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Declaración sobre la situación en Haití

¡No a la intervención militar en Haiti!

¡Sí a la solidaridad y la autodeterminación del pueblo de Haití!


Democracia Socialista denuncia la intervención militar en Haití que el Comité de Seguridad de las Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó el 2 de octubre mediante la Resolución 2699, redactada por Estados Unidos y Ecuador, para crear la Misión Multinacional de Apoyo en Seguridad en Haití. Las tropas extranjeras serán lideradas por soldados de Kenia e incluirá soldados de Jamaica, Bahamas, Antigua, Barbuda y Surinam. Estados Unidos ha asignado hasta $200 millones para la misión. Contrario a esta intervención militar, la ruta para resolver la crisis haitiana debe ser una solución política que surja de acuerdos entre los organizaciones políticas y sociales haitianas.


La historia de Haití está repleta de intervenciones extranjeras lideradas por Estados Unidos, ninguna de las cuales ha resuelto los problemas del país.


El Presidente Woodrow Wilson envió soldados del Cuerpo de Marines de Estados Unidos a Haití en 1914, quienes se apropiaron de las reservas de oro del Banco Nacional Haitiano y luego ocuparon Haití del 1915 al 1934, instauraron un régimen militar y la ley marcial. Posteriormente eliminaron la prohibición constitucional de propiedad de la tierra por parte de extranjeros, que existió desde la fundación de Haití. Estas tropas masacraron a los miles de civiles y revolucionarios haitianos que se opusieron y combatían la invasión estadounidense. Bajo el control estadounidense, 40% del ingreso nacional haitiano fue designado para el pago de la deuda a bancos estadounidenses y franceses. Oficiales del Departamento de Estado de Estados Unidos tenía poder de veto sobre todas las decisiones gubernamentales en Haití (cualquier similitud con el poder de la Junta de Control Fiscal en Puerto Rico no es pura coincidencia). Además, unificaron a los militares haitianos que dominaron la política haitiana hasta la llegada del dictator François “Papa Doc” Duvalier, quien junto a su hijo Jean-Claude “Baby Doc” Duvalier, estuvieron al mando del país entre 1957 y 1986, utilizando como ejército privado al grupo paramilitar de los Tonton Macoutes para reprimir violentamente a los disidentes.


Tras el derrocamiento del Presidente Jean-Bertrand Aristide, primer presidente electo democráticamente, en un golpe militar en 1991, las ONU envió una “misión de paz”, seguida del arribo de más de 20,000 tropas de Estados Unidos en 1994 enviadas por el Presidente Bill Clinton, para restaurar a Aristide al poder. Aristide logró regresar a la presidencia, disolvió el Ejército Haitiano y creó la Policía Nacional Haitiana, aunque muchos oficiales policiacos eran antiguos soldados. También solicitó la indemnización de 21 mil millones de dólares de Francia, el país del cual se independizó en 1804. La misión de la ONU se mantuvo hasta el 2000 e incluía un contingente menor de tropas de Estados Unidos que se mantuvo en Haití hasta ese año.


Otra intervención militar ocurrió tras la remoción de Aristide de la presidencia en el golpe de estado de febrero de 2004. Estados Unidos envió tropas al país, junto a tropas de Canadá, Francia y Chile. Poco después ese año esas tropas fueron reemplazadas por tropas de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití (MINUSTAH), lideradas por Brasil. La MINUSTAH fue denunciada por organizaciones de derechos humanos en Haití y el exterior por represión contra el pueblo haitiano y múltiples violaciones de derechos humanos, entre ellas agresiones sexuales contra la población haitiana, incluido el abuso de menores. Además, tropas de Nepal en la MINUSTAH fueron las que introdujeron el cólera en Haití, llevando a la muerte a sobre 10,000 haitianos y sobre 800,000 contagiados. La MINUSTAH terminó su intervención en Haití en 2017 y fue seguida por la fuerzas policiales de la Misión de Apoyo a la Justicia de las Naciones Unidas en Haiti (MINUJUSTH) de 2017 a 2019 y en la actualidad por la misión política de la Oficina Integrada de las Naciones Unidas en Haití (BINUH).


En los pasados 20 años, Haití ha estado sumido por problemas de inseguridad, terremotos (2010 y 2021), huracanes, inundaciones, fraude electoral, falta de combustible, políticas neoliberales y el escándalo de corrupción masiva por la malversación de cerca de dos mil millones de fondos, abuso de autoridad y falsificación derivados del uso de fondos del programa venezolano de préstamos petroleros de Petro Caribe.


Manifestaciones masivas se llevaron a cabo durante el gobierno del más reciente Presidente haitiano, Jovenel Moïse, por la aplicación de las medidas neoliberales de austeridad impuestas por el Fondo Monetario Internacional, por gobernar por decreto al querer permanecer en el poder más allá del 7 de febrero de 2021 y rechazar convocar elecciones. Tras su asesinato en julio de 2021, el “Grupo Central”, el autodenominado “grupo de países amigos de Haití” de la comunidad internacional (con intereses económicos y geopolíticos en el país, como Estados Unidos, Francia, Canadá y otros), mantuvieron a Ariel Henry, como Primer Ministro interino. Henry había sido designado Primer Ministro por Moïse días antes de su asesinato, pero nunca fue confirmado en el puesto por la Asamblea Nacional. Los 30 escaños del Senado y los 119 escaños de la Cámara de Diputados en la Asamblea Nacional están ahora vacantes ya que todos los miembros anteriores han cumplido sus mandatos según lo prescrito por la constitución haitiana y no se han celebrado elecciones para llenar esos escaños. Henry, según la constitución haitiana, debió cesar como Primer Ministro el 7 de febrero de 2022 y debieron celebrarse elecciones, pero nunca fueron convocadas. Henry se ha mantenido en el poder con el respaldo del “Grupo Central”.


Las manifestaciones masivas han continuado y demandan la renuncia de Henry. Desde 2020 unos 200 grupos criminales y bandas armadas mediante el tráfico de armas proveniente de Estados Unidos, controlan gran parte del territorio haitiano, principalmente en su capital, Puerto Príncipe. Miles de personas han sido asesinadas, heridas, violadas y secuestradas por las bandas. Henry alega que se llevarán a cabo elecciones en el país una vez la violencia pueda controlarse y exhortó a la ONU a enviar tropas extranjeras para controlar a las gangas armadas y las protestas que han paralizado al país.


La sociedad haitiana se ha organizado en cientos de organizaciones políticas, sindicales, campesinas, religiosas y otras, que eligieron un Consejo Nacional de Transición. Este Consejo elaboró un Plan de Transición para tomar las riendas del Estado con la participación de un amplio y representativo arco de fuerzas políticas y sociales. Propone un gobierno colegiado e interino para enfrentar los problemas de la inflación, el hambre y la situación de inseguridad, e introducir una reforma política que pueda garantizar en un plazo de dos a tres años las primeras elecciones limpias y transparentes en mucho tiempo. Denuncian que Henry solicitó el envío de tropas extranjeras al país como una manera para mantenerse en el poder.


Oficialmente esta misión no es de las Naciones Unidas, lo que la convierte abiertamente en una intervención dirigida y financiada por los Estados Unidos. Nuestro llamado es a la solidaridad internacional con el pueblo de Haití, descartar el desplieque de tropas extranjeras de ocupación en Haití y exigir la recuperación de la soberanía nacional para poner fin a la injerencia de las potencias imperialistas.


Nos unimos a las exigencias de las organizaciones haitianas por el fin del apoyo internacional al gobierno criminal de Ariel Henry y el establecimiento de un legítimo gobierno de transición; la prohibición del tráfico de armas de los Estados miembros de la ONU a Haití, la eliminación por parte de Estados Unidos del suministro de armas y municiones a las bandas en Haití y la recuperación de las armas ya introducidas; la creación de una Comisión de Investigación Independiente responsable de asignar responsabilidades por los daños causados por la MINUSTAH en Haití, indemnizaciones y reparaciones para Haití, particularmente para los familiares de los muertos y contagiados del cólera causado por soldados de la MINUSTAH, la cancelación de la deuda externa de Haití y el ceso de las deportaciones masivas de haitianos y haitianas de países al donde se han huido por la crisis haitiana.



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