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“#EsTiempoDeTransformar: Globalizar la solidaridad, localizar la agricultura”

un diálogo por la soberanía alimentaria de los pueblos


Por Natalia Santos Orozco



De las luchas que libramos en defensa de la vida y en contra del sistema neoliberal-capitalista destructor, la más titánica es la del campesinado y de los pueblos originarios. La defensa de sus saberes, de la tierra, de una agricultura ecológica, de la soberanía alimentaria, supone hacer frente a los poderes que dominan la cadena de producción del agronegocio en el capitalismo. Es decir, implica ir contra los intereses económicos de las grandes empresas y corporaciones respaldadas por enormes cantidades de capital y por los gobiernos que las favorecen. Este sistema precariza las condiciones de vida, la seguridad y el sustento de las comunidades campesinas que son, por mucho, todavía hoy, quienes alimentan la mayor parte de la población en el mundo. Y en sus luchas se cultivan esperanzas de un futuro distinto.


Bajo el lema “Globalizar la solidaridad, localizar la agricultura”, el pasado jueves, 10 de septiembre de 2020, la organización internacional La Vía Campesina conmemoró el Día Internacional de Lucha contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) y los tratados de libre comercio (TLC) con un diálogo virtual en el que participaron líderes y activistas campesinos de África, del Caribe y las Américas, de Asia y Europa [1]. Este año el evento estuvo dedicado a Lee Kyung Hae, el agricultor surcoreano cuya inmolación el 10 de septiembre de 2003, frente al lugar donde se celebraba una cumbre de la OMC en Cancún, México, constituye un trágico símbolo de la lucha por los derechos campesinos y de las terribles condiciones que viven. A raíz de su suicidio, se paralizaron los acuerdos que se estaban pactando en aquel momento, pero no el sistema que continúa operando en detrimento de las vidas campesinas y de la mayor parte de la población “alimentada” por un sistema nocivo para los cuerpos y para el planeta. Estos diálogos nos permiten escuchar las experiencias de las personas campesinas y las formas en que se organizan para defender sus vidas, para resistir y combatir las políticas que atentan contra la soberanía alimentaria de sus pueblos.





La OMC es la organización creada en 1995 que se ocupa de negociar los acuerdos de comercio internacionales que incluyen los que tienen que ver con la alimentación. Trabaja en función de los intereses de las grandes corporaciones transnacionales, facilitando su participación y control de los procesos de producción y el mercado de los alimentos entre los países. La Vía Campesina y las organizaciones aliadas alrededor del mundo rechazan las políticas impuestas por sus acuerdos y proponen la soberanía alimentaria como modelo que se basa en el derecho a la alimentación adecuada de las personas y en la libertad de los pueblos de establecer formas de producción, distribución y consumo democráticas, saludables y justas.


Bajo la moderación de Peter Rosset, profesor de ECOSUR en Chiapas, México, y de Solenne Garin, de La Vía Campesina en Francia, participaron en el diálogo virtual Jeongyeol Kym de la Asociación de Mujeres Campesinas de Corea del Sur, David Calleb Otieno, de la Liga Campesina de Kenia, Shalmali Guttal de la organización Focus en el Sur Global, Million Belay de Alianza para la Soberanía Alimentaria en África, S Kannaiyan de India, Doudou Pierre Festil de Haiti y Vincent Dauby del Movimiento de Acción Campesina de Bélgica. En conjunto, se expresaron enérgicamente en contra de la OMC y de los tratados de libre comercio neoliberales que ignoran los reclamos de las comunidades agricultoras campesinas y que favorecen las formas de producción dañinas para la salud y el ambiente. A través de sus particulares experiencias, se pudo delinear una cartografía general de sus acciones, de sus logros y proyecciones.





La discusión comenzó con la denuncia de la epidemia de suicidios que sufren las comunidades campesinas alrededor del mundo, debido a las precarias condiciones que resultan de los acuerdos de libre comercio bilaterales en distintos países bajo la intervención de instituciones como el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional y la OMC o de alianzas regionales como MERCOSUR. En el contexto de la pandemia del COVID-19, estas condiciones han empeorado. Kannaiyan estimó que los suicidios en las comunidades campesinas en India superan las 300 personas como resultado directo del régimen de libre comercio que se impone a partir de finales de la década de 1990. Pero también destacó los logros de las movilizaciones masivas de las comunidades campesinas en India que recientemente llegaron a paralizar la colaboración del gobierno en uno de estos acuerdos [2].


Doudou denunció la forma en que Haití también ha sido víctima de estas políticas y caracterizó la situación como una masacre contra su pueblo. Bajo las políticas del libre comercio, los campesinos son desplazados por un sistema que se fundamenta en el monocultivo y la importación. Los pueblos se ven obligados a consumir lo que se produce en otros países, generando injusticia y graves daños a las vidas campesinas locales que se ven desalojadas y obligadas a emigrar. Señaló el papel que desempeña el gobierno de los Estados Unidos como promotor de estas políticas neoliberales y neocoloniales en nuestra región del Caribe y las Américas.


Kim también enfatizó que el régimen del libre comercio basado en el monocultivo y el agronegocio genera la pérdida de los saberes tradicionales y afecta sobre todo a las mujeres campesinas. Consideró también la perspectiva de los consumidores que pierden control sobre lo que comen y lo que compran. Denunció cómo esta globalización mediada por la OMC domina otros aspectos de la vida como la legislación y la educación. Resaltó las luchas que se dan en Indonesia como ejemplo de estrategias exitosas [3]. Es un ejemplo más de cómo la lucha campesina, con el apoyo de los sindicatos y movimientos sociales, es capaz de frenar a un gobierno que pretenda imponer un acuerdo de libre comercio.


Como reafirmó Rosset, la posición política de La Vía Campesina en contra de la OMC ha sido clara: “OMC fuera de la agricultura”. David Calleb Otieno explicó que este rechazo requiere la creación de nuevas instituciones que contrarresten los males de las políticas neoliberales. Deben ser instituciones democráticas que apoyen la producción y el comercio local de los alimentos, de forma que se libere la agricultura de la especulación económica y del modelo del agronegocio que la ha dominado. Milion Belay recurrió al ejemplo de Kenia para ilustrar cómo se han aprovechado del contexto de la pandemia, de las medidas de distanciamiento físico, para impulsar acuerdos bilaterales que reproducen formas de producción agrícola nocivas y que afectan a los campesinos locales (monocultivo, uso de agroquímicos, semillas genéticamente modificadas). David denunció la prisa que tiene el gobierno keniano de lograr acuerdos con los Estados Unidos e Inglaterra para desarrollar estos proyectos de agronegocio sin considerar el bienestar del campesinado ni del pueblo. Rosset relacionó lo anterior con una nueva reconfiguración del capitalismo en el contexto de la pandemia, que registra un aumento en la concentración de las corporaciones y de la precariedad de la clase trabajadora.


Por su parte, Shalmali Guttal explicó el complejo proceso de articulación de las políticas de la OMC, del BM y FMI en armonía con las políticas de los gobiernos. Esta “coherencia” facilita el creciente proceso de financiación que ha permitido que los acuerdos sean cada vez más ambiciosos en sus propósitos y demandas y conformen lo que desde su organización conceptualizan como una “nueva generación” de acuerdos de libre comercio que incluyen, entre otras cosas, protecciones legales para los inversores a través de acciones o demandas que pueden interponer las corporaciones en contra de los gobiernos que tomen medidas que pongan en riesgo sus inversiones. Destacó que estas dinámicas corresponden a estrategias de control geopolítico que persiguen, a través de los TLC, el dominio de las regiones. Vincent Dauby señaló que los TLC son mecanismos de control neocoloniales que afectan a agricultorxs y trabajadorxs del sur global y del norte también. Agricultorxs y campesinxs en Europa y Estados Unidos, por ejemplo, padecen los efectos de las políticas neoliberales; sufren las presiones para que transformen sus métodos tradicionales e incorporen prácticas nocivas de producción; les quitan sus tierras y se ven desplazadxs. En términos de las estrategias de resistencia y lucha, Guttal recalcó que ha sido importante establecer relaciones y alianzas con líderes locales y movimientos sociales que también se oponen a la OMC. A través de las movilizaciones de La Vía Campesina, así como de otras organizaciones aliadas, se han podido bloquear sus acciones, tanto así que han suspendido las celebraciones de cumbres. No obstante, los países poderosos han desarrollado mecanismos para seguir formalizando acuerdos lejos del escrutinio de los pueblos.


¿Cuáles son las alternativas? Kim planteó la necesidad de transformar el sistema de comercio que representa la OMC, basado en intereses de corporaciones y en la competencia, por uno de y para las personas cimentado en la cooperación entre los movimientos sociales. David también habló de una transformación del sistema económico por uno participativo y local que se sostenga en la cooperación entre productores y consumidores. Doudou defiende la agroecología como la alternativa transformadora que necesita el planeta y el modelo productivo para alcanzar la soberanía alimentaria de los pueblos. Guttal planteó, como complemento importante del principio de soberanía alimentaria, la necesidad de reclamar lo público, entendido como una serie de protecciones, de servicios y bienes comunes democratizados, con el propósito de reconstruir un sistema orientado hacia el bienestar de las personas. Se mencionó también el caso de Cuba como el mejor ejemplo del éxito de un modelo de producción agroecológica conducido por el campesinado [4].


Este diálogo fue una muestra del esfuerzo por globalizar la solidaridad con las luchas campesinas e indígenas, y con la soberanía alimentaria de los pueblos. Y, según lo completa el lema, para alcanzar la justicia que merece el campesinado y los pueblos originarios, es necesario localizar la agricultura.


En Puerto Rico, son cada vez más las organizaciones que recuperan nuestros campos y desarrollan formas de producción agroecológicas y de comercio local que desafían las normas del agronegocio y nos encaminan hacia la soberanía alimentaria. Estas iniciativas contrastan con la actitud derrotista y fatalista que se expresa desde ciertos sectores del gobierno. En una entrevista publicada el 16 de septiembre, el secretario del Departamento de Agricultura de Puerto Rico, Carlos Flores Ortega, afirmó que “eliminar la dependencia alimentaria y ser completamente autosustentables es una tarea imposible” [5]. Habría que superar esta visión a través de la articulación de políticas públicas que apoyen el desarrollo agroecológico mediante procesos democráticos que partan de las experiencias y necesidades de las personas que trabajan la tierra, del comercio y los mercados agrícolas locales, y que animen la formación de una nueva persona consumidora conciente y soberana.


Todas estas alternativas constituyen medidas necesarias para mitigar los efectos de las reglas del capitalismo. Pero debemos aspirar, no solo a limitar y mitigar las consecuencias de este sistema a corto y a mediano plazo, sino a abolirlo. Estas luchas deben colocarse dentro de una perspectiva francamente anticapitalista a fin de lograr la soberanía alimentaria que garantice la alimentación adecuada, la salud, la democracia y la justicia para las vidas campesinas y los pueblos originarios.


Notas


[1] El vídeo del diálogo virtual puede verse en la página de Facebook de La Vía Campesina: https://www.facebook.com/viacampesinaOFFICIAL/videos/359460218561426/




[4] El 22 de julio de 2020, el Consejo de Ministros de Cuba aprobó un Plan Nacional de Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional en colaboración con la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que ha sido el resultado de un proceso participación popular amplio: http://www.fao.org/cuba/noticias/detail-events/es/c/1300586/


[5] “Imposible la autonomía alimentaria en Puerto Rico”, El Vocero, 8 de septiembre de 2020: https://www.elvocero.com/economia/imposible-la-autonom-a-alimentaria-en-puerto-rico/article_fd34a466-f167-11ea-9835-5b6ca209fe02.html


Natalia Santos Orozco es integrante de Democracia Socialista y de la Junta Editorial de momento crítico.


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