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Cuidados, pobreza y austeridad

Por Yanira Reyes Gil


Yo sostengo que la «crisis de los cuidados» es mejor interpretarla como una expresión más o menos aguda de las contradicciones socioreproductivas del capitalismo finaciarizado. Esta formulación sugiere dos ideas. En primer lugar, las actuales tensiones a las que están sometidos los cuidados no son accidentales, sino que tienen unas profundas raíces sistémicas en la estructura de nuestro orden social, que yo denomino aquí capitalismo financiarizado. No obstante, y este es el segundo punto, la actual crisis de la reproducción social indica que hay algo podrido no solo en la actual forma financiarizada del capitalismo, sino en la sociedad capitalista per se.

Nancy Fraser

Las contradicciones del capital y los cuidados[1]


Recientemente hemos escuchado en medios de comunicación noticias sobre la situación de las personas envejecidas, problemas de abandono, vivienda inapropiada y hasta falta de alimentación. Lo mismo se comenta de las condiciones de vida de las personas con situaciones de salud o menores de edad. Siempre aparece quien adjudique el problema a falta de responsabilidad de las personas encargadas del cuidado de esas personas, casi siempre de la madre, la hija o la esposa.


Aunque el cuidado aplica a todo el ciclo de vida y atraviesa el ámbito público y privado, por lo general se entiende como aquellas atenciones especiales que requieren personas con alguna condición de salud o con necesidades especiales por su edad. Sin embargo, todas las personas necesitamos cuidados para vivir. Los cuidados se refieren a una función social que integra actividades, bienes y relaciones destinadas a asegurar la vida y el bienestar de las personas. Las personas encargadas del cuidado proveen bienes esenciales para la vida como: alimentación, higiene, limpieza, acompañamiento, salud.[2] Por lo tanto, involucran activos económicos, físicos y emocionales. También incluye el trabajo doméstico, como cocinar y lavar la ropa; además de la supervisión y cuidado de la niñez mientras se llevan a cabo otras actividades domésticas en el hogar, o luego de realizar trabajo asalariado fuera del hogar.


El cuidado se relaciona con la reproducción de la fuerza de trabajo, pero es más. Se trata de un trabajo para el sostenimiento de la vida social, por lo que contempla un abordaje tanto social como económico. Nadia Rizzo reflexiona sobre las aportaciones marxistas al concepto de reproducción social como aquello que se refiere a la reproducción de la vida material, aquello necesario para que las personas tengan condiciones para poder vivir. Es decir, que la vida es posible por condiciones materiales que la posibilitan: comida, techo, vestimenta, salud. “El "proceso de vida real" remite a la "producción de la vida propia" mediante el trabajo, como así también, a la "producción de la vida ajena", es decir, a la procreación”[3].


El cuidado está atravesado por el género. A partir de la división sexual del trabajo las responsabilidades del cuidado han recaído sobre los hombros de las mujeres y a costa de nuestro tiempo, bienestar, salud y oportunidades de desarrollo laboral o académico. Un informe de Oxfam publicado en enero de 2020, indicaba que las mujeres y las niñas en el mundo, especialmente las que viven en condiciones de pobreza y marginación, dedicaban 12,500 millones de horas diarias al trabajo de cuidados sin remuneración. Además, estimaba que el valor monetario anual de ese trabajo alcanzaba la cantidad de US$10.8 billones.[4]


Por lo general, el trabajo de cuidados no se valoriza. No obstante, algunos países han establecido estudios de tiempo para estimar la medida en que el trabajo de cuidados impago aporta a la reproducción de los sistemas socioeconómicos. La conclusión de muchos de esos estudios es que gran parte de quienes realizan trabajo de cuidados no reciben compensación alguna y muchas veces integran los grupos más empobrecidos y con mayores desventajas. Se estima que los trabajos de cuidados no remunerados o mal remunerados contribuyen entre un 20 a un 25% del producto interno bruto de los países estudiados.[5] Estos estudios de tiempo y de estimaciones del valor del trabajo de cuidado respecto al PIB buscan que se reconozca el valor económico y social de los trabajos de cuidados para los países y de esta forma fomentar que se aborde el asunto como un problema con matices públicos y no solo privados. La tendencia del capitalismo actual es a privatizar los asuntos de los cuidados y relegarlos nuevamente al interior de las familias. De manera que los estados se desentienden del problema.


La falta de reconocimiento del valor de los trabajos de cuidados coloca a las mujeres, particularmente las mujeres pobres, inmigrantes, negras, en mayores condiciones de precariedad. Y me detengo en este punto para enfatizar que el trabajo de cuidados merece valor como trabajo, porque el trabajo no es solo aquello que ocurre en los mercados o por lo que se recibe salario. Hago referencia sobre este asunto a las palabras de Nancy Fraser en el artículo reproducido recientemente en esta revista. “Al menos desde la era industrial, sin embargo, las sociedades capitalistas han separado el trabajo de reproducción social del trabajo de reproducción económica. Asociando el primero con las mujeres y el segundo con los hombres, han remunerado las actividades «reproductivas» con la moneda del «amor» y la «virtud», al tiempo que compensaban el «trabajo productivo» con dinero. De este modo, las sociedades capitalistas crearon una base institucional para formas nuevas y modernas de subordinación de las mujeres. Separando el trabajo reproductivo del universo de las actividades humanas en general, en el que antes el trabajo de las mujeres ocupaba un lugar reconocido, lo relegaron a una «esfera doméstica» de nueva institucionalización, en la que la importancia social de dicho trabajo quedó oscurecida. Y en este mundo nuevo, en el que el dinero se convirtió en el principal medio de poder, el hecho de no estar remunerado selló la cuestión: quienes efectúan dicho trabajo están estructuralmente subordinadas a aquellos que reciben salarios en metálico, aunque su trabajo proporcione una precondición necesaria para el trabajo asalariado, e incluso mientras está siendo también saturado de nuevos y falseados ideales domésticos de feminidad.”


No reconocer el valor económico de los trabajos de cuidados que realizan en su mayoría las mujeres, tiene una relación directa con la pobreza de varias formas. Por un lado, en hogares empobrecidos donde no hay capacidad económica para pagar por los cuidados, las mujeres deben encargarse de los mismos sin abandonar otras responsabilidades de subsistencia. Estas responsabilidades de cuidados incluyen no solo los cuidados del mantenimiento del hogar sino de las personas (personas viejas, menores, con condiciones de salud). En el Estudio sobre el perfil, situación actual y aspiraciones de las mujeres, publicado en 2022, se establece que el porciento de familias bajo el nivel de pobreza en Puerto Rico es 39.2%, sin embargo, el porciento bajo el nivel de pobreza de las familias lidereadas por mujeres solas aumenta a 56.8%. Estos números aumentan exponencialmente cuando añaden la variable de familias con menores de 18 años. En esos casos, el porciento de familias lideradas por mujeres bajo el nivel de pobreza asciende a 70.6% [6]. Ese mismo estudio y otros apuntan a que más del 70% de las mujeres que están fuera del mercado laboral aducen responsabilidades familiares como la causa principal. Esto se constató y agravó durante la pandemia.


La mayoría de las personas que se dedican al trabajo de cuidados lo realizan sin compensación económica (ya sea como trabajo principal o en doble jornada) o con mala remuneración. Un estudio de la CEPAL del 2019 [7] indica que, a nivel mundial, 13 millones de personas se dedican al trabajo de cuidados remunerado, de estas el 91.5% son mujeres. En este grupo se identifica una elevada presencia de mujeres afrodescendientes, indígenas y migrantes. Se trata de empleos precarios, mal pagos y sin protecciones legales. Sobre este tema señala Fraser en el artículo antes mencionado: “Para llenar el «vacío de los cuidados», el régimen importa trabajadores migrantes de los países más pobres a los más ricos. Típicamente, son mujeres racializadas, a menudo de origen rural, de regiones pobres, las que asumen el trabajo reproductivo y de cuidados antes desempeñado por mujeres más privilegiadas. Pero para hacerlo, las migrantes deben transferir sus propias respon-sabilidades familiares y comunitarias a otras cuidadoras aún más pobres, que deben a su vez hacer lo mismo, y así sucesivamente, en «cadenas de cuidados globales» cada vez más largas. Lejos de cubrir el vacío de los cuidados, el resultado neto es desplazarlo de las familias más ricas a otras más pobres, del Norte global al Sur global”.


El sexismo, el racismo y la xenofobia juegan un papel en cómo se distribuye y desvaloriza el trabajo de cuidado en Puerto Rico. Las mujeres, las niñas y las mujeres inmigrantes están representadas de manera desproporcionada en el sector del cuidado y están especialmente mal pagadas debido a la falta de regulación e inversiones adecuadas en el sector del cuidado. En Puerto Rico hay esfuerzos limitados o inexistentes para apoyar el trabajo de cuidado como lo demuestra la falta de inversión en la infraestructura de cuidado, la falta de remuneración, la ausencia sistémica públicas y la pobre implementación de políticas públicas.


INTER-MUJERES Puerto Rico [8] realizó una investigación [9] con componentes cuantitativos y cualitativos para analizar todas las políticas públicas relacionadas con los cuidados. El componente cuantitativo consistió en adjudicar puntuaciones a las políticas públicas existentes en Puerto Rico relacionadas al cuidado remunerado o mal remunerado. El componente cualitativo consistió en entrevistas a personas expertas en las políticas impuestas por la Junta de Control Fiscal. Entendimos importante evaluar cómo las medidas de austeridad impuestas por la Junta de Control Fiscal afectan los servicios esenciales como salud y educación impactando de manera diferenciada a las mujeres que se dedican a trabajos de cuidados. Por otro lado, estas medidas también afectan asuntos de infraestructura como servicios de energía, agua, transportación que afectan y entorpecen también la labor de cuidados. Además, se realizaron grupos focales con organizaciones de mujeres y con mujeres cuidadoras.


Se evaluaron cientos de políticas públicas en Puerto Rico que impactan directa e indirectamente los trabajos de cuidados remunerados y no remunerados. En primer lugar se evaluaron políticas sobre asuntos de infraestructura físicas (energía eléctrica, agua, transportación, recogido de basura, etc.). Otro aspecto fueron políticas de servicios de cuidados como servicios de salud, educación, servicios a personas envejecidas y con condiciones de salud. Se evaluaron políticas públicas sobre prestaciones sociales a personas que se dedican al cuidado, esto se refiere a aquellas protecciones para personas en situaciones de vulnerabilidad que buscan atender desigualdades por razón de pobreza y exclusión, como pensiones, compensación, servicios de alimentos, entre otras. Otro aspecto evaluado fue si existen en Puerto Rico protecciones laborales para personas que se dedican al trabajo de cuidados tanto de forma remunerada como no remunerada. Esto incluye, licencias de vacaciones, enfermedad, retiro, protecciones de salud y seguridad en el empleo, entre otras. Por otro lado, con respecto al trabajo de cuidados remunerado se evaluaron las políticas públicas en torno a las condiciones laborales, salariales, protecciones en el lugar de empleo tanto en la esfera de trabajos formales como informales. Con respecto al trabajo de cuidados remunerado se evaluaron también si existían políticas de protección laboral contra prácticas abusivas, discrimen, hostigamiento teniendo en cuenta en particular la vulnerabilidad de las personas inmigrantes en Puerto Rico que se dedican a este tipo de trabajo.


En esta parte me limito a resumir los hallazgos principales de la investigación. Por consideraciones de espacio me resulta imposible detallar los hallazgos y conclusiones sobre todas las políticas estudiadas. Sin embargo, el análisis completo, hallazgos y recomendaciones están disponibles para su evaluación y lectura en la página web de Inter-Mujeres [10].


Resumen de hallazgos y conclusiones


  1. En Puerto Rico no se reconoce el trabajo de cuidados como trabajo ni se le otorga importancia por el gobierno ni por la comunidad en general.


  2. La mayoría de las personas cuidadoras en Puerto Rico son mujeres que realizan las tareas de cuidados sin paga.


  3. Las personas cuidadoras que se desempeñan en el sector formal reciben un salario mínimo que no compensa las funciones, esfuerzos y horas dedicadas al cuidado.


  4. En Puerto Rico existen políticas públicas que tienen impacto sobre el trabajo de cuidados, aunque la mayoría de estas no lo considera ni incluye de manera explícita. Estas políticas tampoco se implementan de manera efectiva.


  5. El presupuesto, los programas, beneficios o derechos reconocidos en las políticas públicas no son adecuados para la implementación efectiva de las mismas y la atención que merecen las personas que se dedican al trabajo de cuidados.


  6. La crisis fiscal gubernamental y las medidas de austeridad impuestas para atenderla priorizan en el pago de la deuda pública en lugar de los servicios esenciales y asegurar el presupuesto para atenderlos.


  7. Las medidas de austeridad impuestas por políticas neoliberales de la Junta y adoptadas por el gobierno impactan directamente el trabajo de cuidados. La imposición de políticas neoliberales de austeridad y privatización reducen los servicios públicos y generan impuestos regresivos que afectan a toda la población, pero tienen un impacto agravado sobre las poblaciones que enfrentan situaciones de vulnerabilidad.


  8. Las políticas públicas no reconocen, valoran, compensan o están dirigidas a redistribuir el trabajo de cuidados que todavía recae en las mujeres.


  9. Las protecciones laborales excluyen a las personas que se dedican al trabajo de cuidados remunerado en el sector informal o al no remunerado. Esto coloca a las mujeres que se dedican al cuidado remunerado o no remunerado en situación mayor de precariedad y vulnerabilidad.


  10. Las medidas de austeridad impuestas por la Junta de Supervisión Fiscal empeoran la situación al establecer recortes en programas municipales como el de ama de llaves o el cierre de escuelas. La privatización de los cuidados implica que el gobierno se libera de su responsabilidad social de cuidar.


  11. Concluimos que la mayoría de las personas que se dedican al trabajo de cuidados remunerado no cuentan con protecciones sociales como licencias por enfermedad,     vacaciones, protección en caso de incapacidad, licencias de maternidad o cobertura ante accidentes del trabajo. Las políticas públicas en Puerto Rico sobre igualdad salarial y jornada laboral no protegen a las personas que se dedican a los trabajos de cuidado en el sector informal.


  12. Las personas migrantes son quienes más se dedican al trabajo de cuidados remunerado informal. Aunque existe una política para garantizar la igualdad de derechos y protección y los mecanismos de reclamación, pero solo aplica a las personas inmigrantes que cuentan con el permiso de trabajo emitido por el Servicio de Inmigración y Naturalización de los Estados Unidos.


Esta investigación se basó en un acercamiento al trabajo de cuidados que lo plantea como un factor determinante de la pobreza, la desigualdad y la subordinación, que a su vez se alimentan de la división sexual del trabajo y de la atribución a las mujeres y a las niñas de las tareas de cuidado de la niñez, de las personas con diversidad funcional, las adultas mayores y las que sufren dolencias de salud. El derecho al cuidado, uno de los derechos humanos más importantes por su tangencia con la vida digna, amerita una división distinta de las tareas y responsabilidades necesarias para garantizarlo. Requiere también una visión diferente sobre la importancia de los cuidados para la economía y la vida en sociedad. La redistribución de las responsabilidades de cuidados, la valorización social y monetaria, la protección social a quienes se dedican a estas labores son asuntos que requieren romper las formas en que catalogamos artificialmente los asuntos como públicos o privados, como producción o reproducción. Repito aquí las palabras finales de Fraser en el artículo varias mencionado. “La senda de su resolución solo puede avanzar mediante una profunda transformación estructural de este orden social. Lo que hace falta, ante todo, es superar el rapaz sometimiento de la reproducción a la producción que tiene lugar en el capitalismo financiarizado, pero esta vez sin sacrificar ni la emancipación ni la protección social. Esto, a su vez, exige reinventar la distinción entre producción y reproducción y reimaginar el orden de género. Queda por ver si el resultado de todo ello será compatible con el capitalismo.”



Notas:



[2] Rico, M. N., y C. Robles (2016). Políticas de cuidado en América Latina. Forjando la igualdad. Santiago: CEPAL.


[3] Rizzo, Nadia (2012). Un análisis sobre la reproducción social como proceso significativo y como proceso desigual. Sociológica (Méx.) vol.27 no.77 Ciudad de México sep./dic. 2012


[4] Coffey, C., et al. (2020). Tiempo para el cuidado. El trabajo de cuidados y la crisis global de desigualdad. Oxfam Internacional. Disponible en https://www.oxfam.org/ es/informes/tiempo-para-el-cuidado


[5] Supra nota 4, pág. 14.



[7] https://www.cepal.org/es/publicaciones/45032-la-autonomia-mujeres-escenarios-economicos-cambiantes. Sobre este tema puede ver también La sociedad del cuidado. Horizonte para una recuperación sostenible con igualdad de género, disponible en: https://oig.cepal.org/sites/default/files/s2200704_es.pdf 


[8] Integrado por las Profesoras de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, Marilucy González Báez, Patricia Otón Olivieri, Esther Vicente y Yanira Reyes Gil.





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Yanira Reyes Gil es Catedrática de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico.








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