Por Gabriela Quijano
[Nota editorial: el siguiente texto sirve de epílogo para el segundo volumen impreso de artículos de momento crítico.]
Este segundo volumen impreso de la revista digital momento crítico reúne una serie de artículos publicados en el transcurso del año 2022. Entre los temas que para mí se destacaron de esta selección se encuentran los procesos de deshumanización de la tierra, los gobernantes y la hipoteca del futuro, la propina en tanto política económica misógina y racializante, la información tratada como producción de aquellos que viven en y del privilegio, la negación del ser de los árboles, la integración del suelo, el agua, el trabajo y la tecnología en una nueva forma de producir agrícola, la explotación del agua, el odio institucional hacia las mujeres y les no-blanques, y las perspectivas otras que constituyen y celebran la construcción de una sociedad más equitativa a través del trabajo feminista. Leídos uno tras otro, en esta forma compilada, me encontré con un punto de vista posthumano y multiespecista que quizás de manera inintencionada fue y va informando las críticas al capitalismo y las luchas anti-capitalistas y decoloniales que toman forma en el contexto sociohistórico de Puerto Rico y que son documentadas en esta antología.
Dicho de manera sencilla, el posthumanismo delimita una corriente de pensamiento que descentraliza al humano de los asuntos éticos y científicos (Odgen, Hall & Tanita 2013, 6). A su vez, el multiespecismo le reconoce agencia a todos los seres y entidades biofísicas del mundo, y trata la emergencia de la vida individual y en sociedad como el resultado de un “ensamblaje” en el que se encuentran formas de vida y de no-vida moviéndose armoniosa o cacofónicamente en múltiples direcciones (Tsing 2015, 22-25). Desde corrientes posthumanas y multiespecistas también se le reconoce agencia a lo que está más allá del mundo físico y a lo que los pueblos consideran mágico, cosa que no es exclusiva de estas corrientes, pero que es menos común entre representaciones y perspectivas del estado moderno. En esencia, el posthumanisto multiespecista constituye una fuerte crítica a las corrientes humanistas y los universalismos que ficcionan la igualdad con categorías neutras tales como “humanidad” y “seres vivientes” mientras se hacen de la vista larga ante las maneras en que las gentes y demás entidades del mundo no se consideran ni son tratadas como iguales.
Hay dos perspectivas-consciencias dentro de esta corriente que me han resultado significativas. Por un lado, la problematización de lo “humano” que tiene por objetivo visibilizar y atender las múltiples experiencias de los cuerpos en y del mundo. En esto el posthumanismo multiespecista se inspira y conversa con tradiciones epistemológicas decoloniales, feministas y anti-racistas que llaman por su nombre y condenan el profundo odio existente contra todo lo que no se asocie con la categoría “hombre blanco”. Por otra parte, el pensamiento posthumano-multiespecista nos propone centralizar las múltiples y poderosas relaciones existentes entre las gentes, los animales, las plantas y las cosas, para así superar perspectivas que dejan de lado las relaciones con lo no-humano. Estas relaciones también han sido de interés para muchas otras corrientes de pensamiento y de acción política. Sin embargo, en esta perspectiva se destacan los puntos de vista que dan cuenta de la reciprocidad y responsabilidad entre las especies, los cuerpos y las cosas, más que la jerarquía (Odgen, Hall & Tanita 2013, 10). La invitación a pensar y actuar más allá de lo humano nos permite rastrear relaciones que se articulan de maneras mucho más complejas que jerárquicas y binarias entre seres y entidades del mundo. Por ejemplo, una perspectiva posthumana y multiespecista nos inspira a inquirir sobre cómo los humanos se relacionan con la tierra, lo mismo que cómo la tierra se relaciona con los humanos y gentes todas, y cómo esa relación condiciona y se determina por el paisaje, todas aquí vistas en tanto sujetos y no objetos. Con estas cuestiones en mente, los trabajos en este volumen me devolvieron reiteradamente a la perspectiva posthumana y multiespecista. Aquí, pues, unas cuantas impresiones para sugerir la lectura de algunos de los artículos de esta segunda antología de momento crítico con el objetivo de adelantar la construcción de esos otros mundos posibles que están pensándose.
La primera parte de la antología incluye cuatro artículos en los que se discuten temas relacionados a la crisis política en Puerto Rico. En esta parte, uno de los escritos de Rafael Bernabe trata sobre “la transición al capitalismo y la democracia capitalista en Puerto Rico”. Bernabe se concentra en desmontar la que fuera una queja común de las clases poseedoras puertorriqueñas del siglo 19 en relación a la “falta de brazos” para trabajar la tierra. Esta supuesta “falta de brazos”, es decir, la idea promulgada de que no había personas suficientes para realizar el trabajo agrícola destinado a la actividad comercial se utilizó también para difundir la idea de que las familias campesinas y agregadas en Puerto Rico estaban llenas de vagos y holgazanes. No obstante, Rafi demuestra a través de la recuperación y análisis de documentos históricos, que el problema real de esta burguesía naciente era la resistencia material y simbólica de las familias campesinas y agregadas a someterse al trabajo asalariado. Visto desde la perspectiva de las clases poseedoras, la tenencia de tierra de estas familias por motivo del usufructo—un tipo de relación jurídica en la que el propietario de un bien le concede el derecho de uso y beneficio de ese bien a otro—y la adquisición individual o asociada de terrenos para vivir y cultivar por cuenta propia representaban un gran obstáculo para que la gente se dispusiera a trabajar para otros de manera voluntaria. Por lo tanto, hacia fines del siglo 19, se establecieron distintas políticas para ilegalizar la repartición de tierras entre familias agregadas y otras “medidas para obligar a los productores libres a someterse al trabajo asalariado”. Entre estas, se destacó el régimen de la “libreta”, que obligaba “a los varones sin título de propiedad” a registrar su empleo, so pena de ser forzados “a trabajar en obras públicas” tales como la “construcción de caminos y carreteras”.
El artículo de Rafi adviene, para mí, una pista importante en relación a las maneras en las que las políticas para hacer de la tierra un objeto de posesión privada-limitada se implementaron por vía de un concepto profundamente liberal de lo humano. En términos analíticos, este concepto de lo humano está basado en una serie de “prácticas de jerarquización, clasificación y normalización sobre las formas de vida, [entre las cuales] el Hombre [es visto] en tanto patrón ideal y entidad normativa, […] orientado a sacrificar otros modos de ser” (González 2019, 142).[1] Así, podemos argumentar que el sentido de lo humano en el contexto que Rafi nos presenta legitima la doblegación-en-nombre-del-progreso de una gente que mantenía su propio concepto de abundancia y de libertad, y que, por lo tanto, el progreso de las clases poseedoras no les interesaba. El artículo de Bernabe también da un poco de luz sobre las relaciones múltiples y no solo jerárquicas que pueden existir entre la tierra y las personas, y de ahí otros valores o poderes asignados a seres humanos y entidades no-vivientes. Más allá de este artículo, un ejemplo en esta dirección pudiesen ser los reclamos indígenas y populares por acceso y respeto a la tierra en Latinoamérica, tales como el Movimento Sem Terra en Brasil y el movimiento zapatista en México, desde los cuales se ha luchado por relaciones no capitalistas y decoloniales con el medio ambiente. Estas relaciones incluyen conceptos alternativos a la propiedad individual, a la explotación de la naturaleza y a la acumulación de riqueza. Por el contrario, proponen asociaciones colectivas entre gentes, respeto a la ecología y la distribución democrática de todos los recursos económicos, políticos y culturales.
En otro de los artículos de esta sección, Manuel Rodríguez Banchs discute el tema de la crisis financiera en Puerto Rico, atándola a los representantes del gobierno y del sector financiero que emitieron de manera inconstitucional e irresponsable la deuda que hoy utilizan para justificar las múltiples políticas antidemocráticas y de austeridad afectando nuestro país. Rodríguez Banchs explica que la deuda fue y es emitida para “financiar el déficit presupuestario producto principalmente de la insuficiencia de los recaudos del gobierno”. A su vez, los recaudos son insuficientes por la manera desigual en la que se imponen contribuciones sobre ingresos a la mayoría asalariada mientras se conceden exenciones contributivas a los grandes empresarios. Este recuento de una deuda ya en parte declarada “impagable” también nos invita a pensar en cómo dinámicas históricas de racialización permean y se manifiestan en las políticas públicas de los partidos que han gobernado Puerto Rico hace ya más de 80 años y que por medio de ellas se profundizan conceptos diferenciados de lo humano que consienten hundir los futuros de la mayoría y adelantar los futuros de otros pocos.
Este reflexión sobre la deuda traída por Manuel también me provocó pensar en las demandas de “rendición de cuentas” que se vienen gestando en Puerto Rico y que, en palabras de la antropóloga Sarah Molinari, dan cuenta de un “proceso decolonial” articulándose y “trabajando hacia futuros […] que rechazan la moralidad convencional de la deuda y de sus lógicas coloniales-capitalistas mientras extienden la conversación a la cancelación y reparación de la deuda” (2020; traducción provista). Dentro de estos movimientos, la deuda es muchas veces vista como una “forma de colonialidad” con la que se “actualiza, adaptada y reinscribe [la desigualdad de] raza/género/clase postulada por la historia de violencia colonial que produjo al mundo capitalista moderno” (Zambrana 2021, 11). En palabras de la filósofa Rocío Zambrana (2021), la deuda refuerza la estructura y la condición colonial al surgir de las “alteradas condiciones materiales e históricas” de nuestro país, “construyendo, en lugar de aniquilar, la diferencia” (11; traducción provista). Una vez más, aquí se percibe la potencialidad de un punto de vista posthumano y multiespecista para captar y transformar las realidades en curso, que atienda las dinámicas de racialización/deshumanización de las políticas de emisión de deuda, por un lado, y, por otro, que se posicione frente al futuro desde un lugar alternativo, no teleológico/científico/histórico, sino en armonía con otros mundos, otras posibilidades y desde las rupturas radicales con el curso de la historia.
Lo
En la segunda sección del volumen, donde se presentan algunos aspectos teóricos sobre el trabajo socialista en Puerto Rico, Ángel Rodríguez Rivera, Manuel Rodríguez Banchs y Jorge Lefreve Tavárez introducen temas relacionados a la revolución tecnológica y la producción de información en nuestros tiempos. En sus artículos, la información y la experiencia de producirla es vista desde una perspectiva política, a través de la cual problematizan la esencia misma de los acontecimientos y de su comunicación. En esta perspectiva, la información es tratada como producto del poder, de sus poseedores y de sus medios. Por lo tanto, la información es simultáneamente presentada como objeto o entidad en lucha entre humanos a los que no se les cuestiona su humanidad y otros que están determinados por su limitado acceso a las esferas de poder.
Al revisar estos escritos, podemos distinguir que la discusión también pretende cuestionar los posicionamientos onto-epistemológicos acerca de lo que es y cómo se construye la verdad en nuestros tiempos y contextos sociohistóricos. Esta discusión es fundamental y muchas, muchísimas veces, se centra en la dimensión política del mundo humano. Lo digo sin querer restarle importancia a esta dimensión política desde la que captamos y problematizamos el que no todos los humanos somos iguales y que nuestro mundo está diseñado desde la desigualdad entre géneros, culturas, ficciones de raza, de edad, ontologías, saberes, sentimientos, etc. Pero al descentralizar lo humano y, con ello, lo político tal cual lo conocemos, nos damos cuenta de que, en esta misma discusión, el quiénes y el para qué se produce la información son interrogantes que además interesan a diversas entidades en las que convergen muchas otras vidas y no-vidas. Pienso, por ejemplo, en los medios tecnológicos que dan paso al “espacio de la virtualidad” del que nos habla Ángel en su artículo, y que contribuyen lo mismo que limitan la expansividad de los movimientos sociales. Estos medios tecnológicos muchas veces existen por motivo de la explotación de la tierra, el agua y el aire, especialmente de las zonas del sur global donde se producen las baterías de litio recargables de los teléfonos y computadoras donde habita ese espacio virtual. Ángel ya habla de cómo “la posibilidad de deshumanizar al contrario/a […] se hace sencilla” en este espacio, puesto que la “participación en las redes se hace desde la ‘soledad’”. Pudiésemos añadir que la alienación no solo del otro, sino de todas las entidades en cuestión refuerzan la posibilidad de deshumanizar y, por lo tanto, debemos superarla pensando y actuando posthumana y multiespecistamente frente a la tecnología y su capacidad de actuar-crear.
La tercera parte de este volumen recoge una serie de artículos en los que se discute la encrucijada ambiental en Puerto Rico. En esta sección, el punto de vista posthumano-multiespecista se destaca un poco más y fácilmente en la medida en que los autores discuten los problemas y alternativas de cara a las relaciones humano-naturaleza tal cual constituidas en el capitalismo. En esta sección son más claramente observables distintos sentidos y sentimientos sobre las entidades no-humanas y la urgencia de pensarlas desde perspectivas otras, aquellas que no presenten a la “naturaleza” subordinada al humano, tan siquiera en función de lo humano, sino como persona en sí misma, sabia y autónoma.
El artículo de Pablo Segarra, por ejemplo, sobre “El cambio climático. Diagnóstico y tratamiento”, es una contribución significativa para entender las maneras en que los conceptos y acciones humanas de los más poderosos en el mundo son las detractoras más importantes de todas las formas de vida existentes, incluida la nuestra, incluso cuando se piensan para remediar la inminente catástrofe ecológica a la que nos enfrentamos. Utilizo la categoría “ecológica” no en clave ambiental, sino para denotar la complejidad de relaciones existentes entre seres vivientes y no-vivientes. En este artículo de Pablo, la discusión sobre el desempeño y la agencia de los árboles para contrarrestar solidaria e inherentemente la destrucción del mundo, capacidad que es negada por los señores como Bill Gates, me conmueve de maneras profundas y creo que a todas nos convence de que necesitamos superar el cientificismo y el antropocentrismo que caracteriza a las culturas occidentales/euro-modernas, para dar paso a un nuevo código de valores en el que todas las entidades del mundo tengamos oportunidad de ser, de vivir y de existir a través del reconocimiento.
En la cuarta y última parte del volumen se destaca el tema del movimiento antiderechos y las respuestas del feminismo. Entre las autoras de esta sección se reseñan las más recientes políticas en Estados Unidos que limitan el derecho de las mujeres a decidir sobre sus propios cuerpos, las prácticas de autodefensa feministas que se articulan de manera individual y colectiva en contra de la violencia machista, y los trabajos e importantes lecciones que hemos heredado de compañeras feministas en Puerto Rico. Estos y muchos otros planteamientos feministas también nos proponen la superación de lo humano como entidad central de los asuntos éticos, políticos y de conocimiento. Ha sido la categoría ilustrada de “humano” la que ha permitido que entre seres humanos se piensen y se asignen valores y oportunidades diferenciadas; que se establezcan relaciones de privilegio y desigualdad en el ámbito de lo material y de lo simbólico.
Vanesa Contreras Capó y yo somos interlocutoras en mucha de nuestra producción de conocimiento. Sobre todo, Vane y yo somos amigas. En este volumen, su artículo sobre autodefensas feministas se inspira tanto en su actividad militante como en el trabajo de interlocución con otras intelectuales feministas a las que recupera para discutir las maneras en las que el patriarcado—en tanto sistema económico, político y social basado en la construcción y valorización desigual de los cuerpos—le pone límites a las emociones y acciones de las mujeres. Vane explica, a través de la socióloga Marisol Anzo-Escobar, “que el miedo es una emoción aceptable para las mujeres en las sociedades patriarcales, pero ni la rabia ni la acción defensiva frente a una agresión son aceptables”. De esta manera, Vane nos conduce a pensar-reconocer que la autodefensa feminista requiere esencialmente de un senti-pensamiento posthumano para que todas aquellas personas que son víctimas o vulnerables frente a la violencia machista se concedan a sí mismas la capacidad de sentir y actuar más allá del miedo. Porque soy amiga e interlocutora de Vane, sé también que para ella esta es una lucha paralela a las de movimientos anti-racistas y animalistas en Puerto Rico y el mundo, en las que es fundamental “visibilizar las vidas de las personas que viven en la zona del no ser” (Contreras Capó 2020), donde la categoría “personas” incluye a las diversas entidades vivientes y no solo humanas, en el sentido euromoderno o incluso alternativo de la palabra, que nos limita a pensar en el género homo y la especie sapiens, exclusivamente.
Al finalizar este volumen, para mí fue valioso ver y sentir las posibilidades en estos ensayos de pensar la lucha actual contra el capitalismo, descentralizando la categoría de humano y, en su lugar, reconocer la agencia de todos los seres y las entidades del mundo para actuar-crear en él. La verdad es que yo también continúo tratando de romper con el profundo trabajo ideológico que en todas se reproduce para mantener la desigualdad en el mundo, pero entre estas disrupciones me voy haciendo otra y siento que los otros mundos posibles están en mí, en todas, ya existentes y potenciales.
San Juan y Yauco, Puerto Rico
Enero, 2023
Referencias:
Contreras Capó, Vanesa. “Poner el cuerpo.” momento crítico (29 de noviembre de 2020), https://www.momentocritico.org/post/poner-el-cuerpo. (Consultado el 16 de enero de 2023).
Delphy, Christine. “El concepto de género.” Iniciativa Socialista 36 (1995), http://www.derechoshumanos.unlp.edu.ar/assets/files/documentos/el-concepto-de-genero.pdf.
Geertz, Clifford. “The Impact of the Concept of Culture in the Concept of Man.” In The Interpretation of Cultures (3-32). New York: Basic Books, 1973.
González, Anahí Gabriela. “Lecturas animales de las vidas precarias. El ‘discurso de la especie’ y las normas de lo humano.” Tabula Rasa. Bogotá – Colombia 31 (2019): 139-159.
Lebrón, Pedro. Filosofía del Cimarronaje. Cabo Rojo: Editora Educación Emergente, 2020.
Mahmud, Lilith. “#Eurostop: Toward a Feminist Decolonial Critical Theory of Europe.” In Davis, M.H. & T. Serres (ed.), North Africa and the Making of Europe: Governance, Institutions and Culture (265-283). London: Bloomsbury Academic, 2018.
Molinari, Sarah. “The Public Reckoning: Anti-debt Futures After #RickyRenuncia.” Society + Space (February 25, 2020), https://www.societyandspace.org/articles/the-public-reckoning-anti-debt-futures-after-rickyrenuncia. (Consultado el 16 de enero de 2023).
Odgen, Lauro A., Billy Hall and Kimiko Tanita. “Animals, Plants, People, and Things: A Review of Multispecies Ethnography.” Environment and Society 4 (2013): 5-24.
Tsing, Anna L. The Mushroom at the End of the World: On the Possibility of Life in Capitalist Ruins. Princeton and Oxford: Princenton University Press, 2015.
Zambrana, Rocío. Colonial Debts: The Case of Puerto Rico. Durham and London: Duke University Press, 2021.
[1] El concepto de lo humano desde una perspectiva liberal puede ser profundamente constricto y cientificista. La búsqueda de universalismos en la tradición euro-moderna e ilustrada de hacer ciencia/producir conocimiento modelaron y modelan al ser humano mientras imaginan un hombre blanco, habitando el mundo desde el privilegio y sus propios procesos de socialización. Este concepto de humano, por lo tanto, deja de lado la compleja experiencia de la especie y la cultura humana en el mundo. Algunos otros trabajos que informan mi entendimiento sobre este concepto y que inspiraron este escrito son Delphy 1995, Geertz 1973, Lebrón 2020 y Mahmud 2018.
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