanos costeros tanto en el sur como en el norte con gran potencial productivo. Los abastos de agua no son escasos, el clima es favorable, la capacidad adquisitiva de la población es adecuada, ¿qué más falta? Trabajar. Ver y analizar la realidad de forma objetiva y no engañarnos a nosotros mismos. La comida es indispensable, su mayor costo es empacarla, refrigerarla y traerla al lugar de consumo. Por eso es importante producirla localmente.
XI. Agricultura comercial.
La agricultura comercial es mucho más difícil y requiere fincas de mayor tamaño o arrendamiento de terrenos adecuados a la empresa a desarrollarse. El alquiler de terrenos obviamente excluye siembras de larga duración como la producción de frutales. Otro aspecto de esta agricultura es el mercadeo. Para este autor, es el freno más importante a nuestro desarrollo agrícola, pues los supermercados monopolizan la distribución. Los pequeños negocios que compraban al productor local, las plazas de mercado, virtualmente desaparecieron. No existe una política gubernamental de precios garantizados al productor ni centros de acopio, empaque, publicidad o mercadeo. La aportación del gobierno tanto nacional como federal es nula. Las entidades que otorgaban crédito a bajo tipo de interés desaparecieron. Otros servicios como semillas de alta calidad procedentes de las estaciones experimentales se han reducido drásticamente.
Afortunadamente, una multitud de jóvenes de ambos sexos se interesan por el estudio de ciencias agrícolas. También crece el interés por relacionar el problema de nuestro agro con el problema político, económico y social. Para adelantar en ese territorio es indispensable liquidar el tradicional bipartidismo que ha actuado como verdugo del agro. Y más aún, tenemos que reestructurar nuestra relación colonial con Estados Unidos de América. Recomiendo pues que vayamos pensando desde ahora mismo la creación de grupos de estudio y análisis para hacer lo que hay que hacer. No esperemos a que California se quede sin agua o que la escasez de combustibles encarezca el transporte a niveles tal que una libra de papas nos cueste más que 5 plátanos. El conflicto armado entre Ucrania y Rusia nos está enviando un aviso. El costo de los cereales ha subido de forma monumental. El trigo, el maíz, la cebada, el centeno, la soya, y otros renglones agrícolas han disminuido en este nuevo contexto histórico donde la población mundial aumenta. Hay menos tierra y está más agotada.
XII. Nota final.
Como nota final sostengo que es urgente un retorno a la actividad agraria autosustentable apoyada seriamente por el estado mediante respaldo técnico, subsidios, crédito, precio garantizado, seguros de cosecha y finca sufragada por el gobierno y una reestructuración completa del mercado. A los partidos emergentes, que espero asuman las riendas del gobierno ahora en manos del bipartidismo corrupto, demos el más decidido respaldo. Así lo espero.
-----------
Pablo E. Segarra es médico, agrónomo y ambientalista.