las bifurcaciones del camino y la urgencia de un frente feminista anticapitalista
Por Natalia Santos Orozco
Es un hecho que todas las mujeres viven oprimidas bajo el sistema capitalista patriarcal. El modo en que experimentan sus opresiones varía de acuerdo con las condiciones que marcan sus vidas como la clase social, la raza, la identidad sexual, el estatus legal, la diversidad funcional. La conciencia de que las desigualdades e inequidades son parte estructural del capitalismo es un paso importante para el examen de las respuestas políticas que se articulan desde las diferentes tendencias del feminismo. Esa revisión nos permite identificar una constante histórica general que se manifiesta, a grandes rasgos, en las contraposiciones entre un feminismo que parte del reconocimiento del origen sistémico de estas opresiones y que plantea la necesidad de transformarlo, y otro, cuyo carácter es más bien reformista [1].
En tiempos recientes, ha cobrado protagonismo un feminismo liberal que busca la “igualdad” mediante la reproducción de las lógicas neoliberales que han agudizado las crisis que enfrentamos en todos los renglones de nuestras vidas. ¿Cómo ha respondido el feminismo anticapitalista ante esa ramificación peligrosa para sus principios y objetivos? En algunas expresiones históricas del feminismo socialista encontramos claves que nos ayudan a contextualizar el debate y que podemos relacionar con las movilizaciones y manifiestos feministas más recientes.
EL DEBATE SOBRE EL FEMINISMO BURGUÉS
En 1894, Clara Zetkin, la líder socialista alemana, una de las iniciadoras del Día Internacional de las Mujeres, en un escrito titulado “Separación tajante”, lanzó una crítica a las posiciones asumidas por un grupo de feministas burguesas, debido a que se opusieron a la incorporación de grupos políticos a una asociación de mujeres que se estaba gestando en Alemania. Específicamente, rechazaron cualquier vinculación con el socialismo que Zetkin representaba en aquel momento. En su defensa del reconocimiento de la actividad política de las mujeres, ella describe las diferencias que existen entre el feminismo burgués y el de las proletarias: “Las reformas en favor del sexo femenino y en favor de la clase obrera son para [las mujeres proletarias] únicamente un medio para un fin, mientras que para las mujeres burguesas las reformas del primer tipo son la meta final. El feminismo (Frauenrechtelei) burgués no es más que un movimiento de reforma, mientras que el movimiento de mujeres proletarias es y debe ser revolucionario” [2].
Rosa Luxemburgo, la pensadora marxista y líder revolucionaria polaca, también formuló una crítica al feminismo burgués cuando abordó el tema del voto femenino en su discurso de 1912. Señaló que:
La mayoría de estas mujeres burguesas, que actúan como leonas en la lucha contra los “privilegios masculinos”, se alinearían como dóciles corderitos en las filas de la reacción conservadora y clerical si tuvieran derecho al voto. Serían incluso mucho más reaccionarias que la parte masculina de su clase [...] Las mujeres de las clases propietarias defenderán siempre fanáticamente la explotación y la esclavitud del pueblo trabajador gracias al cual reciben indirectamente los medios para su existencia socialmente inútil. [3]
En la misma línea que Luxemburgo, en 1913, Alejandra Kollontai, la líder revolucionaria rusa, también descargó una dura crítica contra el feminismo burgués, para el cual la lucha por el sufragio era solo, según ella, un medio para garantizar los privilegios de ciertas mujeres en la sociedad capitalista. No quiere decir que la importante conquista del derecho al voto lograda por las mujeres sufragistas burguesas sea objetable. Sin embargo, Kollontai como Luxemburgo advirtieron en su momento sobre los contrastes entre los objetivos que movilizan a las feministas de diversos frentes de acuerdo con la clase social con la que se vinculan. Decía:
Las feministas burguesas están luchando para conseguir derechos políticos: también aquí nuestros caminos se separan: para las mujeres burguesas, los derechos políticos son simplemente un medio para conseguir sus objetivos más cómodamente y más seguramente en este mundo basado en la explotación de los trabajadores. Para las mujeres obreras, los derechos políticos son un paso en el camino empedrado y difícil que lleva al deseado reino del trabajo.
Los caminos seguidos por la mujeres trabajadoras y las sufragistas burguesas se han separado hace tiempo. Hay una gran diferencia entre sus objetivos. Hay también una gran contradicción entre los intereses de una obrera y las damas propietarias, entre la sirvienta y su señora... (destacado mío) [4]
Esta imagen de los caminos separados en el feminismo compendia las diferencias que han existido históricamente entre un feminismo que parte de la conciencia de las opresiones sistémicas y, otro, que ha sido articulado desde las clases privilegiadas y que ha servido para perpetuar, conscientes o no de sus consecuencias, la explotación del sistema capitalista, la opresión del patriarcado, del racismo, del coloniaje. No quiere decir que las mujeres burguesas no sufran opresiones por razón de género, ni que sus luchas feministas no sean válidas ni constituyan avances importantes para la obtención de derechos. No obstante, cuando se trata de la lucha feminista, su perspectiva de clase limita su potencial emancipador.
A pesar de esta distinción entre un feminismo burgués y uno más radical, anticapitalista y revolucionario, parto del reconocimiento de la función cardinal que han desempeñado las feministas, incluso las pertenecientes a estratos de poder, cuando contribuyen a la transformación de las estructuras del sistema. O, como lo resume Eleonor Marx, la pensadora y líder socialista: “Cuando las mujeres burguesas reclaman derechos que nos benefician también a nosotras, lucharemos junto a ellas […] Nosotras no rechazaremos ninguna conquista, obtenida por las mujeres burguesas para su propio beneficio, que se extienda a nosotras, queriéndolo ellas o no. Aceptamos estos avances como armas” [5] (traducción mía).
EL MANIFIESTO DE UN FEMINISMO PARA EL 99%
Por lo anterior, resulta significativa la referencia a los caminos separados en el feminismo que ha sido recuperada por un grupo de feministas para articular una propuesta de acción política. En 2019, las intelectuales y activistas feministas, Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser, publicaron un Manifiesto de un feminismo para el 99% [6]. El Manifiesto surge en el contexto de las movilizaciones internacionales del 8 de marzo que, desde el 2017, constituyen expresiones de la nueva ola feminista internacional [7].
Las autoras emplean la imagen del camino bifurcado para establecer su rechazo al feminismo liberal que mencioné al comienzo y que cobra auge y protagonismo a partir de las políticas neoliberales que se propagan desde la década de los 80, tanto en el Norte como en el Sur global, y que sirve a propósitos similares en el contexto de la crisis del capitalismo. Es un feminismo de mujeres liberales que ven la realización de la “igualdad” de género en el hecho de poder sustituir a los hombres en los puestos de poder. No buscan transformar el sistema, sino reproducir la lógica del capital con mujeres al mando. Este feminismo liberal contrasta con la fuerza masiva de otro muy distinto; de un feminismo que se origina de las experiencias de opresión, del activismo y de las resistencias recientes a las políticas neoliberales; que expresa el descontento por las precariedades impuestas y sufridas por la mayoría, especialmente por los grupos oprimidos, mujeres, negras, pobres, inmigrantes; que responde ante la crisis climática sin precedentes que hace insostenible la vida en nuestro planeta.
El Manifiesto reivindica los principios que orientan su propuesta de un feminismo del 99%, a través de la dedicatoria al Combahee River Collective [8] que representó, desde la década de los 70 hasta mediados de los 80, una de las intervenciones más importantes del feminismo negro, gestando la noción de interseccionalidad y cuestionando las bases de un feminismo racista dominante; a las feministas polacas, cuya huelga de mujeres, su “protesta negra” de 2016 en contra de la prohibición del aborto, impulsó la ola global feminista [9]; y, a las feministas argentinas, cuya lucha en contra de la violencia machista organizada bajo el lema de “Ni una menos” también se convirtió en emblema internacional de un nuevo feminismo y propagó su llama a más países [10].
Así, en los momentos de mayor crisis en el capitalismo, el feminismo se ha radicalizado. No obstante, el sistema ha encontrado formas de contener su fuerza revolucionaria mediante la asimilación de los discursos contestatarios. Esta dinámica se identifica, como he tratado de ilustrar a través de los ejemplos de Zetkin, Luxemburgo, Kollontai y Marx, a lo largo de la historia del movimiento feminista en el contraste entre sus tendencias y las repercusiones de las respuestas del estado ante sus vindicaciones. En “La revolución socialista y la lucha por la liberación de la mujer” del 11 Congreso Mundial de la Cuarta Internacional de 1979, se resume el proceso en el contexto de las luchas de la segunda ola feminista de la década de los 70:
Rápidamente aparecieron las divisiones dentro de la clase capitalista sobre cómo responder mejor al nuevo auge de las luchas de las mujeres para amortiguar su impacto y desviarlas de su objetivo. Después de intentos iniciales de despreciar al movimiento de las mujeres con el ridículo y la burla, sin embargo, la posición que prevaleció dentro de la clase dominante ha sido un reconocimiento formal de la idea de que las mujeres tienen al menos algunos motivos justos de descontento. Se ha producido un intento de aparecer preocupados estableciendo algunos departamentos, comisiones o proyectos especiales del gobierno para captar la atención de las mujeres, a la vez que trabajan asiduamente para integrar la dirección del movimiento feminista a los patrones aceptados de la colaboración de clases. En la mayoría de los países, la clase dominante se vio obligada a hacer algunas concesiones, las que parecían menos perjudiciales económica e ideológicamente y después trató sistemáticamente de retirarlas.
En todos los casos, la finalidad era la misma, cualquiera que fuera la táctica empleada: contener la naciente radicalización dentro del marco de reformas mínimas del sistema capitalista. [11]
Pero ¿en qué se distingue la defensa de un feminismo para el 99% en contraposición al feminismo liberal en el contexto actual? En el caso del feminismo liberal actual, el individualismo de la lógica neoliberal que reproduce plantea preocupaciones mayores. Las autoras del Manifiesto destacan la gravedad de la crisis ambiental y de reproducción social que ha llevado a los límites la posibilidad de la vida:
Ante estas dos visiones del feminismo, nos encontramos como en una bifurcación en el camino, y nuestra elección acarrea consecuencias extraordinarias para la humanidad. Un camino lleva a un planeta chamuscado en el que la vida humana se ha degradado hasta el punto de ser irreconocible, si es que acaso tal vida sigue siendo posible. El otro apunta a la clase de mundo que ha sido siempre el centro de los sueños más elevados de la humanidad: un mundo justo, cuya riqueza y cuyos recursos naturales sean compartidos por todos, en el que la igualdad y la libertad sean condiciones de vidas reales, no solo aspiraciones. (p.17, Preámbulo del Manifiesto) (destacado mío)
La bifurcación del camino se refiere no solo a la distinción entre dos visiones generales y contrapuestas del feminismo, sino a la gravedad de la coyuntura histórica en que se encuentra la humanidad. Por lo tanto, la propuesta del feminismo para el 99% es un llamado a la acción política radical y global de defensa de la vida y en contra de la complicidad destructiva de un feminismo peligroso, aliado del neoliberalismo, que reproduce las violencias sistémicas del capitalismo clasista-patriarcal-racista. De hecho, la forma del manifiesto responde a este momento crítico. En una entrevista, Nancy Fraser, quien además de activista, es profesora de Filosofía, explica que ha sido la primera vez en su vida de activismo político e intelectual que ha escrito de esta manera, en un lenguaje no académico, porque entiende que estos tiempos requieren un llamado a la acción de alcance realmente amplio [12]. Esto explica también la síntesis en el tratamiento de los temas.
A un año de su publicación, habría que considerar las graves repercusiones de la pandemia que han agravado las condiciones que el Manifiesto describe. De igual modo, la polarización ideológica entre el populismo reaccionario, representado por Donald Trump, y el neoliberalismo progresista, ejemplificado por Hillary Clinton, a que el texto alude, adquiere relevancia nuevamente ante la proximidad de las elecciones y el nombramiento de Kamala Harris como candidata a la vicepresidencia por el partido Demócrata. Por el momento, examinemos las tesis.
LAS TESIS DEL MANIFIESTO
Las 11 tesis pueden leerse en conjunto, como un relato que se estructura mediante una lógica de causalidades. La nueva ola feminista que reinventa la huelga global de las mujeres es el punto de partida (tesis 1), que cuestiona el feminismo liberal “en bancarrota” al que solo le preocupa la “subrepresentación” de la mujer y que pretende la diversificación del orden social “‘empoderando’ a mujeres ‘talentosas’ para que lleguen hasta la cima” (tesis 2, p.15). De este modo, constituye un aliado ideal del neoliberalismo “[a]l encubrir políticas regresivas bajo un aura de emancipación” y “hace posible que las fuerzas que apoyan al capital global se presenten como ‘progresistas’” (p. 16). El feminismo para el 99% propone una “reacción activa” mediante la lucha dirigida contra el sistema capitalista (p. 16). Es un feminismo anticapitalista que se une en un frente común con todos los movimientos que combaten las opresiones sistémicas (tesis 3).
¿Por qué anticapitalista? El capitalismo es el origen de las crisis que nos afectan y el feminismo del 99% responde a la necesidad de movimientos que organicen las fuerzas sociales transformadoras (tesis 4). Este reconocimiento le otorga una visión integral de los problemas que caracteriza su propuesta política: “Lo que estamos viviendo es una crisis de la sociedad en su conjunto. En modo alguno restringida a los ámbitos financieros, es a la vez una crisis de la economía, la ecología, la política y los ‘cuidados’”. Como crisis general . . . es en definitiva una crisis del capitalismo, y en particular de la forma más brutalmente depredadora del capitalismo en la que vivimos hoy, el capitalismo globalizador, financiarizado, neoliberal” (19).
El feminismo del 99% es necesariamente anticapitalista porque la opresión de género es inherente a dicho sistema. La tesis 5 aborda el tema de la crisis de la reproducción social, a mi entender, el mejor desarrollado del Manifiesto. Las autoras explican que la reproducción social está subordinada a la producción para la obtención de beneficios en el capitalismo, y a su vez está generizada, racializada y adjudicada principalmente a las clases trabajadoras. Es decir, son, en su mayoría, las mujeres trabajadoras, negras, inmigrantes, las encargadas de la labor de la procreación de vida y de sus cuidados. Ellas engendran y mantienen el funcionamiento de la producción capitalista a través de un trabajo que se invisibiliza y desvaloriza: “Las sociedades capitalistas han instituido desde siempre una división racial del trabajo reproductivo. Ya sea mediante la esclavitud o el colonialismo, el apartheid o el neoimperialismo, el sistema capitalista ha obligado a las mujeres racializadas a proporcionar ese trabajo, de forma gratuita, o a muy bajo precio, a una etnia mayoritaria o las ‘hermanas’ blancas” (23). La comprensión del capitalismo desde las dinámicas de la reproducción social supone una reformulación más amplia del concepto de “clase social” que históricamente ha dominado: “Lejos de estar restringida a hombres blancos heterosexuales, una imagen de acuerdo con la cual se la sigue imaginando con demasiada frecuencia, la mayor parte de la clase obrera mundial está constituida por migrantes, personas racializadas, mujeres (cis o trans), y personas con competencias diferentes, cuyas necesidades y deseos el capitalismo niega o tergiversa” (p. 24). A partir de dicha reformulación del concepto de clase, el feminismo del 99% enfoca las luchas por la reproducción social como parte de su proyecto anticapitalista.
La opresión de género se manifiesta, además, en la violencia que adquiere formas diversas, privadas y públicas, mediante la “coacción bruta y consentimiento construido” (p. 30), y es necesario combatirlas (tesis 6). Pero, según las autoras, no es a través de un “feminismo carcelario” ni de ayudas como los microcréditos que promueven las “femócratas” y que supuestamente otorgan autonomía a las víctimas, porque estas medidas tampoco las liberan de la dependencia de los acreedores (pp. 28-29). En este punto, las autoras consideran la complejidad de los mecanismos y funciones de las violencias en el capitalismo. Este reconocimiento implica que, para su erradicación, es necesario dirigir esta lucha contra todas sus formas y contra el sistema capitalista que se sostiene en ellas.
La tesis 7 plantea que una de esas violencias es el control de la sexualidad, que en el capitalismo se ejecuta mediante normas que imponen el binarismo de género y la heteronormatividad impulsados por el estado y la socialización de estas. No obstante, las autoras denuncian un “nuevo proyecto” que reconfigura las dinámicas de la sexualidad en el capitalismo actual y consiste en: “normalizar las formas del sexo que una vez fueron tabú dentro de una zona ampliada de regulación estatal, bajo una forma favorable al capital, que fomenta el individualismo, la domesticidad y el consumismo” (p. 33). ¿Cómo liberar la sexualidad de esta trampa? El feminismo del 99% declara su rechazo a la reducción del problema a la amenaza de la dominación religiosa/patriarcal de las fuerzas reaccionarias. Hay que cuestionar y combatir la adaptación neoliberal que hace de la “libertad sexual” una mercancía. En este punto recurren a la tradición feminista de la lucha por la liberación sexual para declarar que su lucha es para “liberar la sexualidad no solo de la procreación y de las formas de la familia normativa, sino también de las restricciones de género, clase y raza y de las deformaciones del estatismo y el consumismo” (pp. 35-36), para lo cual es necesario transformar el sistema capitalista por uno que “asegure las bases materiales” y el “apoyo público a la reproducción social” basados en una concepción distinta de las familias, diversa e inclusiva (p. 36).
La tesis 8 establece que las violencias racistas y coloniales también forman parte inherente de la constitución del capitalismo, pues se sustenta en el discrimen racial y en el imperialismo. En este punto, como sugerimos al comienzo del ensayo, las autoras discuten las posiciones cuestionables que históricamente grupos feministas han asumido en torno a la raza y el colonialismo. Esta revisión es importante, sobre todo en aquellos casos en que el racismo se ha practicado de manera sutil y se perpetúa a través de prácticas de exclusión . Señalan: “Las feministas para el 99% reconocemos sinceramente esta vergonzosa historia y decidimos romper decisivamente con ella. Entendemos que nada que merezca el nombre de ‘liberación de la mujer’ se puede conseguir en una sociedad racista o imperialista” (38). Declaran la obligación de que el feminismo sea antirracista, antiimperialista y, por lo tanto, anticapitalista. En el caso de las estrategias para luchar en contra del racismo, del imperialismo y del etnonacionalismo, destacan que es necesario que se visibilicen políticamente las diversas formas de la misoginia y de la opresión en el capitalismo a través de “esfuerzos conscientes que construyan solidaridad” y “de acuerdo con y a través de nuestra diversidad” (p. 40).
El capitalismo también es violento con el ambiente, destruye la Tierra (tesis 9). Las mujeres, tanto en el Sur global como las de color en el Norte, son las más vulnerables ante los efectos de la crisis climática, por lo tanto, se recrudecen sus opresiones. Constituyen la mayor parte de refugiadas climáticas, por ejemplo, pero también han liderado la lucha ambiental mediante “formas integradas de lucha”, de justicia comunitaria, que logran vincular lo ecológico con la reproducción social. Ante esta violencia ambiental, el feminismo para el 99% se declara ecosocialista.
Además, el capitalismo antagoniza con la democracia pues se subordina a los imperativos del mercado, de las grandes corporaciones y del imperialismo, que se sostienen en la violencia y el belicismo, de manera que la mayor parte de la población del planeta está sometida a las deudas y los intereses impuestos por una minoría poderosa del Norte global (tesis 10, p. 46). Las autoras llaman la atención sobre la necesidad de la participación política de las mujeres, y destacan el engaño de ciertos discursos provenientes de “élites ‘progresistas” que se apropian del reclamo para sus beneficios particulares: “no hay feminismo alguno en las mujeres de la clase dirigente que hacen el trabajo sucio de bombardear a otros países y sostener regímenes de apartheid; o que respaldan intervenciones neocoloniales en nombre del humanitarismo, mientras guardan silencio sobre los genocidios perpetrados por sus propios gobiernos; o que expropian poblaciones indefensas mediante el ajuste estructural, la imposición de la deuda y la austeridad forzosa” (p. 47).
En el caso de Puerto Rico, nos alegra saber que en las elecciones de este año habrá la posibilidad de votar por más mujeres, si se compara el número con el de otros años. Varios medios de prensa del país han reseñado que, de acuerdo con el estudio realizado por Proyecto 85, se refleja un alza en la participación de las mujeres en las elecciones de 2020 [13]. No obstante, lamentan que este avance sea bastante leve comparado con el número de candidatos, y que no constituya una muestra representativa de la población de mujeres que indique un logro a favor de la igualdad de género en la participación política electoral. Sin embargo, algo que no se contempla en el estudio es que algunas de esas candidatas no defienden los intereses de la mayor parte de la población de mujeres que pretenden representar, de aquellas que viven en la pobreza y que sufren las múltiples agresiones de un sistema patriarcal sexista, clasista y racista. Todo lo contrario, sabemos que un sector de estas candidatas pertenecientes a los partidos tradicionales (PNP y PPD), perpetúan estas opresiones porque sirven a los intereses del gran capital, vinculados al sistema colonial-capitalista, y se lucran de él. Más mujeres en la política no garantiza que el gobierno sea más igualitario, más democrático, más feminista, más inclusivo, si esas mujeres no promueven la transformación del sistema que las mantiene siempre en un lugar subalterno, de opresión; mucho menos si se afanan por garantizar su “estabilidad” mediante medidas retrógradas que eliminan la perspectiva de género en la educación, de restricción de los derechos reproductivos como el aborto o actuando al servicio de intereses particulares como los religiosos o de las grandes empresas. No obstante, no se trata de rechazar la participación de las mujeres en la política. Por el contrario, aspiramos a que ese número siga aumentando, que más mujeres puedan ocupar puestos políticos, pero que esas mujeres, negras, lesbianas, trans, pobres, nos representen para cambiar la estructura del sistema que nos oprime a todas.
El Manifiesto propone la alternativa del internacionalismo feminista en su última tesis. Desde esa visión expansiva, el feminismo para el 99% hace un llamado a la insurrección radical mediante la alianza con los movimientos anticapitalistas de izquierda [14]. Las autoras rechazan la dicotomía entre las tendencias políticas del neoliberalismo progresista y del populismo reaccionario como alternativas políticas. En pocas palabras, ni Hillary Clinton ni Donald Trump. Proponen, además, superar las oposiciones feministas entre la política de identidad y la de clases a través del reconocimiento del origen común de las diferencias que determinan las experiencias de opresión: “Aunque cada una de [las diversas opresiones] tiene sus propias formas y características distintivas, todas arraigan en el mismo sistema social, que las refuerza. Llamando a ese sistema capitalismo y uniéndonos todas para luchar contra él, superaremos mejor las divisiones entre nosotras que el capital cultiva: divisiones de cultura, raza, etnia, capacidad, sexualidad y género” (p. 49). La aspiración es poder construir una “insurrección global de amplia base” feminista, antirracista y capitalista a partir de las diferencias [15].
CONCLUSIONES
En términos generales, el Manifiesto persigue organizar la lucha feminista mediante la movilización política global para transformar el sistema capitalista. Nos presenta varias ideas importantes relacionadas con las luchas que libramos en Puerto Rico y permite concebirlas en un contexto internacional. Me parece que son significativos dos aspectos. Primero, la centralidad que se le otorga a la lucha en contra del capitalismo como sistema que origina las crisis económicas, ambientales, políticas, de reproducción social. Esto permite vincular su propuesta de acción política feminista global para el 99% con los principios fundamentales que organizaciones como Democracia Socialista defienden. Y la importancia que se le otorga a la crisis de la reproducción social como aspecto coyuntural determinante que sirve para estimar la gravedad de la crisis que atravesamos y sus efectos en la vida de las mujeres y de la humanidad en general.
Por otro lado, si bien el feminismo para el 99% se declara antiimperialista y destaca el rechazo al imperialismo por ser expresión de las fuerzas opresoras y acaparadoras del capitalismo, es un tema que se aborda parcialmente. Vista desde la experiencia colonial, distinta a la que informa a un feminismo que se origina en un país imperialista, la descolonización constituye una batalla ineludible para cualquier proyecto feminista anticapitalista en nuestro país. Las mujeres y los grupos oprimidos en Puerto Rico enfrentan las crisis descritas en el Manifiesto, pero resultan más severas debido a la situación colonial que profundiza nuestras precariedades y opresiones. Por tal razón, la necesidad de un frente constituido por alianzas entre los movimientos anticapitalistas, antirracistas, anticoloniales, ambientalistas tiene que comenzar necesariamente en el país, sin olvidar que enfrentamos un sistema global. Tampoco debemos esperar a constituir un frente local para establecer los vínculos con los movimientos aliados internacionales.
El Verano de 2019 nos dio buenas lecciones acerca de la eficacia de la transversalidad en la lucha política: por un lado, el efecto potenciador de la multiplicidad de formas que adquirió la lucha y la fuerza revolucionaria e integradora de la movilización masiva de las personas. En cuanto a lo segundo, pensadoras y activistas feministas han cuestionado la estrategia de carácter “populista” del Manifiesto para un feminismo del 99%, por considerar que en su aspiración de una solidaridad feminista globalizada se borran las diferencias y el entendimiento interseccional de las opresiones en el capitalismo. Creo, sin embargo, que no se debe descartar el potencial revolucionario de un movimiento feminista transnacional que en la práctica ha dado frutos a través de las huelgas y paros internacionales de mujeres, sin limitarse a esas estrategias. Es importante la organización de estas fuerzas, integrar los diálogos y resaltar las diversas formas de luchas que parten de las experiencias políticas locales-identitarias-corporales específicas.
Notas
[1] Sobre el tema: Hal Draper y Anneg. Lipow: “Marxist Women versus Bourgeois Feminism”, Socialist Register, 1976, pp. 179-226. https://www.marxists.org/archive/draper/1976/women/women.html
[2] Clara Zetkin, “Separación tajante” (1894): https://www.marxists.org/espanol/zetkin/1894/0001.htm. Ver también su discurso de 1896 titulado “Sólo con la mujer proletaria triunfará el socialismo”: https://www.marxists.org/espanol/zetkin/1896/0001.htm y “Directrices para el movimiento comunista femenino” (1920) https://www.marxists.org/espanol/zetkin/1920/0001.htm.
[3] Rosa Luxemburg: “El voto femenino y la lucha de clases” (1912) https://www.marxists.org/espanol/luxem/1912/mayo/12.htm
Ankica Čakardić aborda el tema de la crítica de Luxemburgo al feminismo burgués en “Crítica de Rosa Luxemburgo del feminismo burgués y de la primera tentativa de teoría de la reproducción social” (18/septiembre/2018), Marxismo Crítico, https://marxismocritico.com/2018/09/18/critica-de-rosa-luxemburgo-del-feminismo-burgues/
[4] Alejandra Kollontai, “El Día de la Mujer” (1913): https://www.marxists.org/espanol/kollontai/1913mujer.htm
[5] Eleanor Marx, “Women’s Trade Unions in England” (1892): “Where the bourgeois women demand rights that are of help to us too, we will fight together with them […] We too will not reject any benefit, gained by the bourgeois women in their own interests, which they provide us willingly or unwillingly. We accept these benefits as weapons”.
[6] Cinzia Arruzza, Tithi Bhattacharya y Nancy Fraser. Feminism for de 99 Percent. A Manifesto. Verso, 2019. Una versión abreviada se publicó un año antes en New Left Review, no. 114, nov.-dic. 2018, titulada “Notes for a Feminist Manifesto”: https://newleftreview.org/issues/II114/articles/nancy-fraser-tithi-bhattacharya-cinzia-arruzza-notes-for-a-feminist-manifesto
Utilizo en este artículo su versión en español: Manifiesto de un feminismo para el 99%. Traducido por Antoni Martínez Riu. Editado por Clara Ramas San Miguel. Herder, 2019.
[7] Las autoras emplean el lema de “We are the 99%” del movimiento de resistencia Occupy Wall Street que se inició en 2011. Hay otros antecedentes importantes de este manifiesto: la declaración que firmaron junto con Angela Davis, Barbara Ransby, Keeanga-Yamahtta Taylor, Linda Martín Alcoff y Rasmea Yousef Odeh, el 3 de febrero de 2017, titulada “Beyond Lean-In: For a Feminism of the 99% and a Militant International Strike on March 8” que movilizaba la huelga internacional de mujeres el 8 de marzo como estrategia de acción para masificar la lucha feminista en contra de los ataques a los derechos reproductivos y visibilizar las opresiones de las mujeres que el feminismo liberal del lean-in no considera: https://www.viewpointmag.com/2017/02/03/beyond-lean-in-for-a-feminism-of-the-99-and-a-militant-international-strike-on-march-8/
También, el llamado de “We need a Feminism for the 99%. That’s why women will strike this year”, en The Guardian, 27 de enero de 2018, en el que se anticipa directamente la propuesta del feminismo para el 99% del Manifiesto, y que fue firmado también por las autoras y por Linda Martín Alcoff, Rosa Clemente, Angela Davis, Zillah Eisenstein, Liza Featherstone, Barbara Smith y Keeanga-Yamahtta Taylor.
El 6 de marzo de 2019, coincidiendo con la publicación del Manifiesto, y con una lista más amplia de firmantes de diversos países del Norte y del Sur global, se publicó “Beyond March 8th: Toward a Feminist International” en el que llamaban a dar un paso más hacia la organización del movimiento de feminista transnacional: https://www.versobooks.com/blogs/4259-beyond-march-8th-toward-a-feminist-international
[8] En Combahee River Collective Statement (1977) se establecen los principios del colectivo: https://combaheerivercollective.weebly.com/the-combahee-river-collective-statement.html
[9] Para un recuento histórico sobre las movilizaciones feministas recientes en Polonia, ver Ewa Majewska, Elżbieta Korolczuk, Julia Kubisa y Katarzyna Rakowska “From the Women’s Strike to the Feminist International: In Struggle We Unite – Voices from Poland”, Viewpoint Magazine, 18 de junio de 2019: https://www.viewpointmag.com/2019/06/18/from-the-womens-strike-to-the-feminist-international-in-struggle-we-unite-voices-from-poland/
[10] Ver el “Llamamiento al Paro Internacional de Mujeres – 8 de marzo 2017” http://niunamenos.org.ar/manifiestos/llamamiento-al-paro-internacional-de-mujeres-8-de-marzo-2017/
[11] “La revolución socialista y la lucha por la liberación de la mujer”, 11 Congreso Mundial, 1 de noviembre de 1979, Cuarta Internacional https://fourth.international/es/congresos-mundiales/535/50
[12] Nancy Fraser en entrevista por Rebeca Martínez, “Feminismo – para el 99%. Un manifiesto feminista y anticapitalista” Viento Sur, no. 164, 6 de agosto de 2019 https://vientosur.info/el-feminismo-del-99-no-es-una-alternativa-a-la-lucha-de-clases-es-otro-frente/
[13] El estudio de Proyecto 85: https://proyecto85.org/
“Baja la participación de las mujeres en las elecciones de 2020” por Leysa Caro González, El Nuevo Día, 9 de junio de 2020: https://www.elnuevodia.com/noticias/locales/notas/baja-la-participacion-de-las-mujeres-en-las-elecciones-de-2020/
“Aumenta participación de mujeres en la política del País” El Vocero, 15 de junio de 2020: https://www.elvocero.com/gobierno/aumenta-participaci-n-de-mujeres-en-la-pol-tica-del-pa-s/article_8369bde2-af36-11ea-a917-af6542667533.html
“Hay más mujeres aspirando a puestos electivos”, 80 grados, 18 de junio de 2020: https://www.80grados.net/hay-mas-mujeres-aspirando-a-puestos-electivos/
“Leve aumento de participación de mujeres en las papeletas” por Adriana Díaz Tirado, Todas, 22 de junio de 2020: https://www.todaspr.com/leve-aumento-de-participacion-de-mujeres-en-las-papeletas/
[14] Sobre este llamado, Andrea D’Atri y Celeste Murillo han señalado la ausencia en el Manifiesto de un programa estratégico que contemple rutas de acción concretas para su realización: “Feminismo para el 99%: estrategias en debate” Ideas de Izquierda, 28 de julio de 2019: https://www.laizquierdadiario.com/Feminismo-para-el-99-estrategias-en-debate
[15] Sobre el llamado a superar la oposición entre política de identidad y de clase, Akwugo Emejulo ha planteado que el Manifiesto constituye la reproducción de la estrategia política del populismo y problematiza su capacidad de incorporar la interseccionalidad a su aspiración de alcance global: “In my view it is [populist], because it fundamentally reshapes the idea of ‘the people’ and popular grievance [...] So, although I remain aware of the dangers of populist politics, I recognize that F99 offers a novel response that harnesses the potential of popular grievance and cultivates a renewed solidarity politics for feminist activism across the globe” (p.66). En “Feminism for the 99%: towards a populist feminism? Can Feminism for the 99% succeed as a new kind of populism?” Soundings, no. 66, 2017, p. 63-67. Sobre el tema, ver también el artículo de Teresa Orozco Martínez y Martha Zapata Galindo: “Leitura crítica de um manifesto feminista populista”, traducido por María Paula Gurgel Ribeiro, Revista USP, Universidade de São Paulo, no. 122, 2019, pp. 71-86: http://www.revistas.usp.br/revusp/article/view/162621
Natalia Santos Orozco es integrante de Democracia Socialista y de la junta editorial de momento crítico.
コメント