Por Pablo E. Segarra Bosques
Recientemente, los medios noticiosos han destapado una avalancha informativa por parte de los encargados de manejar la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados en Puerto Rico. Cuando lees la información, y la analizas a fondo terminas concluyendo que se trata de dos problemas de gran magnitud: suministros futuros de agua debido a la sedimentación de nuestros embalses y una burocracia gubernamental totalmente incapacitada para resolver el problema. En vista de la relevancia del tema, la Junta Editora de Momento Crítico me ha pedido que redacte un escrito sobre este tema. La tarea no es fácil pues el tema del agua es amplio, panorámico, muy abarcador y cubre múltiples áreas como la tierra, suelo, geología, clima, forestación, finanzas gubernamentales, ingeniería y crítica social frente a un aparato gubernamental que hace años se ha mantenido de brazos cruzados con relación al cuido, mantenimiento y preservación de este recurso indispensable.
Redactar este escrito se complica aún más por mi preparación académica no relacionada directamente a la ingeniería hidráulica o la hidrología. Por otro lado, la información recopilada a lo largo de los años en nuestro país sobre recursos hidrológicos es extraordinaria en amplitud y calidad técnico científica. Pero tomen nota, esta información sobre el agua es sumamente dinámica y cambiante. Los parámetros sobre agua cambian y con ello los pasos a seguir. Dentro de este panorama trataré no ya de introducir nueva información o nuevos conceptos sobre un tema tan abarcador como el agua, sino tratar de forma breve y sencilla poner esa información al alcance de algunos de nuestros lectores y, por qué no, de los que diseñan nuestra política pública. Después de haber leído sus comunicados de prensa, creo que no les vendrá mal exponerse a otros insumos informativos, pues son evidentes sus limitaciones sobre el tema.
Abastos de agua al día de hoy
Puerto Rico tiene toda el agua que necesita, de hecho, más que el promedio mundial. Por otro lado, la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) factura menos de la mitad del agua procesada en sus plantas de filtración. En otras palabras, la despilfarran. Esta realidad por sí sola nos revela un aspecto crítico de nuestra burocracia bipartidista. La estructura de un sistema de producción y distribución de agua es compleja y requiere mantenimiento. Todo el manejo de nuestras aguas, tanto de escorrentías como servidas, está obsoleto. Nuestra red de distribución está obstruida después de muchas décadas sin restauración. Los salideros son la orden del día. El agua que aflora por las tuberías puede escapar por días, semanas, meses y a nadie le importa. Dijo alguien con buen sentido del humor: “somos el país que celebra cumpleaños a los escapes de agua.” Por otro lado, sistemas de bombeo que generan presión desigual y suministros intermitentes son frecuentes. La lectura de contadores es inexistente y los cobros son caprichosos. El agua no cumple con los parámetros de calidad. Sufrimos todos esos daños colaterales ante un servicio pésimo. En el hogar del autor de este escrito somos dos personas retiradas de escasos ingresos que no desperdiciamos el agua, no regamos la grama, apenas lavamos el carro y pagamos 175 dólares mensuales con un contador que nunca leen. El agua se va sin notificación alguna a la ciudadanía. Tubos ataponados, materiales de segunda clase y reparaciones negligentes completan este desastre.
Autoridad de Acueductos y Alcantarillados – historia reciente
A principios de los años 70, en la primera administración de Carlos Romero Barceló, bajo un fuerte impulso del ingeniero Santiago Vázquez, se gestó el Acueducto Norte para suplir agua desde el embalse Dos Bocas – Caonillas hasta el área metropolitana de San Juan que culminó con su inauguración bajo Pedro Rosselló a un costo de cientos de millones de dólares. Nunca me parecieron válidas las razones para realizar este costoso proyecto pues una lectura a los recursos hidrológicos de Puerto Rico nos demuestra que nuestra capital y ciudades aledañas están provistas de nuestras más productivas cuencas hidrográficas, a saber, Río Grande de Loíza, Río Gurabo, Rio La Plata, Rio Bayamón, Rio Espíritu Santo y varias fuentes de agua subterráneas. Sus pronósticos de crecimiento poblacional resultaron equivocados. La zona metropolitana ha perdido mucha población. Dos Bocas en Arecibo estaba seriamente sedimentado en más de 50% lo que reducía peligrosamente su abasto seguro de agua. No cabe dudas que, una vez realizadas las conexiones de agua a Hatillo, Arecibo y toda la costa norte hasta San Juan los abastos de agua del acueducto norte serían insuficientes. Realizaron dragado rápido a Carraízo y están trayendo agua del este de Puerto Rico, hechos que demuestran que, a pesar de los millones de dólares asignados, los problemas de abastos de agua en nuestra capital continúan. Al embalse Dos Bocas nunca se le removieron los sedimentos a pesar de que la Declaración de Impacto Ambiental así lo exigía. Todos los expertos, y no estoy hablando de los politiqueros, ponen este proyecto del dragado como primera prioridad, pero como veremos a continuación ni el Primer Ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, ingeniero Josué Colón, han priorizado el embalse de Guajataca y un dragado parcial al embalse Carraízo. De paso, no creo que corresponda a Energía Eléctrica administrar nuestras aguas.
Restauración del Embalse Guajataca
El protagonismo que ha adquirido la restauración del embalse Guajataca, a un costo astronómico de mil millones de dólares por lo menos, a este autor le parece inexplicable. Guajataca, localizada en la región noroeste central de Puerto Rico entre San Sebastián, Quebradillas y Camuy fue construido en 1928 para generación eléctrica y riego a Isabela. Su área de captación es relativamente pequeña y se origina dos o tres millas aguas arriba de Lares, una pequeña franja de San Sebastián y el resto del agua proviene de la región del carso vía subterránea. Por lo tanto, la sedimentación del lago es escasa. Su capacidad original de almacenaje de agua es de 48 millones de metros cúbicos. Sólo ha descendido en casi un siglo a 40 millones de metros cúbicos. El arrastre de sedimentos es limitado.
Durante el huracán María en el 2017, debido a las torrenciales lluvias en esa región, el embalse se desbordó por el área de escape para emergencias, que puso en grave riesgo la población aguas abajo. La rotura fue restaurada provisionalmente y no en su totalidad. Al día de hoy el embalse tiene poca agua. Hace apenas unas semanas, el ingeniero Josué Colón, director ejecutivo de la Autoridad de Energía Eléctrica, compareció acompañado del alto mando del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de Estados Unidos (en un informe que me parece plagado de errores) señalando que se reconstruirá la represa y se dragará el embalse de forma urgente a un costo de mil millones de dólares. Se restaurarán los canales de riego y posiblemente la generación eléctrica. Veamos. Los permisos y planificación tomarán cinco años y la construcción en sí otros cinco años. Cuando en la AAA dicen 10 años podrían ser 20. Dice el informe del director ejecutivo que este embalse suple agua a 300 mil usuarios. También es falso, pues tres pueblos como Isabela, parte de Aguadilla y Moca no tienen 300 mil habitantes, a lo sumo 100 mil. Nos habla de suplir riego agrícola cuando sabemos que ya no hay agricultura.
Embalses del suroeste y Valle de Lajas
Otra área problemática con suplido de agua presente y futura es el agua del embalse Lucchetti en Yauco, el embalse Guayo y río Loco que suplen agua a esa región y al Valle de Lajas. No vamos a entrar en detalles sobre estos embalses pero sugerimos a los interesados abordar el excelente informe por Ferdinand Quiñones, ingeniero de aguas, sobre este tema. Aparece publicado en internet de manera íntegra y gratuita.
Se menciona a través de los medios y en artículos más técnicos y científicos sobre la sedimentación del embalse Guayabal en Villalba que también ha llegado a su límite. Este embalse suplía agua a Juana Díaz pero fue sustituido por agua del acuífero del sur, de suma importancia agrícola y que ya está sufriendo intrusión salina. Toda esta narrativa nos demuestra que el problema de la sedimentación y el agua disponible en muchos lugares de Puerto Rico son una demostración de abandono de parte de AAA.
Río Grande de Loíza y Carraízo
A pesar de la construcción del acueducto norte, Carraízo y la cuenca de Río Grande de Loíza continúan siendo el abasto de agua más importante para nuestra zona metropolitana. En la actualidad esta fuente suple 90 millones de galones diarios de agua (MGD), desgraciadamente de pésima calidad por negligencia de los gobiernos bipartidistas de las últimas décadas, pero es un problema que tenemos que corregir urgentemente. Este embalse recibe escorrentías procedentes de Caguas urbano (80 mil habitantes), San Lorenzo, Juncos, Gurabo y Las Piedras. Llama la atención la enorme capa de jacintos y otra flora acuática que cubre una gran porción de la superficie del lago. La materia orgánica al descomponerse es caldo de cultivo para enormes cantidades de bacterias y microorganismos que consumen el oxígeno disuelto en el agua (eutrofización). La fauna de mayor tamaño (peces) no sobrevive en este ambiente. El agua a su vez se torna difícil de tratar. Se torna maloliente y de muy mal sabor. No cumple con los parámetros de turbidez. ¿Resultado final?, comprar agua embotellada y descargar residuos plásticos. Estos datos no son razón para descartar esta cuenca hidrográfica. Todo lo contrario, apuntan a la necesidad urgente de restaurarla. Es indispensable la reforestación total de la cuenca, corregir las plantas de tratamiento de aguas servidas, prohibir la construcción de pozos muros, eliminar crianza comercial de animales y reducir al mínimo el uso de abonos químicos. No deben descargarse desperdicios industriales y comerciales y es necesario instaurar prácticas rigurosas de conservación de suelos. Todas estas medidas van encaminadas a reducir sedimentos y contaminación.
Es de suma importancia el hecho de que el dragado realizado en 1998 mayormente en el área de entrada al embalse Carraizo según cifras oficiales se dragaron 5.6 millones de metros cúbicos de sedimentos depositados en diques. Estos sedimentos fueron rápidamente reemplazados por sedimentos arrastrados por las inundaciones. En el momento actual se están realizando estudios y proyectos por el Senado de Puerto Rico para dragar nuevamente el embalse. Hay recomendaciones por parte del Recinto Universitario de Mayagüez de modificar la forma en que se están realizando estos dragados. Sus ingenieros expertos en la materia respaldan el proyecto en sí, pero realizan críticas impactantes al mismo. La más novedosa me parece la recomendación de no planificar el dragado de forma similar para todos los embalses. Recomiendan utilizar las salidas y exclusas de la misma represa durante las crecidas para descargar gran parte de los sedimentos. Hay muchísimos más detalles en los que no entraremos, pero según los ingenieros del RUM estas medidas acelerarían la construcción de los proyectos y reducirían los costos del dragado. Nos alertaron a la vez que privar los cauces del río de sedimentos más abajo del embalse aumenta el derrumbe y erosión de todo el cauce y afecta negativamente las costas del mar.
Resumen final y conclusiones
El problema de nuestros abastos de agua es complejo y la solución propuesta prioriza el beneficiar a compañías privadas vinculadas con el partido de gobierno y no necesariamente va a atender efectivamente el problema a largo plazo.
El manejo y atención de nuestro recurso agua no debe recaer sobre las espaldas de quien menos tienen y que han sido tan afectados por los continuos aumentos en el costo de vida. Es justo que sean quienes provocan la sedimentación y el deterioro del medio ambiente mediante descargas tóxicas y contaminantes, quienes más aporten. Al fin y al cabo, este comportamiento irresponsable de los “desarrollistas” ha contribuido a poner al borde del precipicio nuestra existencia misma a nivel planetario. Se hace más urgente la toma de consciencia que nos conduzca a tomar acciones que transformen nuestra conducta y todo tipo de actividad que destruye el equilibrio de nuestro ecosistema.
Pablo E. Segarra Bosques es ambientalista, agrónomo, médico retirado y autodidacta.
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